5 razones para reivindicar 'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal' por encima de sus errores

En su estreno fue recibida con ira por los aficionados de la trilogía de Spielberg, pero ha llegado el momento de hacer notar sus puntos fuertes dentro de la saga del famoso arqueólogo.
Harrison Ford en 'Indiana Jones y la calavera de cristal'
Harrison Ford en 'Indiana Jones y la calavera de cristal'
Cinemanía
Harrison Ford en 'Indiana Jones y la calavera de cristal'

El 22 de mayo de 2008 llegaba a las pantallas de cine de todo el mundo Indiana Jones y la calavera de cristal, la cuarta entrega de la saga. Un regreso que se había dilatado en el tiempo nada más y nada menos que 19 años, tras el estreno en 1989 de Indiana Jones y la última cruzada. Fue un acontecimiento que, salvando las distancias, provocó el mismo revuelo mediático y fan que el arranque de la trilogía de precuelas de Star Wars en 1999.

Al igual que las películas de Lucas, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal se encontró con una recepción exageradamente negativa. Las críticas se cebaban contra Shia LaBeouf, una irreconocible Marion Ravenwood, el componente ci-fi en contraposición con el mitológico-religioso de la trilogía original y el cambio de tono y textura de esta nueva entrega frente a las cintas previas.

En honor a la verdad, es cierto que El reino de la calavera de cristal puede ser el título menos redondo de la saga Indiana Jones. El exceso de personajes que acompañan al doctor Jones, la bizarra y jarjarbinesca interpretación de John Hurt, la inadecuación de Karen Allen como Marion madura o el abuso de lo digital en algunas secuencias provocaron las iras furibundas de unos aficionados que no aceptaron que quizá la excesiva admiración les permitieran ver que, aunque irregular, la cuarta entrega no era tan diferente.

Para hacerle justicia a una cinta tan vilipendiada, apuntamos cinco razones por las que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es una película tan estimable como reivindicable dentro de la saga.

1. Del serial de Republic a la serie b anticomunista

Las tres primeras entregas de Indiana Jones transcurrían entre 1935 y 1939. Una época en la que, además del auge del nazismo en Europa, proliferaban y triunfaban los seriales cinematográficos de Republic en las matinees de las salas de cine de Estados Unidos. Productos de aventuras de serie b, circunscritas a géneros populares como el western, la ciencia ficción, la aventura, el pulp o las adaptaciones de cómics que encandilaron a las audiencias infantiles de la época.

Entre ellos, a unos pequeños George Lucas y Steven Spielberg que tanto en Star Wars como en Indiana Jones trasladaron esos referentes a las audiencias de los años 80 en formato scope y con gran presupuesto pero manteniendo su espíritu lúdico.

Pero en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal el personaje protagonista había evolucionado (en la realidad y la ficción). La cuarta entrega transcurriría en los años 50, donde la guerra fría, la paranoia anticomunista y el miedo al holocausto nuclear habían sustituido al peligro nazi y japonés. El cine popular de los 50, sobre todo el de ciencia ficción de serie b, era lo que servía como mecanismo de propaganda del gobierno estadounidense.

'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
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Era también la época de las publicaciones de EC Comics, con títulos antológicos como Tales from the Crypt y Weird Science. Tebeos donde el terror y la ciencia ficción se daban la mano y que influyeron a ambos autores, en especial a un joven George Lucas. El misterio místico y religioso de los años 30 (las arcas de la alianza y los santos griales) tenían que dar paso a las nuevas leyendas urbanas de los años 50. En especial, el peligro del espacio exterior.

Así, Spielberg y Lucas se atreven a darle una vuelta de tuerca temática, tonal y estética a su nueva aproximación a Indiana Jones. De los colores terrosos y naturalistas de la trilogía original pasamos a una estética donde predominan los azules y rojos pastel, casi como si el Technicolor primigenio se diera la mano con la posproducción cromática de la era digital.

Una estética que servía para remarcar de qué modo el aventurero de Republic había envejecido y se encontraba como pez fuera del agua en una época en la que era una reliquia del pasado como aquellas que había perseguido toda su vida. A su vez serviría de campo de pruebas para la la cinta definitiva de Spielberg sobre la guerra fría siete años después: El puente de los espías.

'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
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2. La fotografía de Janusz Kaminski

El artífice de que El reino de la calavera de cristal se sienta y se vea de manera diferente es el director de fotografía Janusz Kaminski. De procedencia polaca, Kaminski comenzó a colaborar con Spielberg a partir de la película que escinde su filmografía en dos: La lista de Schindler, en 1993. 

Hasta ese momento, Spielberg había confiado para crear las atmósferas y la paleta cromática de sus filmes en directores de fotografía como Bill Butler (Tiburón), Vilmos Zsgimond (Encuentros en la tercera fase), Dean Cundey (Hook, Parque Jurásico), Allen Daviau (E.T., el extraterrestre) o Douglas Slocombe (las anteriores entregas de Indiana Jones). Y no podían ser más diferentes.

