Crítica

'Road House. De profesión: duro': un carismático Jake Gyllenhaal se zurra con Conor McGregor y mejora la original

Gyllenhaal brilla en el atractivo 'remake' que Doug Liman realiza del rescatable filme de 1989 con Patrick Swayze, del que gusta su estilo y que sorprende por el papel del luchador Conor McGregor. Llega a Amazon Prime Video
Jake Gyllenhaal, en 'Road House. De profesión: duro'
Jake Gyllenhaal, en 'Road House. De profesión: duro'
(MGM)
Jake Gyllenhaal, en 'Road House. De profesión: duro'

Se echa de menos a Patrick Swayze, fallecido hace ya 15 años (en 2009), y una manera de recordarlo es revisar De profesión: duro (1989) con motivo del estreno en Amazon Prime Video de Road House. De profesión: duro, el más que vistoso remake con Jake Gyllenhaal al frente.

Swayze interpretaba a un hombre especializado en poner en orden y limpiar de chusma bares de carretera que acababa enfrentándose al mafioso cacique de un pueblo, y Gyllenhaal encarna a un exluchador de la UFC contratado para librar a un local de quienes lo amenazan.

Gyllenhaal, que en sus inicios coincidió precisamente con Swayze en la muy de culto Donnie Darko, trabaja en Road House. De profesión: duro (título que respeta el original y añade el ochentero español para realizar la asociación) junto a Doug Liman, director de Sr. y Sra. Smith, la notable El caso Bourne y la estupenda Al filo del mañana. Lo acompañan Daniela Melchior (El Escuadrón Suicida), Billy Magnussen, Jessica Williams y el veterano Joaquim de Almeida, si bien lo más llamativo respecto a los secundarios está en el potente debut de la estrella de la UFC Conor McGregor, el verdadero villano. Joel Silver vuelve a liderar la producción.

Crítica de 'Road House. De profesión: duro'

Valoración:
El personaje de Gyllenhaal, a su llegada a Florida en 'Road House. De profesión: duro'
El personaje de Gyllenhaal, a su llegada a Florida en 'Road House. De profesión: duro'
(MGM)

Patrick Swayze se embarcó, tras Dirty Dancing y antes de Ghost, Le llaman Bodhi y La ciudad de la alegría, en De profesión: duro. Vista ahora, sin ser ni mucho menos de los títulos destacados en su trayectoria, constituye una rescatable y entretenida película de acción de las habituales hace tres y cuatro décadas. Su 'encanto' ochentero se reviste no obstante de un inevitable envejecimiento (los estilismos, sus formas), vía puesta al día en un atractivo y apreciable remake que potencia y mejora el tipo de historia.

Doug Liman, al que hay que reivindicar en el género, se redime de su patinazo con Chaos Walking y se apoya en un estupendo y carismático Jake Gyllenhaal. El actor no es Swayze, pero le pega el papel de tipo duro, perfil al que le añade un punto de culpa y tormento (el motivo de su caída en desgracia en la UFC) así como matices por el miedo que después siente, no por la situación que se desencadena, sino por el respeto que le genera desatar su furia.

En todo caso, lo más sugerente está en el humor y la ironía que enriquecen el arquetipo. El Dalton interpretado por Gyllenhaal actúa de primeras tranquilo pero a la hora de pelearse exhibe mayor fanfarronería. Va 'sobrado', y esa actitud encierra una sugestiva socarronería, como se comprueba cuando, después de lisiar a los moteros, él mismo los lleva al hospital. Por lo que ejerce, este tono aparece entre los aciertos de la versión de Liman.

Road House. De profesión: duro sigue la estructura del original que dirigió Rowdy Herrington y mantiene detalles y frases que permanecen tal cual dentro de una amplia y profunda modulación, por lo que no se pliega a la fotocopia modernizada. Además de incorporar el factor UFC al retrato principal (el personaje de Swayze siempre se había dedicado a lo de portero de local nocturno), el filme cambia la ubicación, con lo que ejerce el entorno de Los Cayos, en Florida, con la playa y el mar.

De manera más significativa, elimina la sexualización femenina presente en el original (las clientas escotadas, las prostitutas, los bailes eróticos en marco sórdido), que desde la perspectiva actual chirría, y dota de más entidad a los roles femeninos

Es cierto que la doctora encarnada en 1989 por Kelly Lynch, inteligente e independiente, no se ajustaba al prototipo imperante, pero no escapaba de lo sexualizado (sus desnudos). Este nuevo tratamiento ya se ve en el hecho de que quien contrata a Dalton no es un empresario 'estilo texano', sino una mujer negra decidida y con las ideas claras, lo que también subraya la intención de plasmar una diversidad racial ausente (salvo por el mínimo papel de Keith David) en la propuesta base.

Mantiene la cuestión del vínculo con la doctora, aquí Daniela Melchior, conexión que en todo caso centra menos la exposición. Sustituye la ferretería por una librería llevada por un padre y su hija adolescente, con la que Dalton entabla amistad. Esta última subtrama tiene menos peso narrativo del previsto aunque, como se intuye, el ataque al local para minar al protagonista resulta clave en su evolución y su deseo de venganza.

Si en el largometraje de 1989 los problemas y la violencia venían porque Dalton, lejos de rendirle pleitesía, 'incordiaba' sobremanera al empresario 'dueño' del pueblo (estimable Ben Gazzara), esta vez la amenaza la ostenta la banda a sueldo del hijo de un poderoso delincuente en prisión. El Road House, el local de carretera, se ubica en un lugar estratégico para los planes del grupo criminal. Billy Magnussen cumple en el papel del jefe de formas horteras que empieza a desquiciarse, en el fondo un joven que necesita que todo funcione por temor a su padre.

Conor McGregor, en 'Road House' versión 2024
Conor McGregor, en 'Road House' versión 2024
(MGM)

La obra de Rowdy Herrington contaba con la genial aportación de Sam Elliott como el mentor, compañero de fatigas y gran amigo que acude a Jasper y al Double Deuce. Ahora Dalton recibe una visita en absoluto amistosa, la de una bestia psicópata con la única misión de eliminarle. El papel supone el debut cinematográfico del irlandés Conor McGregor, cuya actuación es una auténtica sorpresa por su condición de robaescenas y por cómo la brutalidad y el trastorno salvaje de Knox, el matón, se acompañan también de socarronería. Semejante fuerza de la naturaleza lo hace el verdadero villano.

El relato, que entre otros cambios desarrolla como complemento la clásica cuestión de los policías comprados y corruptos (lo que se solo se mencionaba de pasada en el original), pierde los ecos de western que inspiraban conceptualmente al referente. Conscientes de ello, los guionistas aluden a dicho género, a modo de guiño, en los comentarios de la librera adolescente, que le dice a Dalton que su figura y situación le evocan aspectos del western.

El estreno de Amazon Prime Video supera con creces a la De profesión: duro primigenia en la resolución. La de antes, a pesar de lo de los disparos a bocajarro, se adscribía más bien a lo flojo. En contraste, el final desplegado por Liman, con dos partes diferenciadas (lo de las lanchas y lo de después), se disfruta. El epílogo, distinto al conocido y que se amolda a estos tiempos, le sienta muy bien y redondea lo suscitado.

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