La miniserie que aspira a ser tu favorita
Fleishman está en apuros, en Disney +
La novela de Taffy Brodesser-Akner es genial, muy recomendable. Por eso es tan buena noticia que su adaptación en forma de miniserie (una vez más FX produciendo las mejores ficciones del momento, ¿es el nuevo HBO?) esté a la altura.
Fleishman está en apuros es la crónica generacional de la crisis de la mediana edad de un grupo de amigos neoyorquinos. Fleishman (genial Jesse Eisenberg), un médico vocacional, se acaba de separar de su mujer (Claire Danes), una representante de actores workaholic que desaparece misteriosamente.
Tras su separación se reencuentra con Libby (Lizzy Caplan) y Seth (Adam Brody), sus amigos de toda la vida a los que había abandonado tras su matrimonio. Sus andanzas en Nueva York son la excusa perfecta para desplegar la ingeniosa mirada a la sociedad del presente con la que Brodesser-Akner nos deleitó en la novela.
Si ‘Los Fabelman’ te han dejado con ganas de más
Spielberg, en HBO Max
¿Quieres saber hasta qué punto lo que cuenta Spielberg en Los Fabelman es real? Este documental de HBO Max tiene la respuesta. Spielberg es un pormenorizado repaso de la carrera del cineasta tan entretenido como sus mejores películas.
Indiana Jones, E.T., La lista de Schindler, los “movie brats”... Cada capítulo de la vida de Spielberg es más apasionante que el anterior. Trufado de imágenes de archivo, el documental está atravesado por una larga entrevista en profundidad en la que el director habla con una honestidad que desarma de su familia, su peliaguda relación con el judaísmo o sus fracasos más sonados.
Con los amigos es mejor jugar al Parchís
Bodies Bodies Bodies, en Movistar Plus+
“Bodies, bodies, bodies” es lo que dices cuando te encuentras con alguien en la oscuridad para que se enciendan las luces. También es el nombre de este juego (quizás conozcas la variante española, Rojos y negros) que consiste en “matar” si eres el asesino y “pillar al asesino” si no lo eres hasta que solo quede un jugador. Tras cada una de las muertes, los participantes deben argumentar y ponerse deacuerdo al elegir al asesino encubierto que, con total seguridad, es uno de ellos. Ahí radica la gracia del asunto. Cuanto más se conocen los jugadores, más elaborados son los argumentos y más se introducen en el juego las filias, fidelidades y fobias de los miembros del grupo.
Y esta premisa la explota hasta sus últimas consecuencias Bodies Bodies Bodies, comedia-terror de A24 que llega a Movistar Plus+ sin haber pasado por cines en España. Los protagonistas de Bodies Bodies Bodies son una pandilla de milennials y centennials ricos que se reúnen una noche de tormenta en la mansión de uno de ellos.
El guion, brillantemente escrito (nada es porque sí, todo está previamente sembrado y además se hacen chistes sobre podcasts), nos introduce rápidamente en sus cuitas como grupo, en las viejas rencillas y tensiones que alimentan y en la toxicidad de algunas de sus relaciones. Todo esto acompañado, claro, con pastillas, botellas de champagne carísimas, collares con luces de neón, ombligos al aire y mucha arrogancia y autocomplaciencia GenZ. Unos personajes y un escenario perfecto para echar una partida de Bodies Bodies Bodies en la que las muertes dejan de ser figuradas.
El filme más molón que vas a ver en el mes de marzo cuenta con una puesta en escena eléctrica, a la altura de sus histéricos protagonistas, y, en su reparto, con algunos rostros con los que te encantará reencontrarte. Entre ellos, Maria Bakalova (Borat, película film secuela), Rachel Sennott (Shiva Baby) o el cómico Pete Davidson, el actor que mejor hace de gilipollas con mucha diferencia.
Una salvajada de película
Relatos salvajes, en Netflix
Algunos escritores sufren cuando escriben. Estos escritores se morirán de la envidia al ver Relatos salvajes, la literaria tercera película de Damián Szifrón atravesada de principio a fin por un arranque de placer liberador, escrita –¡y encima por un intruso, un director!– como quien se sube a un monte y grita, o como el que se tira por una montaña rusa y levanta los brazos para reír histéricamente.
No es baladí tanta escritura salvaje. Los relatos aquí reunidos a la manera de cualquier antología no terminan de ser, como ocurre con estas, de ningún autor concreto. Ni Kafka, ni Bolaño, ni Cortázar, ni Poe, ni Bukowski, ni Jon Bilbao, ni Homes, por muy inquietantes y oscuros que sean, se lanzan a la barbarie con tanto entusiasmo como Damián Szifrón. Por supuesto que el calado de fondo es el mismo, pero, claro, la escritura es mucho más silenciosa y la puesta en escena en el cine amplifica cualquier situación que te imagines con la cabeza.
Empezando por la música, ese hallazgo de Gustavo Santaolalla entre el punteo de Sherlock y las arpas al trote de Morricone en la banda sonora de El bueno, el feo y el malo, y continuando por las interpretaciones, brutales y expresionistas.
Porque estos divertidísimos Relatos salvajes hablan de lo animal que es el ser humano. Desde el cuento del avión pilotado por un resentido, hasta la boda de sangre, pasando por los dilemas morales de la clase millonaria y la bravuconería del hombre al volante o en la caseta de la grúa que se te llevó el coche injustamente, los personajes de Szifrón, personas normales de aquí o de allá, topan con un absurdo en sus vidas que les hace perder los papeles, la razón, los modales y hasta la cabeza. Y en vez de controlar, reprimirse, prefieren volverse locos de remate. Y, encima, lo disfrutan.
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