La fotografía de Kaminski, fuertemente contrastada y quemada, cambió el tono y la estética del cine de Spielberg. Algo que se puede vislumbrar perfectamente en la etapa que comprende desde Inteligencia Artificial a La guerra de los mundos. Spielberg regresó al género de ciencia ficción, pero el tono lúdico, desenfadado y luminoso de su obra previa quedaba teñido de la desolación de La lista de Schindler y Salvar el soldado Ryan, y de las sensaciones surgidas del impacto emocional del 11-S.

Kaminski recoge todo su trabajo previo con Spielberg, pero también entiende el que su predecesor, Douglas Slocombe, realizó en la trilogía original. Y eso da lugar a un tándem creativo con Spielberg muy diferente, donde es capaz de realzar de manera majestuosa y a la vez crepuscular a un Indiana Jones más mitológico y atemporal que nunca.

'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
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A destacar quedan el juego de luces y sombras en la tienda de campaña de los villanos a partir de la superposición de telares, el coqueteo con lo gótico-terrorífico en el cementerio de Perú o la belleza espectral de la explosión atómica bajo la mirada anonadada de Indiana Jones.

3. Las set-pieces de acción

Si hay algo que destaca sobre el resto de elementos en la franquicia Indiana Jones es la perfecta ejecución de sus set-pieces de acción. El reino de la calavera de cristal tiene un prólogo prodigioso, de unos 20 minutos de acción non-stop, que sirve como recordatorio de la habilidad de Spielberg y Lucas para desarrollar secuencias puramente cinéticas. El más difícil todavía da lugar a una escena con cambio de escenarios, con sus consiguientes variaciones de ritmo y tono, que nunca se sienten fuera de lugar gracias a las habilidades de puesta en escena.

Pero El reino de la calavera de cristal no vive solo de ese prodigioso arranque. Más tarde, Spielberg entrega una secuencia espejo de la del sidecar de La última cruzada en el primer encuentro entre los personajes de Harrison Ford y Shia Labeouf. 

Después, en la frenética secuencia en los jeeps de la jungla Spielberg consigue el más difícil todavía separando acciones y personajes en un todo uniforme que solo se ve lastrado por el exceso de efectos digitales.

4. Shia LaBeouf

Que Shia LaBeouf se ha convertido en blanco fácil de las críticas es un hecho. La actitud del actor tampoco ha ayudado a evitar su escarnio, pero es muy posible que la antipatía que provoca su personaje público ha provocado que se minusvalore su talento actoral. Y en Indiana Jones es donde se ve de una manera más cristalina.

Shia LaBeouf en 'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
Shia LaBeouf en 'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'
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Shia LaBeouf, en su papel de Mutt Jones, hijo de Indiana Jones y Marion Ravenwood, funciona perfectamente a lo largo de la cinta. Tanto en su habilidad para convertirse en la pareja cómica de Harrison Ford (a lo Jack Lemmon y Walter Matthau), como al funcionar como espejo de la relación de Ford con Sean Connery en La última cruzada.

Cierto es también que el exceso de personajes que van acompañando a Indy hace que Mutt se vaya diluyendo en la segunda mitad del filme, ahogado por el aparataje argumental y estético de la película. Pero en la primera mitad LaBeouf brilla y demuestra que las esperanzas puesta en él a lo inicios de su carrera no eran infundadas.

5. Cate Blanchett

Hablar a estas alturas de las excelencias interpretativas de una actriz como Cate Blanchett es quizá redundante. Pero no lo es tanto recordar su valía como la gran villana de la cuarta entrega de Indiana Jones. Una némesis que ha pasado casi desapercibida bajo todos los ataques y desprecios excesivos que se han vertido sobre el filme.

Cate Blanchett y su agente especial rusa Irina Spalko es quizá uno de los grandes aciertos de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Un personaje muy por encima del poco carismático Walter Donovan interpretado por Julian Glover en La última cruzada y a la altura iconográfica del Mola Ram interpretado por Amrish Puri de El templo maldito o el Arnold Toth de Ronald Lacey en En busca del arca perdida.

Cate Blanchett como Irina Spalko
Cate Blanchett como Irina Spalko
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Desgraciadamente, como en el caso de Shia LaBeouf, el exceso de personajes, tramas y subtramas que se atropellan en el libreto firmado por George Lucas, David Koepp y Jeff Nathanson causa que el potencial del personaje quede algo desperdiciado. 

Pero solo por su primera aparición en el prólogo situado en el Area 51, o su interrogatorio al mismísimo Indy en el campamento en Perú, sin olvidar su final fatal emulando el destino de Bellocq, sirve para colocar a Irina Spalko entre las grandes némesis del arqueólogo más famoso y querido de la historia del cine.

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