Entrevista | Álex de la Iglesia: "Venecia es una enorme máscara de carnaval que oculta un cadáver fotografiado por miles de personas"

El cineasta bilbaíno estrena 'Veneciafrenia', en la que denuncia la turistificación a través de los asesinatos más sangrientos.
Álex de la Iglesia en el rodaje de 'Veneciafrenia'
Álex de la Iglesia en el rodaje de 'Veneciafrenia'
Álex de la Iglesia en el rodaje de 'Veneciafrenia'

Non c’è rosa senza spine’. Venecia recibía hasta 25 millones de turistas en 2019, antes de que el mundo se sumiera en la más profunda oscuridad ante la aparición de un virus por entonces desconocido. Su disneylandización provocaba que en las últimas décadas los vecinos de la histórica ciudad huyeran despavoridos ante el aluvión de visitas y el aumento de los precios. 

Al problema del denominado turismo de crucero se sumaban los conflictos habituales del acqua alta y la destrucción paulatina de los cimientos de madera, que originaban su hundimiento progresivo, y un aumento de las críticas contra la turistificación, aupadas por algunos trágicos accidentes mortales ocasionados por los navíos. Una tormenta perfecta para que la ciudad explote en Veneciafrenia, el nuevo filme de Álex de la Iglesia, que el cineasta bilbaíno concibió en una visita por sus canales.

El turismo se ha convertido en un verdadero problema para los residentes de las ciudades europeas, ¿cómo surge este proyecto tras uno de tus viajes? Hay un momento absurdo en el que te preguntas cómo es posible que toda esa gente masificada venga a toquetearlo todo, hasta que te das cuenta de que eres uno de ellos. Algo que no solo pasa en Venecia, sino también en las grandes ciudades y en la vida con todo lo que nos gusta o nos hace felices. Lo vamos destrozando poco a poco. La película habla sobre el concepto de belleza. Eso que nos atrae y, al mismo tiempo, terminamos destruyendo. Pensamos en Venecia porque parecía un decorado y se unía a una sensación o necesidad de hablar del cine.

Imagen del rodaje de 'Veneciafrenia'
Imagen del rodaje de 'Veneciafrenia'

Os trasladásteis a la ciudad italiana con la complejidad que supone, en plena pandemia de covid y con Tom Cruise rodando por allí, ¿qué se siente al grabar en este contexto? Fue un rodaje especialmente mágico y siniestro. Por un lado, está el ensueño de estar en Venecia sin nadie. Recorrer las calles sin una sola persona y teniendo una sensación de que aquello no dejaba de ser como una especie de cadáver exquisito. Por otro lado, fue muy divertido lo de Tom Cruise, quien rodaba a 300 metros de nosotros y cuya luz sobrepasaba e iluminaba toda Venecia. Gracias a él alguna vez nos aprovechamos de su iluminación, acercándonos a su rodaje para tener un buen contra. Al final no le conocimos ni nada, pero le robamos un poco de su luz [ríe divertido].

La máscara vuelve a convertirse en un símbolo de la rebeldía de los personajes en tu cine... Venecia es una enorme máscara de carnaval que oculta un cadáver. Un cadáver fotografiado por miles de personas. Es como una clase de símbolo de una Europa que ya no existe y la gente está sacando fotografías al cascarón. La máscara es un elemento que iconográficamente siempre está muy presente en mis películas, como en Balada triste de trompeta o en Muertos de risa. Los personajes de pronto se encuentran empujados a una situación en que lo terrible no es tanto la máscara sino lo que hay debajo de ella. 

Esa especie de teatro en Veneciafrenia es el cine que se hunde, que está desapareciendo. El bufón está ocultando una situación real, que es que la máscara de Venecia se pudre y no aguanta más, y también es un poco una metáfora de mi manera de ver el cine. El cine clásico, el cine fantástico, el androide de Fritz Lang y otras tantas cosas que son como una especie de imagen de mi vida y de todos los que amamos el cine.

Imagen de 'Veneciafrenia'
Imagen de 'Veneciafrenia'
Cinemanía

No es el único símbolo de tu filmografía que resurge, puesto que también encontramos la pelea producida en las alturas, muy presente también en filmes como El día de la bestia o La comunidad, y tiene lugar en una escena nada fácil de rodar con Silvia Alonso... No, no fue sencillo de rodar. Sobre todo porque suponía mucho esfuerzo físico por parte de Silvia, pero quiso hacerlo ella misma. Es una de las secuencias más bonitas y a la que más cariño tengo de la película, porque tiene ese punto de teatro dentro del teatro. Eso es lo divertido. Es lo que comentaba de una máscara dentro de una máscara. Debajo de la máscara hay un teatro y ese teatro también es una representación. Una representación dentro de una representación. Una especie de broma macabra.

