6 recomendaciones para Atlántida Film Fest 2017

Hasta el 26 de julio puedes seguir disfrutando de la séptima edición del Atlántida Film Fest, el festival de cine online organizado por Filmin que te permite acceder desde cualquier lugar a decenas de interesantes títulos del último año que no han llegado a las salas de cine. De algunos de ellos ya hemos hablado en CINEMANÍA, pero a continuación os ofrecemos seis recomendaciones frescas y variadas para añadir a vuestro propio recorrido por las secciones y meandros del festival.

La leyenda alrededor de la muerte del (extraordinario) actor Anton Yeltchin rema a favor de la corriente que el cineasta brasileño Gabe Klinger (debutante en la ficción) ha sabido crear en la desembocadura atlántica del río Duero (Douro, de oro). Allí es donde la ciudad de Oporto (la Porto del título), urbe luminosa y puerto brumoso a la vez, despliega sus fauces melancólicas y acuna la relación entre dos animales heridos. A Yeltchin le acompaña la arrebatadora Lucie Lucas y juntos recorren un camino de una noche en la ciudad, con ecos de El último tango en París y el toque vital de Richard Linklater. El amor en bares decadentes, pisos con vistas y calles vacías es mucho más potente. El dolor, también. Pequeña gran película.—CM

Gran futuro le espera a la debutante Elena Martín si sigue cultivando su aguda capacidad de observación. Muestras más que evidentes impregnan Júlia Ist, delicado y concreto retrato de un año Erasmus con tintes autobiográficos. La directora, que ya apuntaba maneras como protagonista de Las amigas de Àgata, encuadra las experiencias del personaje que ella misma interpreta en su ópera prima bajo el prisma de quien aún no ha aprendido a vivir y ha de construirse, de quien se ve siempre acuciado por sus expectativas más que por la realidad. Desde un Berlín gélido y duro hasta el verano en raves campestres a las afueras de la ciudad, Elena Martín aprovecha el arco interior de Júlia para hablar de una generación, la Erasmus, muy habituada a lo que podría haber sido. —AGB

El belga Lucas Belvaux es el responsable de una de las mejores comedias románticas de esta década, No es mi tipo (2014), y de ella ha recuperado a la enérgica Émilie Dequenne –sí, la Rosetta de los Dardenne– para protagonizar esta ficción política que mantiene inquietantes lazos con la actualidad política francesa y el ascenso del Frente Nacional. El calado de los mensajes xenófobos de esta nueva extrema derecha populista que ha conectado con importantes capas de población rural del país es el tema central de Belvaux, expuesto sin miramientos y con pocas concesiones al sensacionalismo del cine de grandes emociones en una película compleja, que se toma su tiempo para dar los matices necesarios, y que también incluye una gran interpretación de André Dussollier.—DDP 

Hace tiempo que el nombre de Tilda Swinton funciona como garantía de calidad. Tanto de las películas en las que participa como actriz y productora como en los diversos proyectos en los que despliega con absoluta exquisitez su amor por el cine. Es el caso de esta oda visual –compuesta de cuatro ensayos o retratos– del crítico de arte y escritor John Berger que la artista pelirroja dirigió un año antes de su muerte. The Seasons of Quincy se mueve entre conversaciones políticas, íntimas y momentos caseros –la hija adolescente de Tilda Swinton aprende a montar en moto con Berger– convirtiendo un homenaje cercano en una celebración (cada vez más necesaria) de la intelectualidad. —AGB

Mucho más que un episodio de Girls ambientado en Tel-Aviv, el debut en el largo de Hadas Ben Aroya es un palpitante ejercicio de exposición y negación del pudor en nuestra época de hiperconexión solitaria. La joven israelí escribe, dirige y protagoniza este retrato de una chica de 25 años a la búsqueda de un lugar en el mundo y conseguir pasar página definitivamente tras el final de una relación. Salidas nocturnas, encuentros ocasionales, mensajes de whatsapp desesperados y un arrojo insospechado serán sus armas para bracear en la jungla del déficit de afecto contemporánea.—DDP

Antonin Peretjatko (Grenoble, 1974) es el Boris Vian de los jóvenes cineastas franceses. Provocador y divertido, su encantadora opera prima, La chica del 14 de julio, supo mezclar gentilmente una sátira política con la frescura de esa nueva nueva de cineastas galos que miran hacia la Nouvelle Vague con ojos lujuriosos. Ahondando en los entresijos de (lo que queda de) la Grandeur (ya más burocrática que imperial), el cineasta viaja a ultramar junto a Vincent Macaigne, un actor de estampa tan desastrada como inolvidable, un tipo en prácticas gubernamentales, que encuentra una compañera perfecta en la radiante Vimala Pons. La impronta de la Guyana francesa, como pasó con la Roma de Fellini en La dolce vita (a la cual homenajea con otra mítica estatua en helicóptero, se merienda a una sucesión de hombres ridículos de cartoon y mujeres listas e irresistibles que ahondan el ridículo de la masculinidad del poder.—CM