¿Separados al nacer?: actores con parecidos muy razonables

Excluyendo a las enciclopedias andantes, es muy frecuente referirse a los actores y actrices, especialmente cuando son secundarios, como “El/la que salía en [insertar nombre de película]”. Una fórmula válida para el común de los mortales, los que no tenemos una Wikipedia o un IMDB en la cabeza. El sistema, sin embargo, encuentra su falla cuando nos topamos con actores trampa, esos que crees que son uno, pero que en realidad son otro. Los siguientes son algunos de los casos más problemáticos. Evita futuras confusiones y ten estos casos muy en cuenta. Si conoces alguno más, añádelos en los comentarios de esta misma página y ampliaremos la lista con todas las sugerencias.

¿Qué hubiera pasado si Teresa Palmer, asomprosamente parecida a Kristen Stewart, hubiera sido Bella en Crepúsculo? ¿Habría triunfado? Preguntas sin respuesta pero en cualquier caso estamos ante un poderoso caso de separados al nacer. Palmer tiene un par de películas destacables como la divertida comedia Memorias de un zombie adolescente o el inicio de una saga adolescente como Soy el número cuatro (un estrepitoso fracaso). Ahora ha resucitado con el estreno de No Apagues la luz. Stewart, sin embargo, es toda una estrella de Hollywood, los grandes directores se la rifan y acaba de estrenar con Woody Allen.

El parecido entre Tom Hardy y Logan Marshall Green es escalofriante. Ambos tienen la misma edad (bueno, Tom Hardy es un año más joven) y ambos tienen la misma cara. Tom Hardy tiene muchísimas más películas en su filmografía, eso sí. Digamos que le ha cundido más el tiempo... Ha trabajado con Christopher Nolan varias veces... Tiene un par de joyas indies como Locke o Warrior, es el nuevo Mad-Max o el villano de Alejandro González Iñárritu en El Renacido. Mientras, Marshall Green es un secundario cuya película más destacable es La Invitación un thriller psicológico que ganó en Sitges.

Aunque entre ellos hay doce años de diferencia, el parecido físico entre Christopher Lambert y Thomas Jane es demasiado evidente como para no pararse a pensarlo cuando vemos a uno de ellos en pantalla. Tanto uno como otro comparten un pasado de tipos duros de cine y tienen en común una mirada primitiva y un repertorio gestual limitado. Jane, más habitual como secundario que como protagonista, puede ser recordado por títulos como La niebla o El castigador. Lambert, por su parte, siempre estará ligado a su papel de Duncan MacLeod en Los Inmortales, aunque habrá quien no pueda borrar de su mente su participación en la incalificable Druidas.

Otro parecido físico asombroso es el que une a Peta Wilson y Amy Smart, dos guapas de Hollywood de aspecto dulce, pero con unos rasgos faciales que les permiten llevar a cabo papeles de chicas malas. Precisamente Peta Wilson será recordada, además de por su llamativo nombre de pila, por ser Nikita en la serie de televisión. Sus incursiones en el cine, siempre con papeles secundarios, han pinchado en hueso con títulos de dudosa calidad (por decirlo suavemente) como Superman returns o La Liga de los Hombres Extraordinarios. La carrera de Amy Smart tampoco es para tirar cohetes, siendo uno de sus papeles más vistosos el de sacrificada novia de Jason Statham en la saga de Crank.

¿Cómo se llama el tipo ese que es como Michael Madsen, pero que no es Michael Madsen? Pues se trata de Tom Sizemore, un tipo duro que comparte con Madsen la misma cara de tío curtido al que no se la vas a colar. Aunque estrictamente hablando no son dos gotas de agua, la expresión canalla de su habitualmente mal afeitado rostro provoca la confusión en el espectador.

Sizemore se ha especializado en papeles de rudo militar en cintas como la desconcertante El cazador de sueños, donde compartió cartel con otro de estos actores tan fáciles de confundir, Thomas Jane, Pearl Harbor o Salvar al soldado Ryan. Lo de Madsen está más fuera de la ley, con personajes siempre cerca del extremo en títulos como Sin City, Reservoir Dogs, Kill Bill… o Liberad a Willy.

Por fortuna para Colin Firth, con El discurso del rey cosechó tanto éxito, Oscar incluído, que su cara ha dejado de formar parte del pabellón de los secundarios habituales para dar el salto a la élite del celuloide. Este hecho ha favorecido su diferenciación con su alter ego Steve Zahn, de carrera más humilde.

Los dos comparten un aspecto de buena gente, personas con las que tomarías unas cañas y les contarías tus problemas, aunque no exentos de un toque pícaro. Firth, antes de su papel de Jorge VI, venía de una larga tradición de actor de reparto en títulos ligeros como El diario de Bridget Jones, Love actually o La niñera mágica. Zahn, por su parte, aunque le descubrimos como miembro de The Wonders, también ha coqueteado con la comedia romántica en películas como Tienes un email o Fuerzas de la naturaleza, si bien su principal papel lo interpreta en la serie de HBO Treme.

Está bien; Bill Pullman y Bill Paxton ni siquiera se parecen físicamente, o al menos no lo suficiente como para haber cosechado la leyenda de confusión que les acompaña. Sin embargo, estos dos intérpretes de dilatada carrera son un clásico entre las equivocaciones de los espectadores. Tanto es así, que en Internet podemos encontrar webs donde nos ayudan a diferenciar las películas en las que sale uno u otro. Mismo nombre, prácticamente misma edad (Pullman es dos años mayor que Paxton), misma inicial en el apellido… Sí, son argumentos pobres como para generar las dudas que cosechan, pero por algún motivo, es así.

Bill Pullman tiene en su haber títulos contradictorios que van desde Carretera perdida hasta Independence Day pasando por Casper, mientras que Paxton ha sabido meterse, aunque sea de refilón, en muchos de los grandes éxitos de taquilla de los últimos años: Titanic, Mentiras arriesgadas, Terminator o Aliens, entre otras, merced a su gran amistad con James Cameron.

Por fortuna, ambos compartieron cartel en Brain Dead (la de Peter Jackson no, otra) y, como dice el autor de esta web, esta obra demuestra que Paxton y Pullman no son la misma persona. Aunque podría tratarse de efectos especiales, a mí no me la cuelan.