Cher cumple 75 años reinventándose como diva pop y actriz de prestigio

'Do you believe?'. Un repaso a la carrera artística de Cher, sus reinvenciones y la lucha constante para ser tomada en serio.
Cher
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Cher es de esas personas que nacieron ya con un micrófono y un foco bajo el brazo. Siendo alumna de quinto grado, ya se puso a dirigir, coreografiar y seleccionar el reparto del musical Oklahoma! en su propio colegio. Su madre trabajó como actriz y cantante durante un tiempo; a su padre, un camionero armenio-estadounidense, no lo conoció hasta que tuvo 11 años.

La vida de Cher –que nació con el nombre de Cherilyn Sarkisian y hoy cumple 75 años– cambió radicalmente el día de 1962 que conoció en Hollywood a un tal Sonny Bono. Ella era entonces una desertora escolar de apenas 16 años que se había marchado de casa y soñaba con convertirse en estrella. Él, un joven compositor de veintiocho que trabajaba como asistente del productor musical Phil Spector en los Gold Star Studios. 

Con cierto ramalazo de paternalismo, Bono le ofreció cuidar de ella y terminó convenciendo a su jefe para que contratara a Cher como cantante de coro. Al poco, Cher y él formaron un dúo artístico (y también sentimental) que les llevó a grabar temas como el clásico I Got You Babe, y a viajar por todas partes con sus populares canciones; seis de las cuales llegaron a colarse entre 1965 y 1972 en el top ten de las listas de éxitos.

Sonny & Cher dominan las pantallas

Sonny & Cher se convirtieron en la pareja más famosa del planeta a finales de los sesenta y llegaron a ser considerados un referente del movimiento hippie. Vendieron todas sus pertenencias para producir el drama Chastity (1969), protagonizado por la propia Cher y titulado así en honor a su hijo, concebido durante la producción del filme, y un crítico de cine comentó de la actriz protagonista que tenía "una cualidad milagrosa que consigue que te olvides de los diálogos que estás escuchando". 

Además, llegaron a contar durante un tiempo con su propio espacio en la CBS: un programa de sketches de humor titulado The Sonny & Cher Comedy Hour que en 1971 alcanzó cotas de audiencia superiores a treinta millones de espectadores.

Cher toma su propio camino

Durante los tres años que se mantuvo en antena aquel programa, Cher demostró que contaba con una presencia totalmente magnética y que, además, cantaba mejor que su partenaire. Su rostro anguloso y su estilo extravagante acaparaban todas las miradas, y llegó un punto en que empezó a robarle protagonismo a Bono. Él resultaba algo menos talentoso frente a las cámaras, pero sí que demostró su capacidad para robarle a Cher el dinero que venían ganando juntos.

La californiana era algo así como un icono de estilo y apareció varias veces en la portada de Vogue, pero ni esto impidió que tuviera la autoestima por los suelos. Cher sentía que su marido ejercía una influencia dominante sobre ella y, harta de fingir delante del público, decidió aparcar el proyecto profesional que ambos tenían y se divorció de él en 1975.

Cuatro días después, se casó con Gregg Allman, una estrella del rock con quien tendría a su segundo hijo, Elijah Blue. Pero Cher, que al poco se separó de Allman debido a los serios problemas de este con las drogas y el alcohol, no quiso volver a anteponer su vida sentimental a su propia carrera, lo que no impidió que llegara a mantener romances con algunos de los hombres más deseados de Hollywood —el actor Tom Cruise entre ellos—. "Los hombres no son una necesidad. Son un lujo, como el postre", le explicaría una vez a una reportera.

Como no era rencorosa y estaba tiesa de dinero, Cher aceptó volver a trabajar junto a su ex Bono en The Sonny And Cher Show, el primer programa presentado por dos divorciados en Estados Unidos. Pero el humor de este espacio —basado en continuos insultos y reproches entre ellos— acabó incomodando a la audiencia, lo que llevó a que el espacio fuese retirado de la parrilla. Cher siguió grabando discos después de aquel fiasco, pero ya entonces tenía claro que quería tomarse en serio el tema de la interpretación.

La reinvención neoyorquina de Cher

En 1981, Cher abandonó Los Angeles para instalarse en Nueva York, donde quería reinventarse por completo y volver a empezar. Una vez allí, Robert Altman la descubrió y la fichó para actuar en su obra teatral de Broadway Jimmy Dean, que contaría con una adaptación al cine dirigida igualmente por el subversivo cineasta y protagonizada también por Cher. 

