Una escapada a Faro, la capital del Algarve, en siete planes para todos

Ría de Faro, en Portugal. — Imagen de la ría de Faro, con la ciudad al fondo.

Con sus cielos azules y sus temperaturas agradables (también en otoño e invierno), el Algarve es el destino de Portugal perfecto para disfrutar de una escapada. Faro es la capital, puerta de entrada al sur de del país, con su costa singular, sus islas de ensueño y sus pueblos con encanto.

Pero Faro también es un lugar donde quedarse y descubrir una hermosa ciudad en la que romanos, visigodos, árabes y cristianos dejaron huella. Bien merece una visita en sí misma, pausada y con calma, que permita sorprenderse con sus muchos atractivos.

Perderse por las calles adoquinadas de la Ciudad Vieja

Pasear por el casco antiguo de Faro es un verdadero placer, entre serpenteantes calles custodiadas por la blanqueza de las fachadas y las luminosas plazas. El paseo conducirá irreversiblemente a la Catedral, construida sobre unas antiguas ruinas romanas en el siglo XIII, y en donde es un must ascender a lo alto para disfrutar de unas vistas únicas de la ciudad y la ría; también son paradas interesantes el Palacete Belmarço o la Plaza Alfonso XIII.

Recorrer por su muralla indestructible

Muralla de Faro, en el Algarve portugués. — .

Ni los ataques de corsarios ingleses ni el gran terremoto que sufrió la ciudad en 1755 han podido con la estructura de la muralla de Faro, que rodea el casco antiguo de la ciudad. Romana y luego musulmana, destacan sus dos torres albarradas que tenían la función de proteger la entrada del Arco do Repouso, uno de los principales accesos al centro. Otra de las entradas es por el Arco Da Vila, de construcción árabe en arco de herradura.

Adentrarse en el Osario de la Iglesia do Carmo

Osario de la Iglesia do Carmo, en Faro. — .

Uno de los sitios que más sorprenden de Faro es la capilla de la Iglesia Nossa Senhora do Carmo, un curioso lugar recubierto por los huesos de 1.200 frailes carmelitas que sirvieron en la propia iglesia y que fueron exhumados del cementerio cercano en 1816 con el fin de demostrar, a través de las geométricas figuras que conforman la estructura de la capilla, la brevedad de la existencia humana, así como dejar espacio en los cementerios de la ciudad. Se puede visitar de lunes a sábado y su entrada cuesta tan solo dos euros.

Un paseo por la playa

Faro cuenta con una enorme playa en la que aprovechar las temperaturas agradables que nos deja el Algarve durante todo el año. Sus más de 5 kilómetros hacen que no haya problema para encontrar un hueco en su blanca y fina arena, sea para pasear sea para darse un baño en sus aguas tranquilas.

Una ruta en barco por las islas

Un archipiélago de cinco islas rodea y custodia la entrada a Faro desde el océano. Quizá la más sorprendente sea Isla Barreta, también conocida como Isla Desierta, que cuenta con 7 kilómetros de playa y ocupa el lugar más meridional de Portugal. Cuenta con un solo edificio convertido en restaurante y solo es accesible mediante un barco desde el puerto de Faro o desde Olhão. A diferencia de Barreta, la Isla Culatra está poblada todo el año, pero sus habitantes son, en su mayoría, pescadores.

Pasear en kayak por Ría Formosa

Ría Formosa es reserva natural desde 1978. El humedal que acoge el archipiélago de islas es uno de los tesoros más preciados del Algarve y todo Portugal, gracias a que sus 18.000 hectáreas acogen una enorme variedad de flora y fauna, entre las que se encuentran cientos de especies de aves en migración y las famosas granjas de marisco de Portugal. Sus más de 60 kilómetros invitan a un aventurarse en kayak y recalar en sus playas, descubrir sus dunas, marismas, bancos de arena y lagunas, así como admirar otras zonas del Algarve como Olhão, Tavira o Vila Real de Santo António.

Y descubrir la gastronomía regional

Faro lo tiene casi todo si de experiencias culinarias se trata. Restaurantes en el casco antiguo que ocupan plazas enteras y en donde la parrilla sale a la calle; lugares especiales para disfrutar de un entorno romántico con vistas al Océano; o espacios excepcionales que merecen la consideración de la crítica más exigente. Platos básicos: una buena cataplana, el plato regional por excelencia de la zona; sardinas y pescado fresco a la parrilla o carne de las tierras altas. Y de postre, un buen bolinho de almendra, un mogardinho, los famosos queijinhos o los Dom Rodrigos.