Gran Canaria, el paraíso hecho playas

Si definiéramos la isla de Gran Canaria sería una mezcla de naturaleza pura, climas diversos y una multitud de ecosistemas tan variados que parece imposible que se conjunten en tan poco espacio, pero que para el visitante suponen un regalo para todos sus sentidos.

El origen volcánico de la isla le da una forma de pirámide truncada, pero que a vista de pájaro posee una forma más esférica que rectangular, cuyo resultado es 236 kilómetros de costa, 60 de ellos playas, que se encuentran entre las mejores del mundo.

Es difícil hacer una selección de las mejores playas de la isla, las hay de todo tipo, desde las más recónditas ideales para desconectar del mundo –como la playa de San Agustín o la de Amadores, pasando por playas más turísticas, como la de Puerto Rico.

Pero si hubiera que destacar algunas, éstas serían las playas de Maspalomas y la del Inglés, que se despliegan en el pico sur de la isla y que se asemejan a un desierto, con sus interminables y doradas dunas que mueren en un agua cristalina, coronada por un faro de 55 metros erigido en 1861.

Pero tal cantidad y calidad de playas no serían tan famosas sin el fantástico clima que baña toda la isla. Es tal su fama que ha sido denominado como el mejor clima del mundo por la Universidad de Siracusa, en Nueva York. Títulos aparte, las suaves temperaturas a lo largo del año, sumadas a los vientos alisios, hacen que haya una gran variedad climática y por lo tanto una diversidad de fauna y flora muy llamativa, tanto que a la isla se la conoce como un continente en miniatura y ha sido declarada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera.

Por si esto no fuera poco para el visitante, la isla dispone de una oferta cultural variada como visitas guiadas como el Parque Rural del Rublo (que contiene la montaña del mismo nombre con 1.813 metros de altitud y símbolo de la isla), la selva de Doramas o el Barranco de Aguaje; o si somos más aventureros, qué mejor que hacer un poco de senderismo por las reservas naturales de Inagua o El Berzal.

Además podemos descubrir el arte de los aborígenes isleños en las cuevas pintadas del Gáldar o en el Cenobio de Valerón. Mientras que en la capital, Las Palmas de Gran Canaria, es de visita obligada su imponente catedral.

Por último, no hay que olvidar su gastronomía. Famosas son sus ‘papas arrugadas’, la ‘ropa vieja’ o las ‘carajas’, seguidas de un caldo de pescado o un potaje de berros. Sano e ideal para recargar fuerzas y disfrutar de todavía más sol, más playas y más aventura en esta fantástica isla.