Capital de la provincia del mismo nombre, Murcia es la séptima ciudad española en términos de población. A poco más de tres horas y media de coche desde Madrid, es un lugar perfecto para una escapada, con buen tiempo garantizado y una interesante oferta turística y gastronómica.
Una ruta por su casco histórico, que aproximadamente coincide con la parte de la ciudad que quedaba en el interior de la antigua muralla árabe, nos ofrece un agradable paseo que puede empezar en el Paseo Alfonso X, que une la plaza Circular con el centro histórico.
Este paseo arbolado, recientemente peatonalizado al 100%, cuenta con cafeterías y bares donde poder ir tomando fuerzas para el camino. Al inicio del paseo encontramos el Museo de Santa Clara, adyacente al convento del mismo nombre, y la iglesia conventual de Santa Ana, situada en una tranquila replaceta. Entre estas dos iglesias se alzaba la entrada del palacio de los Fajardo, derribado para abrir el paseo.
Inmeditamente después encontramos la iglesia de Santo Domingo en la plaza del mismo nombre, lugar de encuentro para murcianos de decenas de generaciones. La plaza fue lugar de mercado e incluso lugar de ejecuciones públicas. Destaca su centenario ficus y sus numerosas terrazas.
En esta plaza arranca la calle de la Trapería, llamada así por el lugar que ocupaba el gremio de traperos en la antigüedad. Esta vía peatonal es la más emblemática de Murcia, jalonada de comercios. En ella está el edificio civil más visitado de la Región de Murcia, el Real Casino, un club social fundado en 1847 cuya sede, cuya fachada da a la Trapería, da acceso a un suntuoso edificio donde destaca el Salón de Baile, inspirado en Versalles, la Biblioteca Inglesa o el Patio Pompeyano. En el interior del Casino hay un restaurante.
Apenas unos pasos más adelante llegamos a la plaza de la Cruz, en la fachada norte de la catedral. No obstante, conviene rodear el templo por el oeste, por sus famosos soportales, hasta llegar a la plaza Belluga, seguramente la más fotografiada de la ciudad, donde se impone la fachada plateresca del templo, con el Palacio Episcopal a un lado.
Un poco más adelante se encuentra el Ayuntamiento de Murcia, cuya fachada principal da a la Glorieta de España, pegada al río Segura. Cruzando hacia el oeste la Gran Vía, se llega a las plazas de las Flores y Santa Catalina, el centro neurálgico del tapeo y el aperitivo en Murcia.
Tanto en estos bares como en cualquiera de los del centro y de las calles que hemos recorrido es imprescindible probar las marineras, la tapa reina de la gastronomía murciana (ensaladilla sobre una rosquilla de pan, coronada por una anchoa), la típica ensalada murciana, el zarangollo, también con muchas reminiscencias de la huerta.
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