Martin Scorsese: vida de un devorador de películas

El director de 'La invención de Hugo' no es sólo uno de nuestros cineastas favoritos, sino también alguien que vive por y para el séptimo arte. Repasamos los grandes hitos en su carrera de devorador (y restaurador, e historiador) del cine. Por YAGO GARCÍA
Martin Scorsese: vida de un devorador de películas
Martin Scorsese: vida de un devorador de películas
Martin Scorsese: vida de un devorador de películas

Hay que quererle. Con los años y las películas, Martin Scorsese ha pasado de ser uno de los cineastas más gamberros e incontrolables de la industria de EE UU a ser uno de esos señores entrañables, algo domesticados pero siempre dignos, que se mueven en los márgenes de los grandes premios y los grandes presupuestos. Como La invención de Hugo, su película más inesperada en mucho tiempo (¡cine de aventuras para niños en 3D!) llega a los cines este viernes, en CINEMANÍA hemos decidido dedicar un rato a hablar de este caballero italoamericano y bajito… Pero no de sus películas, porque de Taxi Driver, Toro salvaje o Uno de los nuestros ya hemos disertado bastante, sino de uno de los aspectos de ‘Marty’ que más nos emocionan: su cinefilia compulsiva.

Porque, hoy que los gustos de un director parecen haber pasado a segundo plano , Scorsese sigue recordando a todo aquel que quiere oírle que a él, más que el hecho en sí de dirigir películas, lo que le mola es el cine en general. Sin ir más lejos, en La invención de Hugo aprovecha para colarnos, con el pretexto de una aventura infantil y potteriana, todo un homenaje a la prehistoria del Séptimo Arte, y en concreto a la figura del gran Georges Méliès, uno de los primeros cineastas de la historia. En su honor, repasamos los hitos de su vida como devorador (y restaurador, e historiador) de películas.

“¿O cura, o mafioso? Mejor, cineasta”scorsese_uno_nuestros_robert_de_niro_mamma

Él mismo lo ha comentado en alguna ocasión. Si tienes un nombre como Martino Luciano Scorsese, y habiendo nacido (1942) en lo más chungo de la Little Italy neoyorquina (“era como un pueblo siciliano”, recuerda), hay dos carreras profesionales que parecen hechas para ti: la de la sotana, o de la de la ‘Cosa Nostra’. Hijo pequeño de un sastre y una costurera (a la cual podéis ver en la foto, junto a il suo figlio y unos amigos) el joven Martin no parecía muy apto para lo primero debido a una de las cruces de su vida: el asma. Con multitud de alergias, propenso a las crisis bronquiales y bastante enclenque, nuestro hombre se apuntó al seminario, pero no duró mucho en él y optó por, en sus propias palabras, “una profesión que reúne lo mejor de ambos mundos”. “Vengo de una familia que no tiene libros en casa”, señala el director. “La pantalla me lo descubrió todo”. Si te preguntas con qué película nuestro hombre se quedó 'pillado' para siempre con las películas, se trata de Duelo al sol (King Vidor, 1946), con Gregory Peck y Jennifer Jones.

“Haz películas sobre lo que conoces”martin_scorsese_malas_calles

¿Recuerdas el final de Toro salvaje? Si es así, te sonará la conmovedora dedicatoria (firmada, sin tapujos, como ‘Marty’) a un tal Haig Manoogian. Además de un amigo de Scorsese, este señor, fallecido durante el rodaje del filme, fue su profesor en la escuela de cine. Una escuela a la que Martin llegó sin idea alguna de cómo empuñar una cámara (“mis padres no tenían dinero para comprarme una Super8”) y de la cual salió, digamos, preparado para la vida. Según recuerda Scorsese, Manoogian remachaba en sus clases que un director debe rodar aquello que le es familiar, y su lema era: “Si queréis hacer películas de tiros, iros a Hollywood”. Aplicando estas enseñanzas de una forma peculiar, Scorsese rodó a lo largo de 4 años un debut que hablaba de la vida callejera en Nueva York (¿Quién llama a mi puerta?, debut fílmico de un tal Harvey Keitel), se marchó a Los Ángeles a trabajar con la troupe de Roger Corman, y aplicó en sus filmes posteriores todo lo aprendido en un vecindario donde “lo primero que aprendías era para qué sirve un revólver”. Ahora ya sabes por qué Malas calles, Uno de los nuestros, Casino o Infiltrados saben a realidad, no a timo.

