La primera película de Joel Coen sin su hermano Ethan
La tragedia de Macbeth, en Apple TV
Si alguna vez te habías preguntado qué películas harían los Coen por separado, con la primera de mis recomendaciones ya tienes media respuesta. Curiosa elección, por cierto, La tragedia de Macbeth, como debut de Joen Coen sin su hermano Ethan.
Pero adaptar a Shakespeare no es la única sorpresa del estreno en solitario de Joel Coen. Su Macbeth, obra en la que han dejado su impronta cineastas de la talla de Welles o Kurosawa, es un Macbeth en blanco y negro, con una escenografía con ecos a las pinturas de De Chirico y una fotografía de luces y sombras que recuerda al expresionismo alemán. El resultado es tan original como uno esperaría de su apellido, como un teatro en el que los actores pudiesen acercarse al espectador hasta el primerísimo primer plano.
Denzel Washington y Frances McDormand se lucen como los ambiciosos Macbeth en la que es quizás la más redonda y contundente de las obras de Shakespeare sobre el poder. Brendan Gleeson o Harry Melling son otros de los nombres que brillan entre el reparto, aunque son las brujas de la soberbia Kathryn Hunter quienes se llevan la palma. ¡Esa voz del infierno no se te va a olvidar!
La generación de la estafa
Generation Hustle, en HBO Max
Si te gustan las historias de estafadores, si eres de los que han visto Atrápame si puedes cien veces y seguiste con verdadera atención el caso del Pequeño Nicolás, esta serie documental es para ti.
Con el sello del documentalista Alex Gibney como productor ejecutivo y con internet e instagram como hilo conductor, los 10 capítulos de Generation Hustle repasan los casos de estafas piramidales, esquemas Ponzi y suplantación de identidad protagonizados por millennials más increíbles de los últimos años.
Algunos tienen su propia película en camino como es el caso de Anna Sorokin –en Netflix con Julia Garner como protagonista–, pero otros, más desconocidos, asombran tanto como enganchan e indignan. Ojo al capítulo The 23 Lives of Jeremy Wilson y a su protagonista, impostor que llegó a tener 23 identidades distintas y a hacerse pasar por el hijo de un miembro del IRA.
Una de las obras maestras de Kurosawa
El infierno del odio, en Filmin
La premisa de El infierno del odio no puede ser más redonda: Un hombre intenta secuestrar al hijo de un alto ejecutivo pero se confunde y arrampla con el hijo de su chófer. El entuerto tiene más enjundia pues el ejecutivo –un maravilloso Toshirô Mifune– estaba a punto de usar el dinero del rescate para quedarse con el accionariado de la empresa de la que están intentando echarle.
Sin embargo, el gran Akira Kurosawa se ventila ese conflicto sobre el honor muy pronto y lo que sigue es un brillante thriller en el que medio escuadrón de policía busca al secuestrador. Lo de medio escuadrón de policía no es broma. Literalmente, Kurosawa resuelve el crimen en amplios planos repletos de agentes que aportan sus investigaciones. Es una película sobre la comunidad frente al individuo.
El infierno del odio se va volviendo más compleja en lo narrativo según avanza la trama y la búsqueda del secuestrador se va complicando. Pero quizás el momento más deslumbrante de la película es esa introducción del color (el resto del filme es en blanco y negro) que es también un giro de guion. Mis aplausos a Kurosawa.
La mejor manera de despedirnos de Betty White
Las chicas de oro, en Disney +
Una serie que tiene un vídeo en YouTube titulado “Best Cheesecake Moments on The Golden Girls” merece nuestra admiración eterna. Es el caso de Las chicas de oro, que han llegado con sus siete temporadas a Disney + este 12 de enero, motivo para aventurarnos en este incierto 2022 con algo de alegría.
La recientemente fallecida Betty White, Bea Arthur, Rue McClanahan y Estelle Getty revolucionaron la televisión de los 80, que hasta esa década nunca había apostado por cuatro mujeres jubiladas para hacernos reír.
Lo increíble de Las chicas de oro es que eran divertidas cuando las veíamos en los 80 y 90, reposiciones mediante, y siguen siéndolo ahora. El despendole de Blanche, la inocencia de Rose y los imborrables zascas de Sophia o Dorothy, siempre acompañados de un buen pedazo de tarta de queso, siguen ocupando un puesto impepinable en el podio de la comedia televisiva.
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