FICX 2022 | 'Funny Pages' es la mejor película posible sobre el mundo del cómic underground

El debut de Owen Kline es lo más cerca que ha estado el cine a un cómic de Peter Bagge (que le ha dibujado los créditos).
Funny Pages
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Cinemanía
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Siguiendo la idea de que las mejores adaptaciones de cómics al cine no tienen que seguir ningún modelo argumental concreto sino empaparse de cierto espíritu, podemos constatar que Funny Pages, ópera prima del multitalentoso y bien conectado Owen Kline, es lo más parecido que puede hacerse en el medio audiovisual a un cómic underground estadounidense. Sin necesidad de adaptar ninguno en concreto, supera a todas las intentonas previas, como Ghost World (2001), porque no intenta parecerse a uno; lo es.

Kline dirige y escribe una historia de personajes arribistas y antipáticos que bien podrían haber salido de las viñetas de Peter Bagge (quien ha participado en el filme dibujando los títulos de crédito) o ser secundarios en las de Daniel Clowes. El director, hijo de los actores Kevin Kline y Phoebe Cates, proviene de familia evidentemente ilustre y está tan bien conectado como para contar con los hermanos Safdie como productores, con su director de foto Sean Price Williams detrás de las cámaras y con distribución de A24, pero su debut no podría ser más antiglamuroso. 

Funny Pages está protagonizada por Robert, un chaval de instituto interpretado por Daniel Zolghadri con minuciosa antipatía. En un relato de iniciación convencional, el hecho de que Robert se dedique en sus ratos libres a dibujar cómics con burradas semieróticas en la línea chunga y grumosa de Robert Crump, y sea animado por uno de sus profesores a desarrollar su talento y perseguir el sueño de la profesionalidad, sería el punto de inicio de un mensaje inspirador en las antípodas de Funny Pages. 

En esta película, dicho profesor (Stephen Adly Guirgis) no tiene ningún reparo en desnudarse delante de su alumno dentro de su despacho para que lo dibuje al natural. Sin que apenas haya dado tiempo a digerir la turbiedad de la situación, muere en un excéntrico accidente de tráfico, convirtiendo en revelación divina su propuesta de que Robert abandone los estudios para apostarlo todo por una carrera profesional dentro del mundo del cómic. Así es como abandona el hogar familiar y se va a vivir a un infrapiso en Nueva Jersey.

Las desventuras de Robert y la constelación de personajes secundarios que tiene alrededor (especialmente su 'enemiamigo' con quien compite en sus aspiraciones dentro del noveno arte) están construidos con pertinente crudeza y mala uva desde el guion hasta la caracterización de los actores. Si alguien destaca sobre los demás, por supuesto, es un hombre huraño llamado Wallace e interpretado por Matthew Maher (Nuestra bandera significa muerte) como imprevisible wild card andante, sin una pizca de empatía ni amabilidad en su relación con el mundo exterior.

Sin embargo, cuando el protagonista se entera de que tuvo un breve trabajo como separador de colores (que no colorista, como él mismo recalca) en Image Comics, hace lo posible por acercarse a él con ojos de aprendiz en busca de mentor. Decir que el plan sale mal sería quedarse corto ante la concatenación de desdichados equívocos que estallan en un clímax de pura comedia de la catástrofe cuando Robert decide invitar a Wallace a casa de sus padres por Navidad.

Kline no escatima en la ruindad de sus personajes ni en la crueldad cómica con la que cercena el relato anti-inspiracional en un gesto de derrota atónita que es pura esencia del cómic underground estadounidense. Podría entenderse Funny Pages como un homenaje a la propia juventud del autor, conocedor hasta la médula del mundo de los fanzines y las viñetas, y la película guarda detalles bien conmovedores a su modo, como que los cómics que dibuja Robert sean obra de Johnny Ryan. Un Kline imberbe de apenas 14 años ya escribía correo fan al autor de Pudridero.

Quizás por eso mismo, ese conocimiento tan personal por parte del director de los resortes artísticos e, incluso, esenciales de los que es un auténtico cómic underground, sea lo que convierte Funny Pages en una comedia tan divertida y una película tan valiosa. Una carta de amor al mundo de las viñetas tan costrosa y antipática como tu primera visita a una tienda de cómics.

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