[La Cabina 2021] ‘Las del fuego’: Retrato de unas jóvenes en llamas

Laura Rius, una de las cuatro directoras de ‘Las amigas de Àgata’, brilla con ‘Les filles du feu’, que compite en La Cabina, el festival valenciano de mediometrajes
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Cinemanía
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius

Un grupo de chicas francesas se reúne diez años después de que acabara ardiendo el chalet con vistas al mar en el que estaban pasando un fin de semana entre amigas. No se sabe muy bien qué pasó, y no se habían vuelto a ver desde entonces. Las llamas también redujeron su amistad a cenizas. El trauma, la culpa, los adultos, una mezcla de todo hizo que se alejaran las unas de las otras. Pero la cámara de Laura Rius ha cerrado el círculo, conjurando el pasado. Las del fuego aka Les filles du feu es nuestro “coup de coeur” en La Cabina, en Valencia, del 9 al 19 de noviembre.

Las amigas de Àgata (2015), un trabajo de final de carrera en la UPF dirigido por cuatro chicas, acabó marcando un antes y un después en la historia del cine español. Antes, una mujer detrás de la cámara todavía era algo que, por inusual, llamaba la atención. Desde entonces, las jóvenes realizadoras que han surgido por doquier son innumerables, y constituyen el máximo factor renovador y refrescante de un panorama cinematográfico que ya empezaba a oler a ranciete.

Quitando a Elena Martín, la que fue Àgata en la película, y que desde entonces se ha multiplicado de todas las formas posibles –dirigiendo Júlia Ist, haciendo teatro, en la Veneno...–, Laura Rius es la más activa de las cuatro directoras. Después de Àgata, se instaló en París, estudió montaje en La Fémis, y ahora no para de trabajar de montadora. En 2018, también hizo otro magnífico mediometraje codirigido con Carlos Solano que se llama Millions (and Millions) of Memories, en donde fantasea a partir de sus viajes en crucero con su abuela. Era buenísimo, y no tuvo la repercusión que se merecía.

Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Cinemanía

Les fillles du feu aka Las del fuego tiene algo de Las amigas de Àgata, en tanto que también se trata de un grupo de chicas adolescentes, y de su difícil tránsito a la mayoría de edad. El ardor de la adolescencia encuentra aquí una nueva llama en la que reflejarse, aunque Rius asegura que no era, para nada, consciente de ello: “a mí lo que me llamaba era el incendio, sólo durante el proceso de montaje me fui dando cuenta de que, en realidad, era la historia de un grupo de amigas. Es un tema que evidentemente me interesa, aunque cambia el momento vital: Àgata hablaba de un momento de crisis, mientras que ahora yo tengo la misma edad que Las del fuego, y puedo preguntarme por qué no veo a algunas amigas, y si puedo solucionarlo desde la edad adulta”.

Una película muy DIY

Rius asegura que, en contraste con Las amigas de Àgata, “Las del fuego es una película (financiada con una beca de la Région Île-de-France, en noviembre se verá en el Centre Pompidou) que he hecho muy sola, rodando y montándola yo sola, aunque me puedan haber ayudado en algún momento”. 

Como en Millions, aquí podría volver a notarse la influencia del francés Virgil Vernier, director de películas decisivas como Sophia Antipolis o Mercuriales, por las que tanto entrevistador como entrevistada sienten particular devoción. Al igual que buena parte del cine de Vernier, Les filles du feu también se construye como un estudio de lugar que tiene algo de perturbador. En el caso de Rius, antes fue un crucero a lo Costa Concordia, ahora es una casa que fue pasto del fuego.

Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Cinemanía

“Creo que la influencia de Vernier puede notarse en la manera de construir el relato sembrando pequeños indicios. Al principio aparece un cartel con el nombre del barrio, Le bois dormant, que le da una atmósfera de cuento, luego vemos otro cartel, el de una casa que está en venta…”, dice la realizadora, que confiesa haber visto Sophia Antipolis demasiadas veces. “La idea es ir sumando capas que se van conectando, en vez de una narración lineal”.

