Crítica de 'Muerte en el Nilo'

Fotograma de 'Muerte en el Nilo'
Fotograma de 'Muerte en el Nilo'
20th Century Studios
Fotograma de 'Muerte en el Nilo'
Valoración:

Si por algo destaca la última Asesinato en el Orient Express, a cinco años de su estreno, es por cómo se han conjurado las circunstancias para hacerle quedar como una reliquia. El motivo: que en 2019 Rian Johnson estrenara Puñales por la espalda y sometiera el legado de Agatha Christie a un revisionismo tan severo como lúdico, capaz de conservar el glamour sin descuidar su encaje en las sensibilidades contemporáneas. Frente a las pesquisas de Benoit Blanc, el Hércules Poirot canónico quedaba obsoleto, y la obligada reunión de estrellas se transmutaba en fantasmagoría de algo que había sido Hollywood pero ya no era en absoluto. Por eso, vaya, era una película tan encantadora. Por eso y por el rasgo esencial que siempre ha vehiculado la carrera de Kenneth Branagh como director: la reverencia absoluta al material ajeno. La férrea asunción de que hay historias cuyo potencial universalizante nunca envejece, porque en ellas está la semilla de lo que nos hace humanos. Vengan firmadas por Christie, por Mary Shelley, o por el maldito Shakespeare.

La costumbre de Branagh de tomárselo todo británicamente en serio alcanzaba su apoteosis en Asesinato en el Orient Express cuando, sin atisbo de ironía, emulaba en un plano clave la disposición de La última cena. En Muerte en el Nilo, secuela que por aplazarse lo indecible coincide en carteleras con Belfast —rememoración de su infancia à la Roma con un rol principal en la carrera de los Oscar— , esto llega tan lejos de endosarle una tragedia inequívoca… al bigote de Poirot. Ese superlativo mostacho, inseparable del héroe de Christie, que Branagh llevó a dimensiones hiperbólicas en su primera encarnación y que aquí atina a inyectarle a Muerte en el Nilo una sorprendente entidad. Si en Asesinato en el Orient Express Branagh se desentendía del juguetón elemento meta que subyacía en la resolución del misterio para transformarlo en un drama operístico, aquí descarta igualmente cualquier posible consideración de Muerte en el Nilo como pasatiempo ligero. Mientras que la adaptación previa más famosa —aquélla de los 70 en la que Peter Ustinov debutó como el detective— enfatizaba los elementos de comedia bufa y levemente misántropa, Branagh busca un acercamiento en sentido inverso, 100% convencido de las resonancias de su historia como fábula esencial sobre el amor y sus (deliciosos) sinsabores.

Tráiler de 'Muerte en el Nilo'

El asesinato que tiene lugar en un crucero por el Nilo se presta sin duda a ello, pero Branagh refuerza estas connotaciones mediante una solemnidad arrebatada y, sobre todo, el diálogo que este tiende con la propia biografía de Poirot. Tal y como descubrimos pronto, el origen del bigote formidable no solo remite a las barricadas de la Primera Guerra Mundial, sino también a aquel dilema del erizo que formulara Schopenhauer y suscribiera Neon Genesis Evangelion. El trauma, el miedo a volver a sentir algo, el dolor, la pérdida, todo ha conducido a este Poirot que logra que imitar el acento francés (o belga) sea el asunto más serio del mundo. Es, en efecto, realmente valioso lo que Branagh ha querido construir con un personaje tan archiconocido a través de dos películas que se entienden como un todo. Tanto, que la mayor parte del tiempo contribuye a que se le perdonen las graves deficiencias de la propuesta.

Desde que se rindió a los encantos del blockbuster Branagh se ha especializado en ofrecer artilugios visuales de aparente sobreelaboración que buscan diferenciarse de moldes estandarizados. Normalmente el resultado es desigual, y lo que en Asesinato en el Orient Express era un modo simpático de conducirnos por los pasillos de un espacio limitado aquí se convierte en una borrachera de planos que embarulla un misterio ya de por sí enrevesado (y no muy bien escrito). Su desarrollo se sume, pues, en el caos como pago de la desesperación de Branagh por invocar ese cine respetable que lleva veinte años sin terminar de salirle —no alcanzando por suerte la descorazonadora inoperancia, todo hay que decirlo, de la tan aclamada Belfast—, y el conjunto rinde mejor cuanto más se pliega al corazón bigotudo de Poirot y menos a las intrigas que intenta esclarecer. De ahí que, reforzado por un bellísimo plano final que resume al completo el propósito de Branagh, Muerte en el Nilo se las apañe para triunfar, y ofrezca una valiente alternativa en tiempos de deconstrucciones escépticas.

FICHA TÉCNICA

Póster de 'Muerte en el Nilo'
  • Director:

    Kenneth Branagh

  • Género:

    Drama, Intriga

  • País:

    EE.UU.

  • Sinopsis:

    Durante unas vacaciones en el Nilo, el famoso detective Hércules Poirot se reencuentra con un viejo amigo y asiste a un lujoso crucero en compañía de una pareja que se acaba de casar. Cuando uno de los cónyuges sea asesinado, Poirot iniciará una investigación para identificar al culpable. El problema, como viene siendo habitual en sus aventuras, es que todos los asistentes del crucero son sospechosos.

  • GUION: Michael Green

  • REPARTO: Kenneth Branagh, Gal Gadot, Armie Hammer, Emma Mackey, Letitita Wrigth, Russell Brand, Annette Benning, Rose Leslie.

  • DURACIÓN: 127 min.

  • VEREDICTO: Nunca un bigote tan grande protagonizó una historia tan emotiva.

  • DISTRIBUIDORA: 20th Century Studios

  • ESTRENO: 18/2/2022

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