ArteKino 2021, festival de cine europeo online en marcha hasta el próximo 31 de diciembre, exhibe una selección de títulos de perfil independiente de los últimos años, oportunidad para el ejercicio cinéfilo del ‘rescate’ y el descubrimiento. De primeras, una de las películas más atrayentes es la ucraniana When the Trees Fall (2018), drama con elementos de ‘thriller’ y fantasía que sorprende por la personalidad de la directora debutante Marysia Nikitiuk. El interés permanente que ejerce implica momentos estimables, cauce que prevalece frente a algunos aspectos menos convincentes achacables a su condición de ópera prima.
Nikitiuk modula una situación reconocible como la de la necesidad emocional de marcharse sin mirar atrás, tema plasmado desde el choque juvenil con el entorno. Desarrollada en un pueblo y en el campo en lo que vendría a ser la Ucrania profunda, la historia muestra a una chica, interpretada por Anastasia Pustovit, entregada a la pasión con un delincuente. Le ama y desea, pero de fondo subyace una fuerte dependencia emocional, ya que irse con él constituye su salida de un presente que oprime. De ahí lo que le cuesta esperar a que regrese de un trabajo.
En esta coyuntura interior cabe reseñar que Larysa afronta la reciente pérdida de su padre (la escena en la que se encuentra tumbada sobre las flores de su tumba desprende significado) y sufre el rechazo de su madre y sobre todo de su abuela por su desinhibición sexual y por la relación que mantiene, motivos de la mala imagen que la gente tiene de ella.
El filme, coproducido entre Ucrania, Polonia y Macedonia y que pasó por los festivales de Berlín y Sevilla, se detiene asimismo en el encargo que realiza el novio junto a dos compañeros. Scar, como le llaman por la cicatriz que luce en la espalda, quiere a Larysa, si bien fuera de los encuentros sexuales exhibe cierta distancia hacia ella, de ahí su actitud cuando al principio se sube con ellos al tren a pesar de que él le había reiterado que volverá pronto.
Las descripciones de estos tres jóvenes remiten a la deriva que acaba mal, como se comprueba en su visita a un hombre que debe dinero a su jefe, secuencia en la que Nikitiuk aborda con seco equilibrio un hecho delicado e impactante por su naturaleza terrible, y en la posterior huida.
La narración concede protagonismo a una tercera trama, la de la niña Vitka, prima de Larysa, que pasa un tiempo con la abuela, a la que le saca de quicio por su carácter inquieto y algo rebelde. Nikitiuk articula en esta vía la vertiente fantástica/onírica de la obra, relativa a las visiones de la menor, simbolizadas en un caballo blanco.
La plasmación de estos momentos desprende fuerza visual y sentido envolvente. En esa línea, llama la atención la manera en que la directora expone el sexo, con los amantes sumidos en el salvaje disfrute de lo carnal (el inicio del relato viene determinado por los momentos íntimos de Larysa y sus amigas durante una noche de fiesta en el campo). Tampoco pasa desapercibida su capacidad para describir la realidad a través del ambiente (el citado pueblo y lo que los enormes bloques de viviendas de arquitectura de la era soviética expresan acerca de la vida en la ciudad).
No obstante, el foco en términos narrativos reside en la carga gris presente en la exposición de la tradición y las costumbres, tono indicativo de la crítica de fondo. Larysa se ve sometida a una realidad impuesta por el entorno y la realidad social que la conduce a casarse con un hombre simple cuyas aspiraciones empiezan y terminan en comprar unos lechones e instalarse al lado de la casa de su madre. El estado anímico de la joven durante la boda se adscribe a lo desgarrador, al igual que el hecho de que, aunque ella no lo quiere, le propone irse fuera tal y como le sugería antes a Scar, reflejo de su imperiosa necesidad emocional.
Como se ha comentado, lo suscitado incluye un lado menos favorable. When the Trees Fall manifiesta la habitual pretensión de los autores primerizos de querer contar demasiado y acabar excediéndose. Nikitiuk incurre en ello como señalan la subtrama en torno a los vecinos de etnia gitana del pueblo (la muerte de un niño del clan en un accidente, el ajusticiamiento del culpable) y la tan vistosa como discutible vía de escape fantástica elegida para cerrar el largometraje.
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