“¡Rocanrol!”martin_scorsese_keith_richards

Tomamos prestado este epígrafe a No habrá paz para los malvados para indicar un hecho cierto: Scorsese ha sido uno de los grandes apóstoles de la música rock en Hollywood. No en vano uno de sus primeros trabajos fue montando la película Woodstock, y en sus filmes las guitarras estruendosas y los ritmos calientes siempre han tenido relevancia. Salvando excepciones como Easy Rider, las bandas sonoras compuestas a base de canciones eran una relativa rareza en el cine hasta que ‘Marty’ las puso de moda… Y ahora son casi la norma. Tanto arte tiene nuestro hombre en ensamblarlas, que si hubiese nacido unas décadas más tarde podría haberse ganado la vida como DJ. Por si fuera poco, en su filmografía encontramos piezas como El último vals (concierto de despedida del grupo The Band), Shine A Light (otro concierto, esta vez para sus adorados Rolling Stones), y sus documentales sobre Bob Dylan y George Harrison.

El cine le salvó la vidamartin_scorsese_robert_de_niro

Esto no es una exageración, ni una broma. Tras el fracaso de New York, New York en 1977, Scorsese cayó en una profunda depresión (agravada, además, por su amorío con una experta en adicciones como Liza Minelli) de la cual sólo encontró una forma de salir: esnifando cocaína a espuertas. Y viendo películas, claro. Como es de prever, la combinación entre las drogas y su asma no funcionó demasiado bien, y el asunto se resolvió con un ‘Marty’ hospitalizado y al borde de la muerte. ¿Cómo logró el director salir de este marasmo? ¿Con una estancia en rehabilitación? Pues casi que no: siguiendo el consejo de su amigo Robert DeNiro, Scorsese se embarcó en Toro salvaje, filme que, pese a unos resultados en taquilla también mediocres, le devolvió al ruedo. Como verás, los últimos minutos de Uno de los nuestros están rodados con conocimiento de causa...

“Ni una película perdida más”scorsese_film_foundation

En 1990, Scorsese se puso en contacto con algunos amiguetes cuyos nombres tal vez te suenen: Clint Eastwood, Francis Ford Coppola, Robert Altman, Steven Spielberg, Woody Allen, George Lucas y Stanley Kubrick. El objeto de esta quedada tan estelar no era salir a tomar unas copas (andando Woody y Kubrick en el ajo, tampoco era plan), sino crear The Film Foundation, una institución que desde entonces vela por la conservación, restauración y exhibición de películas clásicas. Con los años, The Film Foundation ha acogido en su junta directiva a talentos como Wes Anderson, Ang Lee y Peter Jackson, todos dedicados a seleccionar filmes que deben conservarse en sus archivos. Entre las iniciativas de la fundación se halla la llamada ‘Un dólar por fotograma’, que te permite apadrinar un filme pagando a partir de 0,75 euros. Para colmo, su web acoge un consultorio en el que el propio Scorsese contesta dudas y consultas sobre sus actividades. Parece que ‘Marty’ le cogió gustillo a la cosa, porque en 2007 creó otro instituto, The World Cinema Foundation, con la misión de rescatar y restaurar esos trabajos de ‘cine invisible’ concebidos fuera del mainstream de los que nadie se acuerda, y que corren por ello más peligro de perderse.

El historiador ‘amateur’scorsese_viaje_personal

Más allá de los títulos de Scorsese que todos conocemos, hay dos trabajos que no podemos sino recomendar. El primero se tituló (agárrate) Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano, se estrenó en el británico Channel 4 en 1995, y consiste en cuatro horas de ‘Marty’ montando, superponiendo y comentando fragmentos de sus películas favoritas (de las más ilustres a sus delicias de serie B) a semejanza de su admirado Jean-Luc Godard en Histoire(s) du cinema. Puede verse completo (en inglés) en Dailymotion. Aseguramos que merece la pena, tanto como Mi viaje a Italia (1999), un trabajo de 246 minutos en el que nuestro hombre nos explica cómo su encuentro con el cine del país de la bota le ayudó a consolidar su identidad cultural y su vocación como cineasta. Ojo, porque ambos documentales participan de un ánimo divulgativo muy saludable, presidido por un lema: “Yo he visto estas pelis y me cambiaron la vida, os recomiendo que las veáis”.

¡Tiene perfil en Mubi!martin_scorsese_mubi

Si su colega Coppola profetizaba el advenimiento de YouTube en los 70, afirmando que las redes informáticas cambiarían nuestra forma de ver el cine, Scorsese se aplicó el cuento. Cuando esta red social para cinéfilos (entonces llamada The Auteurs) se asoció con The World Cinema Foundation para compartir películas, ‘Marty’ correspondió creándose un perfil en el cual, de cuando en cuando, publica listas como las de sus películas de terror favoritas, o recomienda filmes a sus seguidores. La actividad de su perfil tampoco es excesiva (comprensible, dada su edad), pero a juzgar por el estilo de sus mensajes juraríamos que es él mismo quien los postea, en lugar del becario de rigor. Sólo por tener la posibilidad de mandarle un mensaje o hacerse follower, ¿a que dan ganas de perdonarle por Kundun o La llave Reserva?

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