Y no es descartable que la artista tuviera una flor en el culo, porque tras una de las representaciones de aquella obra, el director de cine Mike Nichols se presentó en la parte trasera del escenario y preguntó si quería aparecer en su nueva película, un drama de denuncia ecologista titulado Silkwood (1983), donde Cher terminaría encarnando a la amiga lesbiana de la prota; una tal Meryl Streep.

Silkwood
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El público se echó a reír al ver el nombre de Cher en los créditos durante los pases de prueba, pero el filme acabó cosechando buenas críticas y varios premios importantes. La propia Cher fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto por aquel papel y, aunque algunos habían calificado su incursión en el mundo del séptimo arte como un acto de intrusismo profesional, más de un crítico mostró públicamente su sorpresa con el buen hacer de Cher frente a las cámaras. El popular crítico de The New York Times Vincent Canby, por ejemplo, aplaudió su "honesta y compleja presencia escénica".

Cher recibió al poco una oferta para actuar en Máscara (1985), un drama basado en hechos reales donde le tocó interpretar a la despreocupada pero protectora madre de un joven con una grave enfermedad que le ha producido una importante deformación del cráneo. La actriz fue nominada al Globo de Oro y premiada en el Festival de Cannes por este trabajo, pero siempre ha pensado que también se mereció una nominación al Oscar. 

Seguramente por eso, aceptó acudir a la siguiente gala de los Premios Oscar para ejercer de entregadora, pero optó por hacerlo con un impresionante conjunto negro de Bob Mackie que dejaba al descubierto su ombligo e iba acompañado de un enorme tocado de plumas. Un pequeño acto de rebeldía que la llevó a destacar entre el resto de los asistentes pero que también le valió las críticas de los académicos más rancios, quienes consideraron su atuendo demasiado frívolo para la ocasión.

Hechizo de Cher

Salta a la vista que Cher se comía la cámara, y que contar en una película con alguien tan popular como ella resultaba muy tentador para (casi) cualquier productor de cine. Eso debieron pensar los responsables del thriller judicial Sospechoso (1987), donde Cher comparte protagonismo con Dennis Quaid, o los de Las brujas de Eastwick (1987), una comedia de terror bastante comercial en la que Michelle Pfeiffer, Susan Sarandon y ella ejercían de poderosas brujas que se ven seducidas por un diabólico Jack Nicholson.

Pero fue protagonizar la comedia romántica Hechizo de luna (1987) lo que supuso la consagración definitiva de Cher como estrella hollywoodiense respetada. Aunque al principio tuvo dudas por el complejo acento que debía manejar su personaje —el de una viuda de origen italiano que vive en Nueva York y decide contraer matrimonio con un solterón pusilánime al que realmente no ama—, la actriz consiguió bordar su papel y, de paso, cerró muchas bocas al hacerse en 1988 con el ansiado Oscar a la mejor actriz principal por este filme por el cual cobró más de un millón de dólares.

La noche de la ceremonia, Cher volvió a dejar ojipláticos a muchos de los académicos y compañeros de profesión al recoger su estatuilla dorada ataviada con un precioso vestido negro con transparencias y pedrería diseñado por su amigo Mackie. 

"Cuando era pequeña, mi madre decía: 'Quiero que seas algo'. Y supongo que esto [el Oscar] representa veintitrés o veinticuatro años de mi trabajo. Nunca antes había ganado nada de mis compañeros", comentaría al recoger el premio una Cher que, por desgracia, se acabó acostumbrando a que muchos medios dedicaran más espacio a sus operaciones de cirugía estética, sus novios o sus outfits que a sus proyectos profesionales.

Cher superstar

Su caché había ido aumentando con los años, y su estatus de superestrella le brindó incluso la posibilidad de controlar y aprobar cada detalle de la producción de Sirenas (1990), una comedia dramática escrita para el lucimiento de Cher, en la que esta encarnó a la madre de Winona Ryder, una puritana adolescente avergonzada por las extravagancias de su madre. 

Parece ser que esta experiencia no fue especialmente grata para Cher, que tras el éxito cosechado con Hechizo de luna se había puesto el listón muy alto y en torno a esa época rechazó protagonizar las exitosas La guerra de los Rose (1989) o Thelma y Louise (1991), en un papel que sí aceptaría Susan Sarandon.

Como apenas recibía ofertas para papeles que realmente la motivasen, y tras sufrir una infección con el virus de Epstein-Barr se sentía especialmente fatigada, Cher pasó una temporada apareciendo únicamente en una serie de infomerciales sobre productos de salud, dieta y belleza que sanearon su cuenta corriente pero que, al mismo tiempo, le granjearon montones de burlas y parodias en diversos programas de televisión. 

