La costa española está repleta de preciosas playas donde bañarnos en aguas cristalinas y tumbarnos sobre arenas limpias. Sin embargo, hay otros lugares donde encontraremos todo lo contrario, tal y como refleja el informe Banderas Negras 2023 presentado por Ecologistas en Acción. Este recoge un total de 48 playas, con dos banderas negras por provincia, una por contaminación y otra por mala gestión ambiental del litoral.
En el caso de Cantabria, las playas que se han llevado esta mala valoración son las siguientes:
Bajo Asón
Tal y como señala el informe de Banderas Negras 2023, la zona presenta "graves deficiencias en el sistema de saneamiento, a pesar del esfuerzo realizado en gran parte del territorio costero con la depuración de aguas residuales". De esta manera, la franja litoral de la margen derecha del río Asón y las marismas contiguas a la playa del Regatón soportan una importante carga de materia orgánica y componentes indeseables provenientes de las aguas residuales de las localidades de Ampuero, Limpias y Colindres.
Desde Ecologistas en Acción, también proponen posibles soluciones y hacen un llamamiento para que el sistema de saneamiento de las Marismas de Santoña sea declarado como prioritario y urgente para frenar el deterioro ambiental de un espacio protegido de tan alto valor.
Parque Natural de las Dunas de Liencres
La segunda Bandera Negra de Cantabria se la lleva el Parque Natural de las Dunas de Liencres, concretamente el Gobierno regional por la mala aplicación de la ley por la que se crea dicha área protegida y del decreto que establece el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del parque, y el Ayuntamiento de Piélagos y la Junta Vecinal de Liencres por no disponer de una Ordenanza reguladora del estacionamiento de vehículos y pernocta de autocaravanas.
"Algunos enclaves costeros han sufrido una verdadera avalancha de autocaravanas, como serían las inmediaciones de la playa de Berellín, la de la playa de Tagle o la de Langre, desbordando las insuficientes infraestructuras disponibles", señala el informe. Esta situación conlleva que se usen las duchas de las playas para el aseo personal, con los correspondientes vertidos directos a la playa; que el pinar de repoblación funcione como área de acampada, con el consiguiente aumento de residuos y el riesgo de incendios; que las fuentes de uso público se conviertan en lavaderos improvisados, etc.
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