La cueva de El Pendo, escondida en un gran paraje natural, ha funcionado como si fuera "el Silicon Valley de la prehistoria" al estar situada en un lugar geográfico estratégico, con un gran espacio en el que cabía mucha gente y donde no solo vivían, sino que también intercambiaban ideas.
Al compartir esas ideas, la cavidad pasó a ser un lugar donde generar "muchísimas innovaciones", como convertir en colgante un diente perforado o un hueso decorado, de una sociedad que desde hace más de 35.000 años ha estado experimentando con su entorno.
"Mucha gente ha vivido en El Pendo durante mucho tiempo y eso genera mucho material arqueológico, muchas pruebas que nos permiten entender la evolución humana", asegura en una entrevista el arqueólogo Edgard Camarós, quien desde 2016 dirige campañas de excavación en esta cavidad que es Patrimonio de la Humanidad.
Este año se cumplen 25 años del hallazgo de las pinturas de la cueva de El Pendo, en concreto el 21 de agosto, pero ese cuarto de siglo no refleja "nada" desde el punto de vista evolutivo, porque es solo "un parpadeo” en toda la historia que acumula esta cueva.
Camarós asegura que 25 años para la historia de la humanidad es apenas "una chispa, un momento que representa muy poco", pero matiza que para el ser humano "es muchísimo y eso lo hace interesante".
"Quedan muchísimos hallazgos por encontrar. No sabemos todavía lo que queda por descubrir y en esta generación no tendremos tiempo de descubrirlo", reconoce el arqueólogo, quien recuerda que personalidades del estudio de la prehistoria han investigado en El Pendo, pero que, aún así, la búsqueda de la historia esta cavidad "quedará para el futuro de la ciencia".
Este experto considera que ni la siguiente generación, ni en una tercera ni en una cuarta va a terminar por hacer el trabajo que queda para conocer El Pendo, escondida en un paraje de un barrio del municipio cántabro de Camargo.
Hasta ahora el equipo de este arqueólogo ha descubierto en esta cueva huesos grabados, que suponen los primeros indicios de arte decorado por el ser humano para expresar su pensamiento, o también una zagalla, una punta de flecha en hueso, de hace 16.000 años, con una cabra grabada en visión frontal.
Camarós y su equipo no están centrados en las pinturas rupestres, porque no es lo que están buscando, ya que su interés está en excavar los sedimentos de la cavidad para recuperar la historia más dilatada en el tiempo.
Aun así, el arqueólogo reconoce que ese “descubrimiento” del arte parietal está en el ADN de las investigaciones.
Además, explica que el descubrimiento de las pinturas que tiene la cavidad fueron "cruciales" para poner El Pendo en el mapa de la prehistoria europea, que volvió a reconocer que esta cavidad era un sitio "clave" para entender la historia de la humanidad.
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