Esta es la terrorífica BSO de 'Hellraiser' que nunca llegaste a escuchar

El filme original de Clive Barker pudo haber tenido una música aún más impactante.
Detalle del póster de 'Hellraiser' (1987).
Detalle del póster de 'Hellraiser' (1987).
Cinemanía
Detalle del póster de 'Hellraiser' (1987).

Cuero, agujas, sangre, sexualidad turbia... La saga Hellraiser nos evoca todas esas cosas, y también la célebre banda sonora del compositor Christopher Young para el filme original de 1987. Con su suntuosa decadencia, el tema principal de dicha BSO se ajusta perfectamente al morboso mundo de Clive Barker y a los Cenobitas de la Orden de la Hendidura, siempre en busca de la perfecta simbiosis entre dolor y placer.

O quizás no. Quizás Hellraiser estuvo a punto de tener partituras aún más terroríficas que las de Young, elaboradas además por artistas cuyo tren de vida le habría dado apuros al mismísimo Pinhead. Quizás esa historia sea real, y estemos a punto de contártela ahora mismo...

Para hacerlo, viajemos en el tiempo hacia mediados de los 80, cuando Clive Barker era ya medianamente conocido gracias a su faceta literaria. No solo porque los relatos contenidos en la antología Los libros de sangre fuesen capaz de ponerle el estómago en la boca al más pintado, sino también porque el mismísimo Stephen King había aclamado a su responsable como "el futuro del terror". 

Clive Barker y Doug Bradley en una imagen promocional de 'Hellraiser' (1985).
Clive Barker y Doug Bradley en una imagen promocional de 'Hellraiser' (1987).
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Siempre ambicioso, Barker quería dejar huella también en el cine con una adaptación de su novela corta El corazón condenado (The Hellbound Heart, en el original). Un título que sus productores consideraban poco comercial, y que él quiso cambiar por el de Los sadomasoquistas del infierno, sin conseguirlo. Lo que haría una mujer por echar un buen polvo, el título sugerido por una de sus ayudantes de producción, tampoco cayó bien entre los ejecutivos. 

A fin de darle a su primer filme el tono que este requería, Barker necesitaba documentación exhaustiva sobre prácticas sexuales poco ortodoxas. Y también necesitaba música capaz de convencer al espectador de que la Configuración del Lamento iba a abrirse de un momento a otro. Por suerte para él (o eso creía), había encontrado ambas cosas en un mismo lugar, y ese lugar eran los discos de Coil. 

Narrar la trayectoria de esta banda, una de las más influyentes de la escena industrial, requeriría un artículo entero. Dejémoslo, pues, en que sus (entonces) tres miembros, Peter Christopherson, John Balance y Stephen Thrower, tenían mucho en común con los Cenobitas en intereses y estilo de vida. Además, su elepé Scatology (1984), le había gustado mucho al escritor: "Son el único grupo capaz de revolverme las tripas", dijo de ellos Barker. Y era un elogio. 

Peter Christopherson y John Balance, del grupo Coil.
Peter Christopherson y John Balance, del grupo Coil.
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Para colmo, los intereses de los miembros de Coil iban más allá de drogarse hasta reventar, pasar por los bares gays de Londres como el caballo de Atila y grabar música que reflejase el clima apocalíptico de los años del sida. Stephen Thrower, de hecho, era un experto en cine de terror, y conocía a Barker gracias a su trabajo en la célebre tienda de cómics Forbidden Planet. Así pues, cuando el escritor se planteó llevar El corazón condenado al cine, llamó al grupo para que grabase la BSO.

Asimismo, Coil resultaron de gran ayuda para Clive Barker en otro aspecto: Peter Christopherson, responsable del apartado técnico del grupo y un notable director de videoclips, conocía a fondo el mundo del sexo extremo, y su colección de revistas sobre fetichismo, piercings y otros asuntos era mastodóntica. Barker extrajo de ella abundantes imágenes ("Toda clase de diversión y juegos con genitales, masculinos y femeninos", según Stephen Thrower) que le ayudarían a dar forma a sus criaturas. 

De esta manera, y tras conversaciones acerca del tono que Barker quería para sus temas (una mezcla de las orquestaciones de Carrie con el ruidismo de La matanza de Texas), Coil se pusieron manos a la obra, elaborando versiones primerizas de la BSO en su estudio casero. Sin embargo, la fiesta no tardó en aguarse. 

"La productora [New World Pictures] tenía a su propio compositor esperando entre bambalinas -explica Thrower–. Cuando Clive se vio en apuros con Hellraiser porque no tenía dinero para rodar los efectos especiales, se dirigió a los ejecutivos y les enseñó un primer montaje".

"Hasta donde yo sé -prosigue- la conversación fue algo así como: 'No sabíamos que esto iba a ser tan comercial. Vuelve a rodar esos efectos especiales y toma algo de dinero. Con una condición: queremos que sea nuestro hombre el que haga la banda sonora". De esta manera, Christopher Young (descrito por Thrower como "un enchufado") se convirtió en el responsable musical del filme, y Coil se quedaron con un palmo de narices.

Crítico de cine además de músico, con una obra que incluye libros sobre Lucio Fulci y Jess Franco, Thrower confesaba en 2017 que seguía enfadado con Clive Barker por aquella traición. Algunas de las piezas compuestas por el grupo para el filme acabaron apareciendo en 1987 con el título de The Unreleased Themes for 'Hellraiser', si bien en versiones inacabadas de las que el trío nunca estuvo satisfecho. 

Puñaladas traperas aparte, lo cierto es que los temas de Coil para Hellraiser resultan muchísimo más transgresores que la partitura que todos hemos acabado asociando con la película, aunque también hay que decir que el grupo se cortó (un poco) y no llegó a trazar con ellas paisajes tan apocalípticos como los que pueblan sus álbumes más conocidos. 

De hecho, Stephen Thrower afirma que el sonido de Horse Rotorvator, el elepé que Coil publicaron en 1987, está bastante cercano a los planes de sus autores para la BSO inacabada de Hellraiser. Como nota curiosa, Clive Barker se lleva una mención en los agradecimientos del disco, aunque tal vez (con Coil nunca se sabe) fuera un gesto de ironía. 

Stephen Thrower abandonó las filas de Coil en 1992, tras la publicación del disco Love's Secret Domain. En cuanto a John Balance y Peter Christopherson, ambos están muertos: el primero falleció en 2004, a causa de un accidente relacionado con su alcoholismo, mientras que el segundo pasó a mejor vida en Tailandia seis años más tarde. Las circunstancias de su muerte nunca han sido aclaradas. 

Clive Barker, por su parte, ha seguido adelante con su carrera como escritor y cineasta, aunque sin alcanzar nunca sus cumbres de los 80 y los primeros 90. Acerca de lo que hubiera ocurrido si su colaboración con Coil y su entorno hubiese seguido adelante, solo los Cenobitas lo saben. 

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