Así era Johnny Eck, el 'freak' favorito del Hollywood clásico

La estrella de 'Freaks', que nació sin piernas ni la parte inferior del abdomen, vivió la conversión de la película de Tod Browning de filme maldito a clásico de culto.
Johnny Eck
Johnny Eck
Cinemanía
Johnny Eck

Desde niño, Tod Browning sintió fascinación por la farándula y las deformidades. A los 16 años se escapó de casa tras enamorarse de una bailarina de un circo ambulante y acabó trabajando como clown, actor, mago, bailarín y contorsionista en distintas ferias ambulantes. 

Al cabo de un tiempo, se puso al frente de una compañía de variedades, y empezó a actuar en algunas comedias de corta duración. Fue después de conocer al productor Irving Thalberg, que gozaba de cierta influencia en Hollywood, cuando empezó a triunfar rodando películas con Lon Chaney, conocido como El Hombre de las Mil Caras por su innata capacidad para encarnar a seres monstruosos, y llegó a dirigir Drácula (1931), que lanzó a la fama a Bela Lugosi.

La carrera de Browning dio un importante giro el día que cayó en sus manos un ejemplar de un relato corto titulado Spurs, donde un enano circense se enamora de una hermosa caballista que le termina traicionando. Tras leerlo, el cineasta, familiarizado con aquellos infames y populares espectáculos ambulantes basados en la exhibición de personas con deformidades y anomalías congénitas, se empeñó en rodar la película más aterradora de la historia. 

La MGM acabó dando luz verde a ese proyecto, Freaks, que transcurre en un circo donde una seductora trapecista y su forzudo amante intentan aprovecharse de un enano para hacerse con su fortuna.

La película estaba protagonizada por todo tipo de personas con importantes malformaciones físicas. “Ben Piazza, el director del casting, había reunido a este pequeño equipo de ensueño en la costa Este. De Chicago a Nueva York, había saqueado circos y ferias, antes de enviar un álbum de fotos a Browning. Se decía que, tras recibirlo, Browning tuvo pesadillas”, cuentan los franceses Fabrice Colin y Joëlle Jolivet en La parada de los freaks (Aloha! Editorial), un cómic que recrea el complicado rodaje del filme a través de los ojos de un ficticio asistente de plató llamado Harry.

Aquí llega Johnny Eck

Uno de los actores que causó mayor sensación en el rodaje fue Johnny Eck, el medio muchacho, que nació sin la parte inferior del abdomen ni las piernas (su hermano gemelo, Robert, vino al mundo sin aquella malformación congénita rara conocida como agenesia sacra). 

“Johnny tenía todo lo deseable en un protagonista”, opinó el historiador Johnny Meah. “Tenía una imagen muy fotogénica, era muy apuesto, se expresaba muy bien, y estoy casi convencido de que si hubiera llegado a esta época, probablemente, habría hecho una espléndida carrera como presentador de noticias o algo por el estilo, sin que nadie se enterara de que tenía una anomalía física”.

Nacido un 27 de agosto de 1911, Johnny Eck creció en un barrio de clase trabajadora de Baltimore. Sabía leer a los cuatro años, y aprendió a andar con las manos mucho antes de que su hermano gemelo fuese capaz de caminar. Ambos tenían una hermana, Carolyn, que los educó en casa hasta que, a los siete años, su madre decidió matricularlos en una escuela pública de la zona. 

Por lo visto, Johnny llegó a convertirse en la criatura más popular de su colegio, y muchos de sus compañeros se peleaban por tener el honor de levantarlo para subir los escalones de piedra que conducían a la puerta del centro escolar.

Pese a medir solamente 45 centímetros, Johnny tenía una fuerte personalidad y pensaba que era capaz de hacer cualquier cosa. Desde luego, no era amigo de achantarse ni de recurrir al victimismo. Cuando algún chaval impertinente le preguntaba si le habría gustado nacer como un niño ‘normal’, él, con cierto humor, respondía: “¿Para qué querría tener piernas? ¡Entonces tendría que planchar pantalones!”.

