De un anuncio del ejército a la película con la que Tom Cruise tocó el cielo: así nació 'Top Gun'

Con el estreno de 'Top Gun: Maverick' recordamos la película original que se estrenó hace ya más de 30 años. 
Tom Cruise en 'Top Gun'
Tom Cruise en 'Top Gun'
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Tom Cruise en 'Top Gun'

Este reportaje -publicado originalmente en el número de junio de CINEMANÍA- lo estás leyendo en web. No obstante, a veces leer prensa en papel no es que sea bueno, es que te puede convertir en millonario. O en una estrella del cine. En 1983, no existían los posts online, ni el clickbait. Un joven y ambicioso productor llamado Jerry Bruckheimer leyó un reportaje titulado “Top Guns” en la revista California Magazine. Versaba sobre los pilotos de élite del ejército de EE UU, y su día a día en la base de San Diego. 

Bruckheimer se quedó ojiplático: “Pensé que aquello era La guerra de las galaxias en el planeta Tierra”, ha repetido después. Rodarlo era una chaladura porque, obviamente, en una era pre-efectos digitales, el filme solo se podía hacer con cazas reales, y eso implicaba el apoyo del Departamento de Estado yanqui. Pero bueno, una organización que precisa de publicidad constante para sumar reclutas y vender máquinas de matar tampoco podía hacer ascos a la propuesta. De todos modos, nadie iba a filmar algo tan bizarro, ¿verdad?

Sus sospechas parecieron confirmarse en un primer momento: ni había directores ni había guionistas dispuestos a enrolarse en esa fantasía aérea. Tuvieron que contratar a dos pipiolos como Jack Cash y Jim Epps, que todavía no habían conseguido ver sus guiones en una pantalla. Atendiendo a líneas de diálogo como “Su ego extiende cheques que su bolsillo no puede pagar” o “Tomaré una cerveza para apagar las llamas”, que se encuentran entre los peores de la historia, se entiende por qué.

Con la primera versión sobre la mesa, Paramount les dio largas. Pero el azar siempre es un elemento que considerar en una batalla. Michael Eisner y Jeff Katzenberg, los responsables del estudio, desertaron para irse a Disney en 1984. 

Tom Cruise junto a Tony Scott, director de 'Top Gun'
Tom Cruise junto a Jerry Burckheimer, productor de 'Top Gun'
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Ned Tanen, el nuevo mando en plaza, no se puso a mirar pasar las nubes, sino las cuentas de Bruckheimer y su socio, Don Simpson: Flashdance y Superdetective en Hollywood, sus dos anteriores películas, habían sido dos taquillazos. La pareja estaba bendecida por el público. 15 millones de presupuesto y que hicieran lo que les viniera en gana.

Cazas y monomaniáticos

Básicamente, repitieron la fórmula que triunfaba a principios de los 80: la vida como un concurso en el que el rebelde se lleva el premio gordo, ya fuera el ingreso en una academia de baile como Flashdance o un combate de boxeo como en la saga Rocky. Los asesores militares no daban crédito: ¿una competición entre pilotos? ¡Acabarían todos estrellándose! Pero así lo quería la ficción y así lo escribieron Epps y Cash. También repitieron método en la búsqueda de director. Gracias a Flashdance y su experiencia con Adrian Lyne, Bruckheimer y Simpson habían descubierto la gran cantera de la publicidad británica. Hollywood los despreciaba por comerciales, pero eran los que habían entendido que el cine ya no era el mismo tras la llegada de la MTV

Además, estaban desesperados por rodar y ser legitimados por la industria. Solo había que elegir el adecuado. Tony Scott, el hermano pequeño de Ridley, llevaba cuatro años sin rodar cine tras el tortazo de El ansia. Se ganaba la vida filmando anuncios, como el de uno de coches: un duelo al amanecer entre un Saab 200 Turbo y un caza, con música molona. En 2002, Scott reconocía: “Creo que fue lo único que encontraron en lo que aparecía un caza. Así que me contrataron”. Scott tenía la ambición artística de hacer un Apocalypse Now aéreo, pero los productores le bajaron los humos y pronto entendió que: “Querían estrellas de rock pilotando aviones plateados sobre cielos azules”.

Productor, guion, estudio, director… faltaba el quinto elemento, el díscolo piloto apodado Maverick. Bruckheimer y Simpson miraron entonces a un actor cuya carrera parecía haber entrado en barrena. A sus 23 años, Tom Cruise estaba en el peor momento de su vida: fiasco con Legend, de Ridley Scott, separación de su pareja Rebecca de Mornay y muerte de su padre. Cruise siempre quiso ser piloto, pese a que por su altura (1,70… o eso dice), jamás pasaría el corte. Tal vez para curar su depresión, el actor se implicó de una manera obsesiva que le ha perseguido el resto de su carrera, hasta el punto de trabajar sin dobles de acción. 

