"Konnichi Wa, simio gigante": la carrera de King Kong en Japón

No te extrañes si el rey de Isla Calavera se va de farra con Godzilla: su estrellato en el Sol Naciente viene de lejos. 
'King Kong contra Godzilla' (1962)
'King Kong contra Godzilla' (1962)
Cinemanía
'King Kong contra Godzilla' (1962)

Con un poco de buena voluntad, las barreras culturales desaparecen. Y si eres el galán más moreno, alto y peludo de Hollywood, ni te contamos. De ahí que, ante Godzilla vs. Kong, resulte ocioso preguntarse "¿qué hace un simio gigante prehistórico como tú junto a un lagarto radiactivo como este?". Aunque parezca mentira, el rey de Isla Calavera tiene una larga relación, no solo con nuestro saurio japonés favorito, sino con el cine nipón en general. 

¿Cómo de larga? Pues lo bastante como para haberse iniciado en 1938 con una película muda. Resulta que el debut de King Kong en 1933 acumuló un fandom tan enorme en Japón que el director Sôya Kumagai lo aprovechó con El King Kong que apareció en Edo, un filme que hoy se considera perdido.

Para empezar, este King Kong nipón y apócrifo es una película de época ambientada durante los últimos años del shogunato Tokugawa. Y una película larga, también, puesto que se estrenó en dos partes. Pero ojo, que hay trampa, porque el Kong que aparece en ella no es un gorila de varios kilómetros de alto, sino un simio de tamaño normal (si bien muy peludo) adiestrado por el villano de la cinta, que lo emplea para secuestrar a una indefensa doncella. 

Tamaña afrenta (de la que, por desgracia, solo han sobrevivido fotogramas sueltos) no podía quedar sin respuesta. Y la respuesta llegó en 1962 de manos del director Ishirô Honda: creador de Godzilla y santo patrón del kaijû eiga (cine de monstruos gigantes), este amigo y colaborador de Akira Kurosawa juntó a su escamoso hijo con el coloso peludo en King Kong contra Godzilla. 

¿Cómo logró Honda fichar a nuestro simio para su filme? La historia es larga, y comienza con un proyecto nunca rodado para enfrentar a Kong contra una versión gigantesca de la criatura de Frankenstein. Concebido por Willis O'Brien, animador de la King Kong original, esta King Kong vs. Frankenstein quedó en dique seco hasta que (para grave disgusto de Merian C. Cooper, director original  del gorila) sus derechos fueron a parar a la productora nipona Toho. 

"¡Van a utilizar a un tío disfrazado de simio!", protestó amargamente Cooper, sin entender que el cine japonés de monstruos prefiere los trajes y los decorados a escala al stop-motion. Y sin valorar, tampoco, el hecho de que King Kong contra Godzilla fuera parte de la campaña de estrenos con las que Toho celebraba su 30 aniversario. 

Otros filmes incluidos en dicha iniciativa fueron Sanjuro (la secuela de Yojimbo rodada por Kurosawa y Toshirô Mifune), 47 Rônin (de Hiroshi Inagaki, también con Mifune) y el drama Hôrô-ki de Mikio Naruse. Así que podemos asegurar que King Kong llegó a las carteleras niponas con un séquito de lujo. 

Asimismo, Ishirô Honda y Eiji Tsuburaya, director de efectos especiales, se tomaron muy a pecho este duelo histórico. Al igual que en Japón bajo el terror del monstruo (1954), el cineasta iba a utilizar a 'Godzi' para reflejar los cambios en la sociedad japonesa de posguerra, en este caso satirizando el auge de la televisión y la búsqueda constante de nuevos golpes de efecto por parte de la publicidad televisiva. 

Asimismo, Eiji Tsuburaya echó el resto en cuanto a los combates entre monstruos se refiere. Aunque tanto sus productores como los tenedores de derechos de la King Kong original le dieron bastante guerra, el diseñador de efectos entregó momentos tan memorables como el duelo entre el simio y un pulpo gigante. 

Eso, por no hablar del duelo entre las dos estrellas del espectáculo, que comienza con King Kong lanzándose en paracaídas sobre el monte Fuji y sigue recordándonos que, aunque el simio tenga experiencia en eso de medirse con reptiles gigantes, el aliento radiactivo de 'Godzi' no es cosa de risa. 

El trabajo de Haruo Nakajima y Shoichi Hirose, los actores que interpretaron al lagarto y a su rival, también es digno de elogio: gracias a las coreografías que ambos desarrollaron, estos combates siguen resultando descacharrantes e impactantes en el día de hoy. 

King Kong contra Godzilla resultó, no ya un taquillazo, sino un fenómeno. En 2021, sigue siendo la película de la saga con más espectadores en Japón. Por eso, y aunque su recepción en Occidente fuese la de un mero filme de serie B (ay que ver...), a la Toho le faltó tiempo para tramar una secuela. Y, como Kong había contribuido a semejante triunfo, dicha continuación le tendría como protagonista en solitario. 

Bueno, tal vez exageremos: el verdadero propósito de King Kong se escapa (1967) fue aprovechar el éxito de The King Kong Show, una serie animada de la productora Rankin-Bass protagonizada por nuestro primate favorito. 

Pero no podemos quejarnos, porque la película tuvo también su gracia. La película volvió a contar con Ishirô Honda tras la cámara y con Eiji Tsuburaya en los efectos especiales, incorporando además nuevas estrellas al reparto de la franquicia. Sin ir más lejos, aunque el androide Mechani-Kong hubiese debutado en la serie televisiva, hacerse un hueco en el país de los robots gigantes no le costó un pelo. 

A Honda, eso de trabajar con King Kong debía gustarle, porque se propuso contar de nuevo con él en su emblemática Invasión extraterrestre (1968). Pero no pudo ser, lo cual es una pena: debido a su ausencia, Kong se quedó sin conocer a Minilla, el hijo de su colega 'Godzi', así como a otros reyes del kaiju eiga como Rodan, Kumonga y nuestra siempre entrañable Mothra. Lo dicho: una lástima enorme. 

De esta manera, mientras Godzilla acumulaba una película tras otra, King Kong se despidió para siempre del cine y solo el desnortado remake de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, interrumpió su retiro. La resurrección tramada por Peter Jackson (2006) tampoco sirvió para reactivar una carrera que Kong: La isla calavera parece haber vuelto a poner de actualidad. 

Pero, si Godzilla vs. Kong resulta un éxito, esta injusticia histórica podría corregirse. De la mano de su escamoso compañero, al primate le quedan aún muchos kaiju por conocer… y muchos sopapos por repartir. 

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