Johnny Eck sube al escenario

Johnny estuvo a punto de hacerse sacerdote. Pero todo cambió después de que, a finales de 1923, asistiera a ver la actuación que el mago John McAslan ofreció en una iglesia local. Cuando el susodicho pidió voluntarios para su número, Johnny subió rápidamente al escenario caminando con las manos. 

El mago, sorprendido por su desparpajo, le acabó convenciendo para que se uniera al espectáculo. Johnny aceptó con la única condición de que su hermano Robert fuese también contratado. Después, el actor se curtió también en el famoso circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey (que en 2017 cerró sus puertas de forma definitiva), donde realizaba números con juegos de manos, hazañas acrobáticas, malabares y caminatas sobre la cuerda floja.

Con los años, ganó bastante popularidad gracias a su versión del famoso truco de magia de cortar a una persona por la mitad, donde participaba su hermano. Durante aquel número, Robert, desde los asientos del público, abucheaba al mago de turno con gritos de ‘¡Es un truco!, ¡es falso!’. El ilusionista le hacía entonces subir al escenario, y terminaba arrojándole a la caja. 

En ese momento, cambiaban el cuerpo de Roberto por Johnny y un enano disfrazado solamente con un par de pantalones (la cabeza no se le veía). El mago hacía el corte, la caja caía al suelo abierta y los pantalones salían correteando a la vez que Johnny gritaba: ‘¡Vuelve! ¡Quiero mis piernas!’, y se ponía a perseguir a la prensa de ropa por el escenario.

Johnny conoce Tod

Actuando en una exhibición en Canadá, Johnny fue descubierto casualmente por un cazatalentos de la MGM. Su representante le comentó en un principio que tenía que viajar a California para trabajar en un circo de allí. Al llegar a Los Angeles, Johnny descubrió que en realidad iba a participar en una película sobre un circo en el que trabajan artistas ‘normales’ y otros ‘discapacitados’. Según comentó luego el propio Johnny, al llegar al set de Freaks no se sintió demasiado cómodo mezclándose con sus compañeros de reparto, a los que describió como una "multitud alegre y ruidosa, infantil, tonta y en un mundo propio".

Sí que hizo muy buenas migas con el director del filme. "Browning quería que yo estuviera lo más cerca posible de él”, contó. “Me dijo que siempre que tuviera un asiento o una silla vacía, me sentase a su lado mientras rodábamos". Aquello, unido al hecho de que Johnny era uno de los pocos miembros del elenco con camerino propio, despertó los celos del resto de actores. Pero la buena sintonía entre el actor y su jefe llevó incluso a que Browning le ofreciera trabajar nuevamente con él en una película donde Johnny interpretaría a la creación de un científico loco.

Freaks, de cuyo metraje original no queda hoy rastro, fue preestrenada en San Diego, en enero de 1932, con algunos espectadores saliendo corriendo de la sala. Su estreno, en esa misma ciudad, cosechó más críticas negativas que éxito comercial, puesto que el público estadounidense no terminó de entenderla. Y ya se sabe que Hollywood podía tolerar cualquier cosa excepto perder dinero. Al final, MGM decidió que el filme era un quebradero de cabeza para el estudio, y lo retiró de la circulación tras su estreno en Nueva York durante el verano de aquel año.

“La gente siempre buscaba chivos expiatorios”, señaló el autor David Skal. “Hollywood era un chivo expiatorio que venía bien a grupos cívicos, religiosos o de mujeres. Y había una reacción cada vez más violenta al tipo de películas que Hollywood estaba sacando. Sobre todo a las películas de gangsters y de terror. Freaks fue un blanco especial para esos grupos. Les parecía un nuevo hito de la depravación en Hollywood, que era una película tremendamente cruel y explotadora”.

La vida después de 'Freaks'

El revuelo del filme, unido al hecho de que Browning parecía algo incómodo con las técnicas del cine sonoro, convirtió la trayectoria de este cineasta en una carrera cuesta abajo sin frenos. No en vano, el de Louisville terminó perdiendo toda su influencia en la meca del cine (lo que propició que su proyecto con Johnny quedara guardado en algún cajón), y en 1942 fue despedido por MGM (aunque ya entonces llevaba varios años sin dirigir).

