Pánico a una muerte ridícula: 12 escenas de miedo que dan mucha risa

Son sádicas y crueles. Están llenas de violencia. El departamento de efectos especiales (caso de haberlo) ha echado el resto para convertirlas en festivales de higadillos, el director ha puesto en juego toda su depravación visual, los actores, y sobre todo las actrices (rubias) se han desgañitado gritando de pánico, la sangre artificial ha rebosado tanto que el suelo del plató ha hecho un asco... Y, pese a ello, estas escenas no nos asustan, sino todo lo contrario. A veces se trata de un esfuerzo voluntario, llevando al límite los clichés del género de terror para obtener la complicidad del público. Otras, las más, de sonoros patinazos provocados por la incompetencia del equipo, o por las ganas de exagerar. CINEMANÍA ha escarbado en sus archivos para ofreceros 12 momentos de terror que dan mucha risa.

El momento: Huyendo del asesino de turno, la stripper Paris Hilton se refugia en un desolado cobertizo. ¿Es que esta chica nunca ha visto un slasher, o qué?

Debería asustarnos porque... Cuando Paris se cree a salvo (angelita), el villano le arroja una herramienta con tanta fuerza que esta atraviesa su cabeza.

Pero nos da risa porque... Entre lo exagerado del momento, la imprudencia del personaje (que asoma la cabeza en el momento más inoportuno) y la cara de pava que se le queda a la joven millonaria, hay donde elegir.

El momento: La pobre Sheila (Toy Newkirk) es asmática, así que Freddy Krueger (Robert Englund) opta por darle una muerte, digamos, pulmonar cuando esta se duerme en clase.

Debería asustarnos porque... Morreo mediante, Freddy absorbe las entrañas de la joven succionándoselas por la boca. Ay, qué grima.

Pero nos da risa porque... Seamos sinceros, es Freddy: entre su desvergonzada manera de mover la lengua y el hecho de que su víctima acabe deshinchada como un globo, el serial killer más cachondo de los 80 mantuvo aquí su reputación.

El momento: El protagonista Ricky-Oh Saiga vence a un matón presidiario con su fuerza sobrehumana, haciéndole picadillo (literalmente).

Debería asustarnos porque... Bueno, asustarnos no nos asusta, pero asquerosa la escena lo es un rato: el pobre villano nos va dando cada vez más pena conforme el héroe le hace trizas, miembro por miembro.

Pero nos da risa porque... ¿Cuánta sangre falsa y cuánta casquería emplearon los responsables del filme en esta escena? No hay forma de saberlo, pero el derroche de gore es tal que uno de los malos malísimos busca consuelo en los brazos del otro, cual niño pequeño.

El momento: Tras casi dos horas de latigazos, sombrerazos y serpientazos, parece que Indiana Jones ha fracasado en su búsqueda: el malvado Belloq y el nazi Toth se han hecho con el Arca de la Alianza. Pero, cuando los malos abren la reliquia...

Debería asustarnos porque... Las místicas presencias que surgen del Arca arrojan la ira de Dios sobre todo nazi viviente, haciendo que sus carnes se derritan.

Pero nos da risa porque... Más que una apoteosis gore, la escena acaba pareciendo un corto stop motion rodado con plastilina. Claro que, conociendo a Spielberg, y dado el tono cachondo que preside la película, vete tú a saber si la intención no era esa.

El momento: El profesor Takeshi (Takeshi Kitano, cómo no) se ha pasado todo el filme disfrutando con la muerte de sus alumnos, sometidos a una variante nipona y asesina de la Selectividad. Cuando los héroes del filme le cogen desprevenido, parece que ha llegado su San Martín...

Debería asustarnos porque... Aunque no se quite el chándal en todo el filme, el personaje de Kitano es un bastardo de cuidado. Además, a estas alturas hemos visto una gran cantidad de defunciones terroríficas, y nos esperamos lo peor.

Pero nos da risa porque... Por dónde empezar... Para empezar, el profe responde a sus atacantes con una pistola de agua. Para seguir, lo que acaba de rematarle no es un tiro en la cabeza, sino una llamada de la latosa de su mujer. Y, para postre, una galletita.

El momento: Tras reducir a una de sus víctimas a una masa de ectoplásmica baba verde, los trolls del título se ceban en sus restos con fruición.

Debería asustarnos porque... La idea de convertirnos en lo que parece un gigantesco moco pringoso y servir de cena a una pandilla de enanos con orejas puntiagudas no entra en nuestros planes inmediatos.

