Catwoman, El Joker... Cómo han cambiado los personajes de la saga de Batman en casi ocho décadas

Alfred Pennyworth. Siempre leal

El sufrido mayordomo de los Wayne nació gordito e ingenuo en los cómics, pero, con los años, perdió kilos y ganó humor sarcástico. Esa es la versión que hemos conocido en cine y TV, bien con bigotillo (Alan Napier en la serie Batman, Jeremy Irons en las cintas de Zack Snyder) bien afeitado como Michael Gough (su intérprete de 1989 a 1997) y como ese Michael Caine que, en la trilogía de Nolan, usaba su ingenio de excomando del SAS para espabilar a su señorito a golpe de pullas.

Comisario Gordon. El hombre honrado

Pat Hingle, veterano experto en papeles uniformados, relevó en pantalla grande al televisivo Neil Hamilton para dar rostro a la versión más bonachona de la ley en Gotham. Pero, de Batman Begins en adelante, el Jim Gordon de cine se ha ajustado a los parámetros de su reinvención por Frank Miller: el único policía legal de una ciudad podrida, con unos rasgos tan duros como los de Gary Oldman y una voz tan estentórea como la de J. K. Simmons para dar fe de lo harto que está de todo.

Robin. El niñato

Muchos fans le odian, y no les culpamos: su interpretación a cargo de Burt Ward fue uno de los elementos más parodiables de la serie, mientras que, al verle encarnado por Chris O’Donnell (Batman Forever, Batman y Robin), más de uno rezó para que el Joker le masajeara el cráneo con una barra de acero. Tanto fue así que, cuando Christopher Nolan quiso homenajear al Chico Maravilla en El caballero oscuro: La leyenda renace, se limitó a dedicarle un guiño a través del personaje de Joseph Gordon Levitt.

Catwoman. Felina y sibilina

Las primeras vidas audiovisuales de Selina Kyle fueron buenas o muy buenas, del camp sublime de Julie Newmar en la serie a esa Michelle Pfeiffer que le robaba la cartera (metafórica) a Michael Keaton en Batman vuelve. Pero con Catwoman (2004) llegó el desastre, como bien saben Halle Berry y el director francés Pitof. Su última encarnación hasta la fecha (Anne Hathaway en el tercer filme de Nolan) conservó la astucia pero perdió desparpajo: esperemos que Zoë Kravitz le devuelva las garras.

Batman. La noche y la venganza

En 2003, el guionista Mark Millar se marcó un memorable bromazo ‘desvelando’ los planes de Orson Welles para llevar a Batman al cine en compañía de Marlene Dietrich, James Cagney y Basil Rathbone, entre otros. Y, si la cosa coló, fue porque los arquetipos tienen muchas caras. Hoy podemos decir que, tras los primeros seriales (con Lewis G. Wilson –foto izda.– y Robert Lowery) y el humor silver age de Adam West en la serie de TV y su largometraje (1966), las versiones fílmicas de Bruce Wayne se han vuelto cada vez más intensitas.

Tanto que, si bien algunas han resultado muy dignas (Michael Keaton, Christian Bale), otras han cruzado el umbral de la autoparodia, especialmente las de Val Kilmer y ese Ben Affleck cuyo “¿Sangras?” en Batman v. Superman era todo un cebo para los creadores de memes. Ahora bien: aunque George Clooney admita habérselo pasado bastante bien en el rodaje de Batman y Robin, da penita recordar que su versión del Hombre Murciélago ha quedado para la historia por culpa de aquella coraza con pezones.

Joker. El alegre bromista

Con un origen muy cinéfilo (la mueca de Conrad Veidt en El hombre que ríe, 1928), el Príncipe Payaso del Crimen ha sido tan imprevisible en la pantalla como en las viñetas, desde aquel César Romero (serie) cuyo bigote despuntaba bajo el maquillaje a un Joaquin Phoenix digno de mejor causa. Rindamos tributo a Jack Nicholson y Heath Ledger por lo bien que reflejaron su sadismo, y hagamos lo posible por olvidar a ese Jared Leto que le endosó la piñata y los tatus de un rapero con autotune.

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