Pese a todo, Johnny parecía haberse convertido en el raro favorito de la industria del cine de esa época. A falta de técnicas para crear efectos especiales, la MGM decidió colocarle un disfraz y le puso a interpretar a una extraña criatura pájaro en tres películas de Tarzán tituladas Tarzán de los monos (1932), La fuga de Tarzán (1936) y El tesoro de Tarzán (1941). Esta fue la última incursión en el cine de Johnny, que desde ese momento trataría de ganarse la vida con algunos de sus otros intereses.

Johnny Eck en 'La fuga de Tarzán'
Johnny Eck en 'La fuga de Tarzán'
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Durante una temporada, su hermano y él dirigieron su propia orquesta de doce músicos (con Johnny llevando la batuta y Robert tocando el piano) en su ciudad natal. También dedicó horas al dibujo y la pintura, que se le daba bastante bien desde niño, y a conducir por las calles de Baltimore su propio coche de carreras, el Johnny Eck Special. Cuando los circos y las ferias ambulantes perdieron interés como forma de entretenimiento popular, los hermanos Eck volvieron a la casa familiar, en el 622 de North Milton Ave. Allí pasarían el resto de sus vidas.

En un momento dado, probaron a regentar una sala de juegos recreativos, pero un impuesto comercial les obligó a cerrarla. También compraron en el mercado de segunda mano una atracción de tren para niños que Johnny conducía a veces gustoso en un parque local. Con el paso de los años, los vecinos de Baltimore se acostumbraron a ver al actor sentado en las escaleras de su porche, con su chihuahua Major, contando historias sobre su vida a todo aquel que quería escucharlas.

Fama tardía

Robert y Johnny también disfrutaban representando para los más pequeños espectáculos de marionetas protagonizados por Punch y Judy. Cuando Freaks salió en vídeo, su casa se convirtió en una especie de sitio de peregrinación para muchos fans de la película. Johnny solía recibirlos con cariño y generosidad, a pesar de su precaria situación económica y del hecho de que apenas guardaba recuerdos materiales de su carrera artística (cosa que achacaba a la falta de escrúpulos de representantes y supuestos amigos). "Me siento muy avergonzado”, escribió a un amigo cercano. “Me encantaría poder entretener económicamente a esta gente maravillosa de una manera refinada, con un pequeño sándwich, una Coca Cola fría o algo así,...”.

Pero su vecindario se convirtió poco a poco en un lugar cada vez más inseguro y peligroso debido a las drogas y la delincuencia. En enero de 1987, Johnny y su hermano, ya septuagenarios, sufrieron en su casa un robo que duró varias horas. Uno de los ladrones se burló del actor y llegó a sentarse sobre él mientras el otro se llevaba sus pertenencias.

Aquello infundió miedo en el corazón de Johnny, que a partir de entonces se recluyó y dejó de recibir en casa a sus admiradores. “Si quiero ver monstruos, solo tengo que mirar por la ventana”, lamentó. A principios de enero de 1991, el estadounidense sufrió un ataque al corazón que le llevó a la tumba cuando solo faltaban unos meses para que soplara sus ochenta velas. Su hermano Robert murió cuatro años más tarde. Los dos fueron enterrados bajo una misma lápida en el Green Mount Cemetery.

Para entonces, Freaks llevaba ya tiempo disfrutando de su estatus de película de culto. Después de pasar tres décadas estando prohibida en algunas partes del mundo, la película fue descubierta por una nueva generación en los años sesenta, en un contexto muy diferente al del momento de su estreno: el movimiento de protesta social y la contracultura. 

La palabra freak (friki) se resignificó y la gente que acudía a los pases en universidades y en sesiones de cine de medianoche comenzó a apreciar el valor de un filme que, en el fondo, abraza la idea de ser diferente y la celebra.

“Se nos ha insensibilizado con tantos horrores que ya no puede verse como una película horripilante”, señaló Meah. “Ahora se va a prestar atención a la extraña yuxtaposición de actitudes y celos. Se va a ver como una historia. De algún modo, vas a poder olvidar la deformidad de las personas y a descubrir que puedes identificarte con ellas. De hecho, te identificarás tan bien con las personas de la película que empezarás a ver que muchos de los que te rodean normalmente son los verdaderos monstruos, y no esas personas”.

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