La Orotava: playas, parajes y vino con volcán al fondo

  • Se puede disfrutar de sus arenales en cualquier época del año.
  • La ciudad de La Orotava cuenta con bellos casones coloniales.
  • El vino toma su carácter del suelo volcánico y la suave temperatura.

El valle de La Orotava es un lugar privilegiado dentro de Tenerife, un pequeño paraíso dentro del paraíso, el jardín de las Hespérides que los antiguos situaban en Canarias (representado en el escudo municipal). En media hora escasa de trayecto en coche pasamos de bañarnos en una recóndita playa a degustar un exquisito vino volcánico a las faldas del Teide, en cualquier época del año. Sin exagerar.

El municipio, situado al norte de la isla, es el más extenso de Tenerife y el más alto de España. 200 kilómetros cuadrados de extensión que ocupan buena parte del valle de La Orotava que va desde el nivel del mar hasta los 3.718 metros del pico del Teide.

La ciudad de La Orotava, situada en el corazón del valle, es una villa de grandes casonas coloniales de los siglos XVII y XVIII y calles adoquinadas en pendiente donde se establecieron las familias de los primeros conquistadores. Entre ellas destacan por su singularidad y belleza la Casa Lercaro, con una extraordinaria labor de carpintería en ventanas y balcones, y la Casa de los Balcones.

Las playas de la comarca son de marcado carácter Atlántico, en el extremo opuesto a las de arena rubia y aguas cristalinas del Caribe. De limpísima arena negra, flanqueadas por acantilados que hacen  más complicado su acceso pero alejan el turismo más bullicioso, se suceden a lo largo del litoral. La primera, la de ‘El Bollullo’, la más accesible y familiar, seguida de ‘Los Patos’, frecuentada por nudistas y surferos, y la de ‘El Ancón’, de mayor amplitud que las anteriores. Las mareas y la fuerza del mar son dos factores muy a tener en cuenta a la hora visitarlas.

La gastronomía local tiene como pilares básicos los platos elaborados con gofio, una harina de cereales tostados, producto típico por excelencia, y el vino de Denominación de Origen. Los caldos toman su personalidad del suelo volcánico y las suaves temperaturas atlánticas suavizadas por los alisios. Las variedad es grande, destacando los tintos, blancos, rosados y el dulce clásico (malvasía o moscatel).

Se hace obligatoria una excursión al Teide y una ruta por los ‘guachinches’, versión canaria de los chiringuitos, dispersos a lo largo de la cara norte.

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