Las próximas vacaciones, para quien las tenga, serán las de Semana Santa. Hay que ir preparando una escapada, por ejemplo, para visitar pueblos con encanto. Y para que lo tengan, el tamaño importa. Los pueblos de menos de mil habitantes tienen ya de entrada el encanto de lo pequeño, de lo no masificado.
Pero entre tanto pueblo pequeño como hay en España, muchos y muchos desapareciendo, hay que buscar los que por naturaleza o patrimonio, o por ambas cosas, tienen un encanto especial.
Estos 10 pueblos que hemos seleccionado son opciones seguras que merecen la pena descubrir en Semana Santa.
Candelario (Salamanca)
Se encuentra en plena comarca de la Sierra de Béjar, a más de 1.100 metros de altura. Sus callejuelas empedradas y su arquitectura son el testigo mudo de cómo este municipio se ha preparado durante siglos para las grandes nevadas de la zona. Cuando llega el deshielo el agua corre por las pequeñas acequías que hay en todas sus empinadas calles. Cerca de Candelario queda la muy visitada localidad de La Alberca (preciosa) y la estación de esquí de La Covatilla.
Rubielos de Mora (Teruel)
Es una joya urbanística y arquitectónica de la comarca Gúdar-Javalambre. Presenta un muestrario de construcciones tradicionales, decoradas con excelentes labores de rejería, con talleres de merecida fama en la actualidad. Posee multitud de bellas iglesias, conventos, ermitas y, también, varias edificaciones civiles de los siglos XVI al XVIII. Y si nos apetece ver el otro lado del espejo, siempre podemos acercarnos a Mora de Rubielos.
Ampudia (Palencia)
Uno de los atractivos más bellos del municipio es su castillo. Esta fortaleza medieval del siglo XV, se encuentra actualmente en manos privadas. Tras varios años de abandono fue restaurado y acondicionado como museo. Si visitas este maravilloso pueblo tampoco puedes perderte la iglesia colegiata de San Miguel de Ampudia, una construcción en estilo gótico-renacentista de finales del siglo XV y principios del XVI.
Guadalest (Alicante)
Esta pequeña localidad de la montaña alicantina sorprende por su emplazamiento y sobre todo por su gran encanto. Sus vistas son espectaculares y pasear por sus calles toda una experiencia para el visitante.
Maderuelo (Segovia)
De la provincia de Segovia podrían ser muchos: Pedraza, Sepúlveda, Ayllón... Pero nos quedamos en Maderuelo. Bordeado por el embalse de Linares del Arroyo, en el Parque Natural de las Hoces del Río Riaza, esta villa muestra los restos de su antigua muralla del siglo XII.
Sajazarra (La Rioja)
Su castillo/palacio fue construido en la segunda mitad del siglo XV al transformarse la villa en señorío de los Velasco. Envuelto en un paisaje de extensos viñedos y otros cultivos se entremezclan edificios de un alto valor arquitectónico y cultural, que sorprenderán con sus secretos a todo aquel que se acerque a conocerlos.
Peñalba de Santiago (León)
Situado en el corazón espiritual de la comarca leonesa del Bierzo, entre las alturas de los Montes Aquilanos, este pueblo circunvalado por montañas fue declarado como 'Paraje Pintoresco' el 6 de junio de 1969. Constituye el mejor y más conservado ejemplo de arquitectura popular de la serranía berciana gracias a sus calles empedradas y sus casas hechas de mampostería de pizarra.
Galisteo (Cáceres)
En el Valle de Alagón se encuentra este pequeño pueblo amurallado desde el siglo XIII, época almohade. En la actualidad, además de la muralla se conservan las tres puertas originales de entrada al pueblo y la Torre de la Picota.
Alquézar (Huesca)
Se localiza en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Esta villa está coronada por un alcázar y una colegiata que culminan en lo alto de un risco. En el interior de bastión se pueden ver unos capiteles románicos realmente únicos.
La Hiruela (Madrid)
Es uno de los pueblos con más encanto de toda la Comunidad de Madrid; seguramente porque ha sabido conservar su antigua esencia. Por eso, es posible contemplar el entramado del suelo, las casas de piedra, de madera e incluso de adobe. De su patrimonio cultural, se puede destacar el museo etnológico y el molino harinero, tan tradicionales como en sus orígenes.
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