Pero nos da risa porque... "¡Se la están comiendo! ¡Y ahora me van a comer a mí! ¡Nooooooo!". El protagonista Michael Stephenson debería parecer asustado al pronunciar esta frase, pero en lugar de eso la entona con una contención y una sobriedad que parece esto una película de Robert Bresson, más que una de miedo. Súmale a ello los peores efectos especiales imaginables y una musiquilla de casiotone, y entenderás por qué Troll 2 es presencia fija en las listas de peores películas de la historia.

El momento: El psicótico asesino Ichi (Nao Omori) es un buenazo en el fondo. Por eso, cuando ve a un chulo maltratando a una prostituta, corta la situación por lo sano.

Debería asustarnos porque... Cuando decimos que Ichi corta, es que corta de verdad: el proxeneta queda seccionado longitudinalmente, de la cabeza a la entrepierna.

Pero nos da risa porque... A la víctima se le queda una comprensible expresión de sorpresa mientras su cuerpo se parte en dos y sus órganos internos comienzan a desparramarse por el suelo. Tarantino tomó buena nota (suponemos) a la hora de rodar la muerte de Lucy Liu en Kill Bill.

El momento: En lo que parece un híbrido de El señor de las moscas, ¿Quién puede matar a un niño? y Los juegos del hambre, un grupo de críos ha sido entrenado por un adolescente para matar a mansalva.

Debería asustarnos porque... Los heroes acribillan al mentor, para después exterminar a los críos a base de tiros y machetazos.

Pero nos da risa porque... Sus valores de producción son nulos, la sangre parece ketchup (y probablemente lo sea) y la banda sonora parece compuesta por Ross, de Friends, con su tecladito casero. Sólo falta que alguno de los chavales se despiporre de risa ante la cámara.

El momento: El sádico gobernador de Marte (Ronny Cox) quería asfixiar a la población, pero al final es 'Arnie' Schwarzenegger quien le asfixia a él arrojándole al vacío.

Debería asustarnos porque... El cuerpo del villano revienta, literalmente, por la diferencia de presiones. No sabemos si será muy correcto científicamente, pero la idea de hincharnos como globos y estallar en pedazos resulta poco atractiva.

Pero nos da risa porque... Un departamento de efectos especiales en estado de gracia, y el regodeo de Paul Verhoeven en el lado más cachondo del gore hacen que Ronny Cox parezca un híbrido de pez globo y señora gorda.

El momento: El policía Nicolas Cage es alérgico a las picaduras de abeja, así que el culto matriarcal de Ellen Burstyn le mete la cabeza en una jaula llena de estos insectos antes de asarle a la barbacoa.

Debería asustarnos porque... Con alergias o sin ellas, los picotazos deben doler lo suyo. Saber que vas a acabar como víctima de un sacrificio pagano no mejora las cosas.

Pero nos da risa porque... Buena parte de la reputación de 'Nic' como maestro de la comedia involuntaria se originó gracias a esta escena, y a sus demenciales, desopilantes gritos de pánico.

El momento: Tras haberse comportado como un chulopiscinas de libro, el culturista Hunt (Nick Zano) halla su muerte por obra de un desagüe vengador.

Debería asustarnos porque... Las entrañas de la víctima son absorbidas por una bomba neumática, que revienta acto seguido con gran profusión de sangre.

Pero nos da risa porque... No sólo se trata de la muerte más exagerada de la entrega más autoparódica de la saga (que ya es decir), sino que también es la única que se produce por vía rectal. Sobran los comentarios.

El momento: Como las carnes de Kelly Brook y Riley Steele, por más que abundantes, saben mucho a silicona, los pececillos caníbales se dan un resopón con el productor porno Derrick (Jerry O'Connell).

Debería asustarnos porque... A la hora de trinchar el plato, digamos, las pirañas comienzan devorando el miembro viril de Derrick. Como cantaban los Chunguitos: "¡Ay, qué dolor!".

Pero nos da risa porque... Esta escena no se libra del tono de cachondeo macabro empleado por Alexandre Aja en toda la película. El satisfecho "ñam ñam" emitido por los peces durante el acto devorador, y las últimas palabras del personaje ("¡Camisetas mojadas!") son espectaculares.

El momento: Huyendo del asesino titular de Viernes 13, reconstruido y reforzado cibernéticamente en el futuro, los protas le ofrecen un cebo irresistible: la recreación holográfica del campamento Crystal Lake.

Debería asustarnos porque... ¿Jason en un campamento de verano? Vale, nos espera un festín de mutilaciones al por mayor.

Pero nos da risa porque...  La inteligencia artificial responsable de la simulación se toma las constantes de la saga muy por lo literal: nada más entrar, el asesino de la máscara se encuentra con dos quinceañeras en topless que gritan "¡Vamos a beber alcohol y practicar sexo prematrimonial!". Privado de su machete, Jason acaba metiéndolas en sus sacos de dormir y estampándolas contra el suelo, pero ni por esas.