Entrevista

Kiti Mánver: "Haber terminado de pagar la hipoteca es ya un logro inmenso dedicándome a lo que me dedico"

La actriz malagueña sorprendió en el Festival de Sundance con su interpretación en 'Mamacruz' y agota los últimos días de representaciones de la versión teatral de 'El inconveniente'.
La veterana Kiti Mánver se ajusta las gafas en la alfombra roja.
Kiti Mánver 
EFE
La veterana Kiti Mánver se ajusta las gafas en la alfombra roja.

Kiti Mánver es de esas actrices españolas que se han hecho grandes interpretando papeles más bien pequeños. Al menos en el cine, donde la malagueña ha asumido cuatro papeles protagonistas y varios personajes secundarios tan agradecidos como el del thriller de Enrique Urbizu Todo por la pasta, que le valió el Goya a la mejor actriz secundaria. 

“Creo que un personaje que tiene cinco o diez frases también puede contar muchísimo en una película. Además, tengo la suerte de haber interpretado personajes con frases que la gente recuerda mucho. Aunque mi ego está ya cubierto con todos los personajes protagonistas que he hecho en teatro”, asegura la malagueña.

El pasado mes de enero presentó en el Festival de Sundance la película de Patricia Ortega Mamacruz, y estos días tiene en cartel El inconveniente (hasta el 9 de julio en el Teatro Pavón de Madrid), una adaptación escénica de la comedia cinematográfica que en 2021 le granjeó su segunda nominación al Goya. CINEMANÍA ha charlado con la actriz sobre estos dos proyectos, su periplo profesional y su forma de relacionarse con los directores.

¿Esperabas que la crítica elogiase de esa forma tu trabajo en la versión cinematográfica de 'El inconveniente'?La verdad es que tanto las críticas como los premios que nos llevamos fueron unos regalazos. Esas cosas nunca las esperas. Tú simplemente haces el trabajo con todo el amor del mundo para que salga muy bien. Si además luego viene aderezado con esas maravillas, ya tocas el cielo.

En este proyecto das vida a una señora mayor que vende su piso con usufructo. ¿Piensas que en nuestra sociedad se trata a los ancianos como un estorbo?Sí, sobre todo algún tipo de empresas y de políticos… Y algunos hijos también, desgraciadamente. Es una barbaridad. Esta obra trata de recordar que hay una posibilidad de que eso no pase, y que todos podemos estar mucho más cerca de lo que estamos.

¿Crees que el teatro atraviesa un buen momento en nuestro país?No, para nada. En cuanto a ideas y propuestas, siempre hay talento en nuestro país. El problema es que estamos dejados de la mano de Dios. La cultura está muy dejada aquí, y eso es algo tremendo. Creo que la cultura es lo que necesita un país para tirar para adelante. Nos pusieron además la etiqueta de ‘subvencionados’, cuando saben perfectamente quiénes son los subvencionados. El teatro es uno de los hermanos pobres de la cultura, pero también me refiero al cine, la danza, la literatura, la pintura...

Tenías pensado tomarte un descanso indefinido después de estrenar 'El inconveniente'. ¿Qué ocurrió para que no fuese así?Con la cosa de que esta profesión es inestable, vas siempre a matacaballo, sin apenas tiempo para preparar los proyectos, y había llegado un momento en que estaba ya saturada. Necesitaba volver a mis inicios y al motivo por el cual me dedico a esto. La pandemia me ayudó a poder tomarme ese descanso que necesitaba. Luego surgió la posibilidad de volver al teatro, que es un poquito como mi casa. 

De todas formas, ahora hago las cosas de una manera mucho más pausada. Es un privilegio que te sigan ofreciendo cosas, pero ahora digo que no a muchas. Pienso ‘¿Para qué vas a trabajar más de lo debido? ¿Dónde estás en la vida?’. No puedes estar solo en el trabajo, simplemente por el hecho de trabajar. Como el proyecto de la obra era algo muy cercano a mí, y trabajar con Juan Carlos Rubio siempre es una hermosura, me apunté a ello.

En la película 'Mamacruz' encarnas a una católica devota que explora sus deseos en la vejez. ¿Cuál fue tu primera reacción al leer el guion?Me pareció acertadísimo que Patricia Ortega tuviera la idea de contar esa posibilidad de que la gente mayor tenga deseos y que eso no se vea como algo vergonzoso o que tiene que permanecer oculto. Ha sido una historia preciosa de hacer. Las de Patricia Ortega son películas emocionalmente muy potentes, aunque en apariencia sean muy del ‘menos es más’.

Durante el rodaje, no me soltó de la mano en ningún momento y me sentí totalmente protegida por ella. No tenía conciencia de haber tenido nunca un personaje tan protagonista. Cuando empezamos, le dije que yo era una actriz con una expresividad un poco fuerte y que me daba miedo fastidiar su peli [risas]. Ella me dijo ‘No te preocupes, que yo estaré cerca de ti’. Y así fue.

