Alejandría, el Egipto más mediterráneo

Se dice que la antigua Alejandría, llamada la Ciudad de los Mil Palacios, se hundió en el fango porque el suelo no soportó el peso de sus templos. Los restos del Portus Magnus, que albergó el palacio de Cleopatra y el famoso faro, duermen a día de hoy en la bahía de Abukir pero la urbe que resurgió de sus ruinas es un lugar que merece ser redescubierto.

Con 4 millones de habitantes, la Alejandría actual es la segunda ciudad de Egipto y ocupa unos 32 kilómetros de línea costera al oeste del delta del Nilo. Es el puerto comercial más grande del país y también un importante foco turístico ya que conserva monumentos históricos de varias civilizaciones.

La gran herencia cultural griega, romana y egipcia ha hecho que Alejandría ostente durante 2010 el título de Capital Turística del Mundo Árabe. Sin embargo, no hay que llamarse a error: la mayoría de los restos de la ciudad antigua se perdieron y hoy no son más que recuerdos, aunque sus leyendas estén muy presentes en las guías.

Entre otras ruinas, se puede visitar el Serapeum en lo que hoy ocupa el distrito de Racotis, un santuario construido en el año 300 d.C. del que aún se conservan túneles y el Pilar de Pompeyo. Las catacumbas de Kom el Shogafa son otra opción. Situadas en el interior de la ciudad, datan del siglo I y tiene tres niveles en los que se conservan bajorrelieves que mezclan temática egipcia y griega. La fortaleza de Qaitbay, construida en  1480, es uno de los sitios más visitados ya que se dice que está en el lugar que antiguamente ocupó el Faro de Alejandría, la columna de casi 150 metros que llegó a ser considerada una de las siete maravillas del Mundo Antiguo.

Para repasar algo más de la historia de la ciudad se puede ir al Museo Grecorromano, construido en 1893, y complementarlo con una visita al Museo Nacional de Alejandría, que se inauguró en 2003 con muestras de arte faraónico, grecorromano, copto y árabe, y que contiene también piezas más modernas.

Comparándolo con el caótico El Cairo, podría decirse que Alejandría es un lugar tranquilo dentro de su desorden. En general, la gente es muy amable y el clima suave, aunque hace mucho viento y en invierno son frecuentes las tormentas eléctricas que dejan sin suministro a parte de la ciudad. Si se dispone de tiempo para llevar con humor averías, vale la pena moverse en tranvía, aunque hay que tener en cuenta que los hay de dos tipos: mixtos y exclusivos para mujeres. En el caso contrario, los taxis son muy baratos, pero siempre conviene acordar el precio de la carrera de antemano.

Midan Saad Zaghlul, es el centro de la vida de Alejandría ya que está bien comunicado y tiene muchos lugares de ocio y restaurantes. Sin embargo, tanto turistas como residentes coinciden en que el paseo marítimo de la Corniche es la zona más agradable de la ciudad. A lo largo de sus 25 kilómetros, los visitantes pueden disfrutar de un ambiente animado, puestos de flores y comida, y magníficas puestas de sol. En sus playas públicas lo habitual es que la gente acuda vestida y se acomode con sillas y sombrillas a pasar el día.

El Palacio de Montazah, construido en 1892 con una mezcla de estilos otomano y florentino, está en el recorrido del paseo y vale la pena acercarse a verlo. Su recinto incluye 150 hectáreas de jardines de corte europeo por los que se pueden dar tranquilos paseos, previo pago de una pequeña entrada. Cerca de la universidad está otra de las visitas obligadas, la nueva Biblioteca de Alejandría, que no tiene nada que ver con la que fue destruida. Se trata de un centro cultural muy vivo que destaca por su moderno diseño de cristaleras inclinadas.