Guía de última hora para sobrevivir a 'Amanecer. Parte 2'

El estreno de La saga Crepúsculo: Amanecer. Parte 2 marca el final de toda una era para muchos espectadores que, desde 2008 hasta 2012, cada año han acudido fieles al reclamo de las películas basadas en los bestsellers de Stephenie Meyer. Cinco largometrajes cuya herencia todavía se quedará con nosotros durante una buena temporada (por no hablar de los rumores sobre nuevas películas) y que han contribuido a, al menos, dos cosas claras: saturar el mercado de fantasía adolescente con relatos vampíricos y hacer de Kristen Stewart, Robert Pattinson y Taylor Lautner estrellas cinematográficas (aunque la autocombustión del último parece imparable). Sin embargo, es posible que por avatares de la vida te hayas mantenido al margen del fenómeno crepusculista sin contacto con los libros de Meyer, ni las películas (por lo que, para ti, Stewart sería la actriz de Adventureland y Pattinson el de Cosmópolis; ¡menudo dislate, ¿eh?!), ni el incontrolable fenómeno fan. Pero, tras tanta profilaxis, un cambio drástico en tu vida sentimental o una apuesta irreflexiva pueden haberte llevado a ver la culminación de la saga en el cine. Tranquilidad, porque gracias a nuestra guía podrás hacer creer a tu acompañante que conoces todo lo que hay que saber sobre las anteriores entregas de Crepúsculo manteniéndote tan lejos de ellas como un Cullen de un Banco de Sangre (jaja, no hace ninguna falta que pilles ese pésimo chiste).

Los protagonistas

A estas alturas se antoja difícil creer que no sepas que en Crepúsculo todo gira en torno a los amoríos de Bella Swan, Edward Cullen y Jacob Black. La particularidad de su peculiar triángulo romántico con diseño mormón, donde hay cabida para la dependencia absoluta, la cursilería verbal, la castidad prematrimonial y el pagafantismo platónico, reside en que cada uno de los protagonistas pertenece a una especie diferente. ¡Un canto a la integración! El caso es que Bella (Stewart) hace muy poco por dejar en buen lugar a los seres humanos, con su constante decaimiento y tozudez intempestiva. En cuanto a los otros dos, Edward (Pattinson) es un vampiro de unos 109 años y con problemas de cambio de humor (de aletargado a entumecido) que se enamora de una chica de 18 (¿quién no?); Jacob (Lautner) es un indio Quileute, licántropo, alegre, simpático, mazao, mecánico, manitas, buen artesano, siempre atento y totalmente incapacitado para quedarse con la chica. Así es la vida.

Los otros

Entre los humanos hay que mencionar al padre de Bella, Charlie (Billy Burke), cuya presencia en el guión suele cumplir el papel de estorbo; en cuanto a la madre, Renee, punto de interés por su condición MILF en manos de Sarah Clarke, se ha decidido que no había por qué pagarle el sueldo de salir en esta última película, así que puedes olvidarte de ella. Los amigos humanos de Bella tampoco importan mucho a estas alturas de la saga. Los pobres Anna Kendrick, Michael Welch, Christian Serratos y Justin Chon han debido de quedarse un poco chafados al ver cómo sus compis se hacían ricos y famosos y a ellos sólo los llama(ba)n para convenciones de fans cuando no están disponibles...

... los otros vampiros. Además de Edward, en la familia Cullen tienes al patriarca e impulsor del veganismo vampírico, el doctor Carlisle (Peter Facinelli), a su esposa Esme (Elizabeth Reaser), a sus hijos Emmet (Kellan Lutz) y Alice (Ashley Green) y a sus respectivas parejas, Rosalie (Nikki Reed) y Jasper (Jackson Rathbone). Importarían poco salvo porque en el universo de Stephenie Meyer los vampiros no tienen suficiente con la inmortalidad, la fuerza y el incandescente brillo purpurina de la piel, sino que algunos desarrollan ciertos poderes de lectura mental (el caso de Edward), predicción del futuro (el de Alice) o control de emociones (Jasper)... algo que será determinante en el desarrollo final de Amanecer. Parte 2. De hecho, en esta película aparecerá una nueva miriada de vampiros de todo el mundo (ideales para jugar a las familias: los hay amazónicos, egipcios, rumanos, irlandeses, latinos...) aportando nuevos poderes. Pero no desesperes, porque nadie (ni la guionista Melissa Rosenberg) conoce muy bien a todos esos otros chupasangre ni se molesta demasiado en exponérselos de forma clara al espectador.

