Cómo hacer que el biopic de un artista merezca la pena

La vida de los grandes artistas interesa mucho al cine, pero su obra no siempre está en el primer plano del retrato. Estos ejemplos merecen tu atención.
'Helene' (Antti Jokinen, 2020)
'Helene' (Antti Jokinen, 2020)
Cinemanía
'Helene' (Antti Jokinen, 2020)

Recientemente se estrenó en Filmin la película Helene (2020), dirigida por Antti Jokinen sobre la pintora finlandesa Helene Schjerfbeck —la mayor artista de toda Finlandia— que recupera para el gran público su figura y las condiciones en las que transcurrió su vida.

El biopic se concentra la época más intensa de la vida de Schjerbeck, en la que conoce al escritor Einar Reuters y en la que su obra comienza a valorarse y a exponerse gracias a la ayuda de este último y un comerciante de arte llamado Gösta Stenman.

No obstante, el biopic destina demasiado tiempo a la figura y la relación que Helene tiene con Einar y a las consecuencias que este romance deja en la vida de la artista y no tanto a sus pinturas, el nivel de detallismo y la paleta de colores empleada (similar a la que utilizaba la artista) nos acercan a su obra de manera más sensual.

'Zapatos de baile', de Helene Schjerfbeck (1882)
'Zapatos de baile', de Helene Schjerfbeck (1882)
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Debido a este estreno hemos decidido repasar los mejores biopics sobre pintores y artistas que se han realizado recientemente, incluyendo también a algunos clásicos.

¿Vida sentimental o arte?

La vida de Dora Carrington, una pintora inglesa de finales de siglo XIX y principios de XX que también ha pasado desapercibida por el gran público pese a ser miembro del llamado Círculo de Bloomsbury —como otras personalidades destacadas entre las que se encontraban Virginia Woolf y su hermana Vanessa Bell— es objeto del biopic dirigido por Christopher Hampton y protagonizado por Emma Thompson titulado Carrington (1995). 

Esta película también se articula en torno a la vida sentimental de Carrington, que de agitada y liberal encaja con el cliché de vida bohemia que se tiene de los artistas pero sin sobrepasar el dramatismo que algunas escenas podrían tener por su intensidad emocional. 

Sin embargo, la vida de la pintora y los hombres, sobre todo la obsesiva relación que mantiene con el escritor Lytton Strachey, ocupan un espacio en el que apenas se vislumbra su arte y que incluso tiende a opacar la extravagante personalidad de la artista.

'Larrau Snowscape', de Dora Carrington (1922)
'Larrau Snowscape', de Dora Carrington (1922)
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Mujeres en un mundo de hombres

No ocurre así con la película Paula de Christian Schwochow (2016), que muestra desde la primera escena la confianza en su arte de la artista alemana Paula Modersohn-Becker (Dresde, 1876) frente a las dificultades, reproches y menosprecios incluso de los demás artistas (entre los que llega a encontrarse su marido). 

Esta dificultad para lograr hacerse entender en un mundo dominado por hombres como es el del arte de principios de siglo impregna toda la película, en la que además vemos cameos de otras artistas notables luchar por conseguir una posición social similar de la que disfrutan sus compañeros como Suzanne Valladon y Camille Claudel.

Sobre esta última hizo Bruno Dumont otro biopic titulado Camille Claudel 1915 (2013) en el que muestra los últimos y desgarradores años de Claudel en el asilo psiquiátrico en el que estuvo internada durante los últimos años de su vida por orden de su hermano y de su madre después de caer en depresión. 

La vida y la vitalidad de Claudel se concentran en poder huir del lugar de todas las maneras posibles, en esa actitud podemos llegar a atisbar el sufrimiento al que se vio sometida la artista entre todas aquellas personas encerradas con las que no llega a identificarse, luchando siempre por su cordura.

Las condiciones sociales, el castigo que implica esta situación se presentan con un increíble minimalismo en el que la interpretación de Juliette Binoche ocupa todo el espacio.

Cierto minimalismo, cierta sencillez también es apreciable en la que ya es un clásico del género: Mr Turner de de Mike Leigh (2014) que aborda como la anterior los últimos años del pintor. 

Muchísimo menos torturada y de una calidez reconfortante que enlaza con los preceptos del pintor a la hora de utilizar la luz en sus obras y que le llevaron a ser llamado “El pintor de la luz”. La filosofía de su vida y su carácter quedan bien documentados, así como los acontecimientos que ocurrieron en los últimos 20 años de su vida.

Maudie, el color de la vida, de Aisling Wash (2016), también consigue ese equilibrio entre mostrar la vida y la obra de un artista, concentrándose en contar la historia de una de las pioneras del arte folk y naif: Maud Lewis. 

Autorretrato de Maud Lewis (2018)
Autorretrato de Maud Lewis (2018)
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Walsh consigue captar en esta historia la alegría y la resistencia de esta mujer que padeció artritis desde joven y que pese a ello siguió pintando hasta el final de sus días. El acierto de la peli pasa por mostrarnos la vida de Maud, desde que vive con sus padres hasta su relación con el pescador, del que primero sería su criada y después su mujer y hacerlo con toda la sencillez y sensibilidad que impregnaban su persona.

El caso Van Gogh

Interesante es también repasar la filmografía sobre la figura de Vincent Van Gogh, que en un principio se vincula con la locura y la pasión más desenfrenada como ocurre en El loco del pelo rojo de Vincente Minnelli de 1956 pasando por Van Gogh (1991) de Maurice Pialat, en que la figura del pintor postimpresionista pasa a una cotidianidad ensimismada y parca, muy distinta de las representaciones del artista que podemos ver en dos de los últimos biopics que se han estrenado sobre el pintor. 

En Van Gogh, a las puertas de la eternidad de Julian Schnabel (2018) todo el metraje —en ocasiones llega a parecer mareantemente— intenta recrear la mirada del pintor a través de los movimientos de la cámara, enlazando a su vez la mística y la ternura que destila forma de ver el mundo. 

Algo que comparte con la original Loving Vincent, dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman (2017) y realizada enteramente en pintura recurriendo a los originales trazos ondulantes del artista. 

El hijo del cartero personal de Van Gogh, Armand Roulin, inicia una búsqueda para entregar encontrar un destinatario a la última carta que escribió Van Gogh a su hermano, la pesquisa se convertirá en una improvisada investigación que sirve de excusa para repasar los últimos días de Van Gogh y para ver la historia a través de los ojos del pintor holandés.

En esta inmersión en la obra de la artista también se sitúa otro clásico del género: Caravaggio, de Derek Jarman (1986).

Calificado por sus retractores de efectista por la inclusión de escenas directamente sacadas de los lienzos del artista, lo cierto es que más que contar la vida del pintor Jarman reflexiona sobre el mismo hecho de la historia del arte como una narración inventada en base al anacronismo de convertir a Caravaggio —un asesino confeso— en un mártir. Además de esta reflexión sobre las imágenes y sobre el arte Jarman nos regala un sinfin de escenas que también están bajo la óptica del pintor.

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