No sé hasta qué punto la filiación entre Rius y Vernier puede resultar anecdótica, lo que está muy claro es que, más allá de Àgata, y con tan solo dos discretos mediometrajes, Laura Rius se ha posicionado como una cineasta con voz y sensibilidad propia, que escapa de los lugares comunes por los que transitan las nuevas cineastas, abriéndose camino por sendas inexploradas que desafían el etiquetado rápido. No intenta convertirse en hype, sino hacer cine a su manera.

Un reencuentro auspiciado

Podríamos pensar que Rius supo que iba a producirse el reencuentro de estas amigas, diez años después de que se quemara la casa en la costa de una de ellas, pero no: “En realidad, conocí a Magda, la protagonista, y esa misma noche se puso muy seria y muy mística para contarme esta historia, que se había quemado su casa cuando tenía 16 años, y que no lo tenía superado. Le pregunté por sus amigas, y me contó que no se habían vuelto a ver desde entonces, que se deshizo el grupo. Le pedí permiso, y yo misma les envié un mail a cada una de ellas proponiendo un reencuentro con el que haríamos una película. Contra todo pronóstico, todas dijeron que sí. De alguna manera, todas tenían ganas de darse la oportunidad de hablar, y cerrar el tema”.

Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Cinemanía

“Primero las entrevisté a cada una de ellas por separado, pasó la pandemia, y llegó un momento, al cabo de año y medio, en el que la casa se puso en venta, así que tenía que ser ya. La casa, que había quedado diez años semi abandonada, por un tema de que que no había seguro para arreglar la parte quemada, estaba a punto de dejar de pertenecer a la familia”, explica.

La versión oficial dice que la casa se quemó a raíz de un cigarrillo mal apagado. Todas fumaban, nadie sabe quien lo dejó ahí, y las distintas versiones de los hechos no coinciden del todo: “al principio creía que ese era un punto muy importante para la película, y en un primer montaje había mucho de cada uno de ellas contando lo que había pasado, porque me fascinaba. Pero al final lo quité, porque pensamos que quedaba como una investigación para repartir culpas, y que difuminaba la metáfora del fuego que quema una amistad”.

Fuego, camina conmigo

El fuego tiene esa capacidad de fascinación, entre morbosa y transgresora, infernal, de la que no dispone ningún otro elemento. “Sí, yo creo que lo me llamó para hacer la película fue esa imagen de cinco chicas haciendo una fiesta en una casa junto al mar, y de repente se quema todo. Ellas también me comentaron que, cuando la casa ardió, no podían dejar de mirarla, fascinadas tanto por su belleza como por lo que habían hecho”.

Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
Fotograma de 'Las del fuego'', de Laura Rius
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Más que saber quién dejó el cigarrillo mal apagado, lo que fascina de Las del fuego es la naturaleza misteriosa de la disolución del grupo, algo que sólo se explica parcialmente por la culpa: “Creo que lo que pasó fue demasiado fuerte como para que siguieran siendo amigas como si tal cosa. Está el trauma, la culpa, el que Magda hubiera cargado con toda la responsabilidad, pero también los adultos, que no aparecen en la película, porque quería darles la palabra a ellas. La palabra que los adultos les habían negado en su día. Ellos contribuyeron a separarlas, porque estaba esa cuestión de dinero, por falta de seguro, y nadie quería pagar”.

“Ellas tuvieron oportunidad de hablar, y acaban haciendo un ritual místico con salvia, que es algo que también les sugerí yo, porque Magda es muy mística. Al principio hace una llamada para que le tiren las cartas, y eso es totalmente real. Cada dos semanas se tira las cartas por Internet

Es algo que está muy de moda, y cuando fuimos a la casa, como sabía que todas eran bastante místicas, les propuse el ritual para purificar el lugar. Una manera de decir adiós a la casa, y a la película, que también me hacía gracia ya que, al fin y al cabo, también era un ritual con fuego. Estábamos ahí un poco como en plan pirómanas. Quería sacarlas del rol de víctimas, y empoderarlas de alguna manera”. Un aquelarre en toda regla.

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