A los que sí tienes que identificar es a los Volturi, aunque sólo sea porque son los únicos que tienen buenos actores con lentillas en sus filas, como Michael Sheen (Aro, el líder) o Dakota Fanning (Jane), la más madura del reparto. Sin nada que ver con Voltaire, sino con la ciudad italiana de Voltarra, esta familia ejerce como una suerte de policía aristócrata vampírica y, qué demonios, son los únicos que respetan un poco la tradición siendo sanguinarios, maquiavélicos, elegantes, araneros y atractivos. Sólo por eso, merecen ser los personajes favoritos de la saga.

La historia

Ahora que ya tienes situados a los jugadores, veamos de qué va todo esto. Seguramente pensarás que las cuatro películas anteriores, con cada una superando las 2 horas de duración, estarán llenas de acontecimientos difíciles de resumir. Bueno, no es así: la dilatación temporal extrema ha sido una de las señas de identidad de la saga en el cine, llegando al absurdo de dividir la adaptación del último libro en dos películas sin más objeto que estirar un poco todavía el rendimiento económico, a lo Harry Potter. En líneas generales, todo empieza cuando Bella se muda desde Arizona hasta Forks, un pueblo del estado de Washington donde siempre está nublado. Allí se enamora de Edward, un vampiro que, como el resto de su familia Cullen, rechaza consumir sangre humana y le gusta jugar al béisbol escuchando canciones de Muse. Después de ser atacados por una versión vampírica de los Black Eyed Peas y matar a uno de sus miembros, sufriran el acoso de la chica de la banda, empeñada en hacerles la vida imposible. Mientras, el amor entre Bella y Edward crece alcanzando unas cotas ridículas y manteniendo una férrea castidad hasta... que a él le da por desaparecer del mapa y la deja tirada. Entonces entra en escena Jacob, con quien hay feeling hasta que se descubre que no sólo es un loco del gimnasio y los anabolizantes, sino también un licántropo, enemigo legendario de los vampiros. El triángulo amoroso humana-vampiro-licántropo se empieza a fortalecer mediante un par de glorificaciones del intento de suicidio como llamada de atención para que tu pareja te haga caso (gracias, Meyer) hasta que, finalmente, los dos tortolitos originales se casan, se van de luna de miel, consuman y tienen una hija (Renesmee) todo junto en la anterior película. Eso está bien, porque deja para esta sólo lo importante: la guerra entre vampiros. O algo así.

El estilo

Dentro de la disparidad impersonal de directores que se han hecho cargo de las distintas entregas de la saga (Bill Condon firma las dos últimas, que se rodaron a la vez), lo más llamativo es cómo Catherine Hardwicke sentó unas bases de fotografía azulada (de Elliot Davis) y palidez extrema que después, película a película, han ido eliminándose hasta el actual aspecto de telefilme insustancial. Para nota, se puede argumentar que Luna nueva, de Chris Weitz, probablemente sea la mejor dirigida de la saga, aunque tampoco signifique apuntar muy alto. En cuanto a la técnica de potenciar el melodrama azucarado sobre cualquier momento de acción del argumento, no hay confusión posible: se mantiene homogénea en todos los guiones de Rosenberg, de los que puedes citar algunos highlights como "Me das todo sólo con respirar" (Luna nueva), "¡A partir de ahora soy Suiza!" (Eclipse) o "El feto es demasiado fuerte" (Amanecer. Parte 1). ¡Buen provecho!

Lee la crítica de La saga Crepúsculo: Amanecer. Parte 2

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