No fue ya hasta mediados de los noventa cuando la artista volvió a meterse en un set de rodaje para actuar en la comedia Fielmente tuya (1996) —una cinta que se negó a promocionar por la vergüenza que le producía—, y coprotagonizar el telefilm Si las paredes hablasen (1996). Dos años después, Cher sufrió un duro varapalo tras enterarse de la noticia de la muerte de Sonny Bono, que en sus últimos años de vida se reconvirtió en congresista republicano y falleció en un extraño accidente de esquí.

Aquel mismo año, Sonny y ella recibieron una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por su contribución al mundo de la televisión, y Cher se encerró en un estudio para grabar Believe (1998), un disco dance que reinventaría su imagen, le devolvería la popularidad y se vendería como churros en todo el mundo gracias a temazos como Believe, catalogado como uno de los sencillos más vendidos de la Historia y conocido por poner de moda el efecto del vocoder. 

No está nada mal para una mujer que a menudo ha sido infravalorada, a pesar de que aún puede presumir de ser la única artista femenina en los Estados Unidos —junto a Barbra Streisand— que ha alcanzado un número uno en las listas musicales de éxitos y ganado un Oscar competitivo.

Cher abandona los focos

Cher recibió el 2002 embarcándose en una ambiciosa gira musical de despedida que acabaría prolongándose durante tres años y le reportaría pingües beneficios económicos. Precisamente por andar de concierto en concierto se vio obligada a rechazar un papel secundario en ¡Mamma Mía! La película (2008), la única oferta interesante que, en sus propias palabras, llegó a sus manos durante la primera década del nuevo milenio. 

Al poco, los responsables de la película musical Burlesque (2010) se reunieron con ella y lograron convencerla para volver a rodar un filme donde, además de cantar un par de canciones, pudo meterse en la piel de la dura encargada de un local de variedades al que acude en busca de trabajo una chica de pueblo interpretada por Christina Aguilera.

"[Burlesque] Podría haber sido una película mucho mejor", comentaría después de aquella decepcionante experiencia Cher, que nunca tuvo pelos en la lengua y, entre otras cosas, aseguró a los medios que el guion de este filme era una porquería y que Steve Antin fue un "terrible" director. 

"Soy demasiado mayor para hacer de joven y soy demasiado joven para hacer de mayor, así que tengo que ser utilizada de forma creativa. En Burlesque, que era horrible, [mi personaje] no tenía ningún interés amoroso, estaba dirigiendo a esta [troupe], eso es quien yo era", apuntaría en una ocasión la actriz.

De superestrella a tuitstar

De momento, el último coqueteo de Cher con el mundo del séptimo arte ha consistido en un breve pero aplaudido cameo en la cinta ¡Mamma Mia! Una y otra vez (2018), donde sus fans pudieron verla exhibiendo su gran poderío vocal al tiempo que interpretaba su propia versión del conocido Fernando mientras se marcaba un bailecito con Andy García. 

"En ese momento trascendente, una de las leyes centrales del universo se cimenta para siempre. Queda claro que cada película, sin importar cuán perfecta sea, sería infinitamente mejor si incluyera a Cher", escribiría después de ver el filme un periodista de Vulture.

Que Cher no necesita hoy día aparecer en series o películas para vivir es una verdad como un templo. Tal y como ha comentado ya en varias ocasiones, no tiene la más mínima intención de involucrarse en proyectos en los que no crea al cien por cien. A fin de cuentas, a estas alturas de su carrera, Cher se ha ganado el derecho a hacer lo que le dé la real gana. 

Una pena para todos aquellos que siempre han disfrutado con su capacidad para dotar de gran carisma a sus personajes, y últimamente se han tenido que conformar con ver a la artista ejerciendo de tuitstar, militando en la causa animalista o cantando una versión de Chiquitita de Abba; su primer tema en castellano, por cierto. 

"Creo que soy mucho mejor actriz que cantante", ha llegado a confesar la californiana. "Cantar es como ir a una fiesta en la casa de otra persona. Actuar es como tener la fiesta en tu propia casa. Cuando vas a la casa de otra persona para una fiesta, no es tu responsabilidad en absoluto, pero cuando tienes la fiesta en tu propia casa, ahí hay mucha responsabilidad. Todo el mundo tiene que pasar un buen rato. Por eso, para mí, actuar es más profundo". No seré yo quien le quite la razón a la 'diosa del pop'.

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