Imagen de 'Top Gun'
Imagen de 'Top Gun'
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No era el único monomaníaco. Scott quería hiperrealismo en las nubes. Eso pasaba por una medida que tenía más que ver con la ingeniería que con el cine: instalar hasta cuatro cámaras que no alteraran el peso de unos aviones que costaban 36 millones de dólares. El perfeccionismo del director le llevó a pagar de su propio bolsillo 25.000 dólares a la marina para que modificaran el rumbo del portaviones USS Enterprise, solo por el capricho de rodar a contraluz la escena inicial. Scott bordeó la locura hasta el punto de que le despidieron tres veces durante la filmación: por rodar ese inicio a cámara lenta, por sexualizar a Kelly McGillis más de la cuenta y por tapar el rostro de los actores con sus viseras durante los vuelos.

Para quitarnos el aliento

El mundo aéreo era lo único realista de un filme que era pura fantasía, y así lo entendieron todos. También el propio Scott. Cuentan que se presentó en el despacho de los productores con un taco de fotografías de moda de Bruce Weber, el hombre que, con sus modelos de pechos depilados, torsos desnudos untados con la mitad de la producción de aceite de la provincia de Jaén, había reinventado el cuerpo masculino recuperando cánones helenistas. 

Por supuesto, no bastaba con estar esculpido en mármol, había que exhibirlo: en escenas de ducha y vestuarios, en partidos de vóley-playa… Por el 35 aniversario, Cruise buscó una justificación al torneo en cuestión: “Teníamos que demostrar que esos hombres eran competitivos en todos los aspectos de su vida”. Pues vale, Tom. 

Las gafas de sol, la chupa, la moto...todo en la película estaba llamado a convertirse en icónico
Las gafas de sol, la chupa, la moto...todo en la película estaba llamado a convertirse en icónico
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Además de los cuerpos, estaban sus complementos: los protagonistas lucían sus Ray-Ban y sus chupas de cuero y bombers parcheadas hasta en la cama; los jefes se fumaban unos purazos que ni Fidel Castro en su puesto de mando, se acostaban con sus subordinados o revelaban secretos de estado mientras caminaban por el jardín de su casa; Cruise ejercía de cowboy en la cabina de su F-14 o a lomos de su Kawasaki GPZ900R en la que, por supuesto, jamás llevaba un casco que lo despeinara. Y bueno, también cometía la marranada de quedar con su crush después de hacer deporte bajo un sol de justicia y sin pasar por la ducha…

El disparate era tal que hasta Tony Scott relegó a apenas unos nanosegundos de metraje a dos futuras estrellas del calibre de Meg Ryan y Tim Robbins. Pero nada importó. El primer pase con público ya mostró que esa película iba a volar a la velocidad del sonido. Solo había un problema: hasta el menos avezado se dio cuenta de que la película desprendía un homoerotismo poco convencional para 1986. Tal y como afirma Quentin Tarantino en su descacharrante monólogo en Duerme conmigo (Rory Kelly, 1994): “[Top Gun] es la historia de un hombre luchando contra su propia homosexualidad”. 

Había que equilibrar con un personaje femenino que pudiera “quitarle el aliento” a Maverick antes de que lo hiciera su amiguete Iceman, así que se introdujeron un par de escenas íntimas de Cruise con McGillis. En ellas, la cursilería de los diálogos se camuflaba bajo el musicote de Giorgio Moroder, que repetía tras Flashdance. Su power ballad Take My Breath Away, interpretada por el grupo Berlin, reventó las radiofórmulas y se alzó con el Oscar a la mejor canción original. Fue el único que consiguió. Aquel año arrasó Platoon, una visión antibelicista. Pero Top Gun, la otra cara de la moneda, el publirreportaje de la marina, se llevó los billetes. Muchos billetes. 

Fue el filme más visto del año recaudando 357 millones de dólares y reventó el récord de preventas de VHS. Las solicitudes de ingreso en el ejército subieron un 500% y la venta de Ray-Ban un 40%. La carrera de Tom Cruise había despegado y nadie sabía cuándo tendría que regresar al mundo de los mortales a reponer combustible. Top Gun estableció un canon fílmico (y corporal) cuya estela han seguido otros amantes de los uniformes y la testosterona como Michael Bay o Peter Berg. Y todo porque un buen día, un señor decidió leer un reportaje en una revista de papel.

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