Yago García Redactor 'Cinemanía'
OPINIÓN

‘Sakura, cazadora de cartas’: ¡Todas al saco!

Con su mezcla de drama, fantasía y jovialidad, esta serie es una introducción perfecta al anime para chicos y grandes. 
'Sakura, cazadora de cartas'.
'Sakura, cazadora de cartas'.
Cinemanía
'Sakura, cazadora de cartas'.

No todo van a ser novedades en esta vida: CINEMANÍA rescata los shows que hicieron historia de la TV con esta colección de artículos. Bienvenidos a nuestros Clásicos en serie.

De todos los formatos del audiovisual, uno de los más injustamente maltratados es el anime. Y, de todos los géneros del anime, el que peor prensa arrastra es el de magical girls. 

Su aparente cursilería (que cualquier persona de buen gusto apreciará como brilli brilli bien entendido) y sus protagonistas femeninas (una sentencia de muerte para casi cualquier producto pop… al menos ante los señoros de guardia) ciega a muchos espectadores que jamás apreciarían sus ejemplos más arriesgados (Puella Magi Madoka Magica), originales (Princess Tutu) o directamente magistrales, como Sakura, cazadora de cartas (disponible en Netflix).

La cuestión es que, al abordar Sakura…, quien suscribe no puede evitar algunos gramos de prejuicio. No por su argumento o por su estética (el recargamiento visual propio del colectivo CLAMP, creador de la franquicia, es parte de su encanto), sino por la guerra que enfrenta a los fans ya veinteañeros de show contra los viejales que aún juramos por Sailor Moon.

Pese a ello, y aunque servidor quiere a Usagi Tsukino como a una hermana, tiene que admitirlo: con su mezcla de drama, fantasía y jovialidad, esta serie es una introducción perfecta para que hijos, sobrinos o hermanos pequeños (o uno mismo, qué diantre) descubran los placeres de la animación japonesa.

Pero las andanzas de Sakura Kinomoto y su pandilla, siempre en busca de las cartas de Clow, puede ser mucho más que eso. Porque, cuando Occidente aún ni se planteaba incluir personajes LGBT en una serie de ficción para niños, esta serie lo hacía con toda la humanidad debida a esos romances adolescentes que un día te llevan al cielo y otro te sepultan bajo la tierra. 

Que tomen nota aquellos dispuestos, en la actualidad, a escandalizarse por cualquier cosa.

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