Brad Pitt: "Los Oscar no son el objetivo, pero le daría todos los premios a Margot Robbie"

¿Tiene algo en común con su personaje de Jack Conrad?Diría que nuestras vidas se han cruzado, sí. Comparto su amor por el negocio, por el oficio… El esforzarte por comprender cuál es tu lugar en el mundo del cine después de 30 años en este trabajo. He intentado poner mucho de mí en este personaje.

¿También en lo más íntimo?También. Él se ha casado cinco veces y sigue buscando el amor…

La película es una enciclopedia cinéfila. Se dice que su personaje es una mezcla de leyendas como como John Gilbert o Douglas Fairbanks. ¿Qué ha aprendido de ellos?La interpretación ha cambiado muchísimo desde la época silente. Entonces el actor explicaba muchas cosas a la audiencia, con gestos que hoy serían considerados exagerados. Se trataba de incorporar esa gestualidad y mezclarla con la actual. Leí mucho acerca del periodo.

¿Y qué fue lo que más le sorprendió?Muchas de las estrellas del cine mudo no pudieron hacer la transición al sonoro, porque era un lenguaje diferente al que no supieron adaptarse. Fueron los actores de teatro de Nueva York los que mejor entendieron los nuevos tiempos.

¿Fue un rodaje muy exigente desde el punto de vista físico?Todos lo son. Cuando empiezas a rodar, tu vida se detiene y lo único que importa es contar una historia. Ayudó (y mucho) que el rodaje se retrasara por la pandemia. Todos vivimos Babylon como una fiesta postconfinamiento.

De hecho, la película empieza como una gran celebración…Esa primera escena de la fiesta, que dura 30 minutos, es una de las cosas más emocionantes que he hecho en mi vida. Es increíble la manera que tiene Damien de alternar la intimidad de los personajes con el gran espectáculo que era Hollywood en ese momento, una especie de Salvaje Oeste.

David Fincher, Steven Soderbergh, Terrence Malick… Después de trabajar con los mejores directores estadounidenses, ¿cómo definirías a Damien Chazelle?Quería trabajar con él desde Whiplash. Irrumpió como una estrella, que es lo que es. Babylon es una película de tintes épicos, porque nos encontramos en un momento de transición entre el cine mudo y el sonoro. Damien ha tratado de reproducir esa sensación y vampirizar la energía del momento, rodar las escenas como se haría en esa época, con sus 700 extras y sus explosiones, con sus personajes entrando y saliendo de planos larguísimos, con sus grandes movimientos de cámara. Y ruedas hasta ese mágico momento en el que todo es perfecto. Esa belleza está en la película de Damien.

¿Estuvo tentado de producirla?Mi intención pasaba únicamente por trabajar con Damien.

El Brad Pitt productor, ¿ve similitudes entre la crisis del cine actual y la de 1927 con el paso del cine mudo al sonoro? ¿Está el cine amenazado por el streaming?Hay películas que funcionan mejor en las plataformas. Ocurre mucho con pequeñas producciones intimistas, que tienen más audiencia. Genera algo tan maravilloso y cinematográfico que es comparable a la experiencia común de la gran pantalla y del sonido envolvente. Como ambas formas de distribución van a coexistir, necesitamos a las dos.

Por la época en la que transcurre Babylon se crearon los Oscar. Tienes estatuilla como productor (por 12 años de esclavitud) y como actor (Érase una vez…en Hollywood). ¿Qué posibilidades le ves a Babylon en la próxima edición?Los premios nunca son el objetivo. Dicho lo cual, yo se los daría todos a Margot Robbie.

¿Y música y fotografía?Claro, sería genial. Sobre todo para Justin (Hurwitz, el compositor). Es increíble la conexión que tiene con Damien. Lo suyo es pura serendipia: dos personas con tanto talento que se conocen en la universidad… Son algo así como Mick (Jagger) y Keith (Richards). Unos Rolling Stones.