En el interior de la región de Istria, al norte de Croacia, se encuentra el que es considerado como el pueblo más pequeño del mundo: es Hum, una localidad que apenas mide 100 metros de largo y donde viven 30 vecinos.
Se trata de un asentamiento medieval situado en la cima de una colina, y cuenta solamente con dos calles adoquinadas y tres hileras de casas, tal y como recoge el Mirror en un reportaje.
La ciudad aparece mencionada por primera vez en documentos del siglo XII con el nombre de 'Cholm', aunque la leyenda dice que Hum nació por casualidad, cuando unos gigantes que estaban construyendo ciudades vecinas en el valle del río Mirna decidieron utilizar las pocas rocas que sobraban para construir una ciudad en miniatura.
Su aspecto actual se remonta al siglo XI, cuando se construyó la primera hilera de casas dentro de los muros sobre los restos de una fortificación anterior. En el siglo XVI se construyeron una torre de vigilancia, una campana y el Ayuntamiento.
Los visitantes que entran a Hum son recibidos por puertas revestidas de cobre con inscripciones glagolíticas que advierten a los posibles alborotadores contra las malas intenciones.
Otras atracciones incluyen la iglesia barroca de la Asunción de la Virgen María, la pequeña iglesia románica de San Jerónimo y una torre de iglesia independiente de 22 metros de altura y construida en 1552.
La ciudad es también conocida por el biska, un brandy de frutas con muérdago que se dice que está basado en una receta dejada por los druidas celtas hace unos 2.000 años.
También se celebra cada año un ritual que data del siglo XVI llamado 'Elección del Prefecto'. Reintroducido en 1977, los hombres se reúnen en el ayuntamiento el Día de Hum, en junio, para elegir al prefecto de la ciudad (responsable de resolver disputas y aplicar sanciones a los culpables de conducta desordenada) grabando votos en un palo de madera conocido como raboš.
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