¿Piensas que ver esta película puede ayudar de algún modo a esas mujeres maduras que, pese a haber tenido marido, nunca experimentaron un orgasmo?Claro. La película no va de una mujer que se lleva mal con su marido, sino de la lejanía que empieza a establecerse entre las personas mayores y el sexo, y de cómo vuelve a renacer ese deseo, en el caso de la protagonista como consecuencia de una casualidad. Cuando de pronto surge el deseo, esa persona quiere indagar en él y acaba conociendo otro mundo, muy distinto al mundo de sus amigas, sus vecinas y la Iglesia. En la película hay crítica, pero no es una crítica agresiva, sino una muy sutil.

Opinas que las cosas interesantes suceden a partir de los cuarenta. ¿Qué descubriste tú al alcanzar esa edad?Aunque llevo trabajando desde los 14 años, y he sido siempre muy activa, he sido una persona bastante lenta en cuanto a entender la vida. Bueno, tampoco creas tú que hoy la entiendo mucho… [risas]. Fui madre a los 31 años, y eso fue algo maravilloso para mí, porque empecé a conocer el mundo a través de los ojos de mi criatura. 

Parece que lo vuelves a vivir todo de nuevo y que comprendes las cosas a través de otros ojos. También me dediqué a producir, que es una de las cosas que me salvó en la profesión. Al ser productora conoces la profesión en mayor profundidad. Además, eso te salva de padecer la ansiedad que sientes cuando estás pendiente de que alguien te llame.

¿Fue rentable aquella aventura como productora?¡En absoluto! Pero sí resultó rentable a nivel de vida y conocimiento. Al final, tú no te dedicas a algo por lo que sientes vocación solamente por el dinero. Eso te hace ver las cosas desde otro lado. El hecho de que no ganara dinero tampoco fue un impedimento para seguir en esto. Apenas me daba para sobrevivir, pero las experiencias eran magníficas.

Compaginaba aquello con algún proyecto en televisión, que es el tipo de cosas que al final te dan más de comer. Como productora pude poner en pie textos que de otra forma no se habrían podido poner, y estuve más activa y creativa. Además, es muy bueno conocer la profesión desde distintos sitios. Cuando algún actor joven me pregunta, siempre le digo que se junte con alguien y produzca lo que sea.

Ahora te consideras ya rica, porque has pagado tu hipoteca.Sí, soy riquísima, sobre todo dedicándome a la profesión a la que me dedico [risas]. En ese sentido, haber terminado de pagar la hipoteca es ya un logro inmenso. Aquello lo comenté en broma, pero sí, no depender del banco te da una tranquilidad impresionante.

En su momento te convertiste en una actriz habitual en las películas de Pedro Almodóvar. ¿Echas de menos su llamada?No, hombre. Cuando me preguntan si me importa que se refieran a mí como chica Almodóvar siempre respondo que cómo me va a importar. He tenido el privilegio de ser una de ellas, pero luego estas cosas son como son. Uno no puede estar ansiando cosas, y mucho menos a mi edad. Considero que he tenido bastante suerte a lo largo de mi carrera. Si Pedro me llama un día, voy volando, aunque luego también puedes hacer cosas maravillosas con gente que no es tan megaconocida como él.

¿A qué te refieres cuando comentas que trabajar con Enrique Urbizu te hizo cambiar tu forma de relacionarte con los directores?Eso tiene que ver con la formación que tengo. Vengo de la gente del Laboratorio William Layton, donde hacíamos la técnica del método. Esa forma de preparar los trabajos me hacía prepararlos más como si yo fuese a dirigir que a interpretar. Iba siempre a los rodajes superpreparada, pero quizás aquello era demasiado hermético. Si me equivocaba, me podía dar una hostia, porque no con todos los directores de cine podías tener un diálogo fácil. 

Ahora creo que la cosa ha cambiado y que los directores se preocupan más, quizás porque son personas que están más próximas al mundo del teatro, o bien se dedican a ambas cosas. Recuerdo que durante el segundo día de rodaje Enrique Urbizu se acercó a mí y me dijo ‘Esto que estás haciendo no es lo que yo quiero para tu personaje’. Me dio entonces cuatro o cinco indicaciones, que no tenían nada que ver con lo que yo estaba haciendo, y es evidente que tenía razón. 

De hecho, me dieron un Goya por aquel trabajo tan bonito. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Eso me ayudó a no ser tan rígida con lo que una lleva preparado. Aprendí que el que cuenta la historia es el director. Es algo que también me ha pasado en el teatro con Juan Carlos Rubio, con quien llevo ya nueve o diez montajes. Lo tiene todo tan claro que hasta me estoy volviendo más perezosa a la hora de preparar el personaje. Digamos que he aprendido a confiar en la persona que está haciendo la narración.

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