Además, también podemos decir que es tu película más comprometida socialmente a través de la evidente denuncia ecológica. Sí, es posible. Quería dotar a la película de un problema real. Es decir, que la razón por la que los chavales son secuestrados y por la que mueren los personajes de la película tiene una razón de ser. No es una tontería. Ellos mismos se ven amenazados, casi como especie. Pero también tiene un punto de locura por parte de los ciudadanos, porque ellos también tienen el orgullo de querer seguir siendo ser venecianos. Es comprensible.

Es una película inclasificable dentro de tu filmografía, con elementos remarcados del giallo o el slasher. ¿Dónde la situarías tú mismo? Es una especie de Hostel en Venecia. Los personajes son maltratados. Encuentran en Venecia una ciudad que no es que les rechace, es que les odia. Les odia porque representan, sobre todo, la pasividad ante el dolor. Cuando alguien está muriendo en el puente, por ejemplo, ellos colocan un móvil por delante. Es una manera de ser que tenemos ahora, que no podemos ver la vida sin un intermediario. Una película de por medio.

¿Cómo ha sido contar con Ingrid García-Jonsson en el eje central de la historia? Ingrid era la mejor persona para hacer de una mujer que no se va a dar por vencida. Necesitaba a alguien con mucho carácter, que supiera que siempre iba a encontrar la razón que se oculta detrás de las cosas. Esa es Ingrid. El resto de personajes son variaciones de su carácter. Está Arantza (Goize Blanco) que es como su lado más violento. Por otro lado, está Susana (Silvia Alonso) que es el lúdico. Y luego Javi (Nicolás Illoro), que venía directamente a divertirse a Venecia y no entiende qué está pasando porque es un tío muy egoísta y cruel. Es una película que juega con unos arquetipos muy claros y son los del slasher, pero a través de esa excusa grotesca del guiñol.

Imagen de 'Veneciafrenia'
Imagen de 'Veneciafrenia'
Cinemanía

El Festival de Venecia hubiese sido el emplazamiento ideal para el estreno del filme. Ya estrenaste allí Balada triste de trompeta y 30 monedas, pero finalmente la premiere tuvo lugar en Sitges. ¿A qué se debe esto? La película no estaba acabada del todo para Venecia. No llegué por poco al festival, aunque hice lo imposible para que estuviera a tiempo. De hecho, Veneciafrenia iba a estrenarse el pasado noviembre y finalmente lo aplazamos hasta abril. Estoy pensando en llevarla a Venecia una vez sea estrenada en las salas de cine. Allí puedo hacer un reestreno e invitar a la gente. Es algo que me encantaría.

En Veneciafrenia también repites con Cosimo Fusco como uno de los grandes protagonistas después de la serie 30 monedas. ¿Qué puedes contarnos de la segunda temporada de la ficción y tu trabajo junto a él? Se trata de una temporada mucho mejor. Es diferente a lo que hemos podido ver hasta el momento, donde los nuevos episodios pueden incluso recordarnos a Regreso al futuro II. La primera temporada tenía el punto clásico de colocar las cosas en su sitio y en esta vamos un paso más allá hacia el futuro. Sin embargo, 30 monedas no aborda el futuro sino el presente, pero sin renunciar a esa misma locura. Además, la serie contará con los mismos personajes que la primera temporada, pero en situaciones totalmente distintas.

Continúas trabajando con las plataformas a través de HBO Max con 30 monedas y el sello The Fear Collection con Amazon Prime Video. ¿Cómo es este nuevo salto al streaming?

Trabajar con las plataformas es fantástico. Se portan de maravilla. La verdad es que con Amazon y HBO el trato es exquisito. Aunque, bueno, casi como con todas las productoras, puesto que no es peor con las productoras tradicionales. Siempre he trabajado muy a gusto con Telecinco o Antena 3, aunque la manera de trabajar y de presentarte es diferente. 

No obstante, algunas películas como Perfectos desconocidos [más de 30 millones de dólares de recaudación en todo el mundo] son las que luego nos permiten hacer otras como Venus, el filme de Balagueró dentro del sello The Fear Collection. Es una sobrada de película y precede a otros proyectos maravillosos. Es el tipo de cine que me gusta hacer. 

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