"¡No lo intentes en casa!": las prácticas sexuales más extremas del cine

Sin placer. Sin precauciones. Sin ternura. Y, por supuesto, sin amor. Así es la vida sexual del personaje de Michael Fassbender en Shame, un filme de Steve McQueen que (más allá de las polémicas y de las nominaciones a los Oscar) está entre los mejores que podremos ver este año en pantalla grande. En la película, podemos ver cómo 'Fassy' está dispuesto a cualquier cosa, incluyendo [SPOILERS] una incursión desesperada en un bar gay, siendo él heterosexual [/SPOILERS] por quítame allá un orgasmo.

Nosotros, que ya recopilamos un hit parade de escenas de cama que dan mal rollo, homenajeamos el estreno de esta obra maestra con una lista de esas prácticas sexuales poco convencionales (cuando no extremas) que pudimos ver en filmes de todo pelaje. Porque, cuando de buscar sensaciones fuertes se trata, los Cenobitas de Hellraiser son unos benditos comparados con nosotros.

Lo vimos en... ¡Atame!, cuando Victoria Abril se lo pasaba pipa con un submarinista de plástico.

En la vida real... Aconsejamos no emular a la almodovariana actriz, porque los juguetes (no eróticos, se entiende) suelen tener rebabas de plástico que pueden producir cortes. En el caso de que no quieras, o no puedas, acudir a una sex shop o una sesión de tuppersex, lo más práctico podría ser acudir a los talleres de bricolaje sexual organizados por colectivos como Pornolab, o investigar en webs como Homemade Sex Toys (en inglés).

Lo vimos en... Ken Park, retratado de forma tan extrema como corresponde a un filme de Larry Clark. Otro ejemplo fatal, pero más humorístico y fuera de campo, tenía lugar en Convención en Cedar Rapids.

En la vida real... La clave de este juego es la hipoxia, o falta de oxígeno en el cerebro, que en algunos casos puede estimular el placer carnal. Sus practicantes a veces emplean bolsas o láminas de plástico para provocarla, en sí mismos o en sus compañeros, pero conviene llevar cuidado. Según Wikipedia, la asfixia erótica provoca entre 250 y 1000 víctimas al año sólo en EE UU, algunas tan famosas (y cinematográficas) como David Carradine.

Lo vimos en... Aunque seguramente estarás pensando en Pulp Fiction, una descripción realista de estas prácticas en el cine se encuentra en Secretary. Exacto: esa en la que James Spader ponía como un tomate el pompis de Maggie Gyllenhaal.

En la vida real... A poco que busques en foros especializados, aprenderás que las palabras clave en esto del dolor consentido son "sano, sensato y consensual". Es decir: que es imprescindible informarse bien sobre lo que se quiere hacer, fijar límites (para que todo quede bien atado, valga la broma), usar palabras de seguridad para detener los tejemanejes cuando estos se pasen de rosca y, por supuesto, mandar a paseo a tu pareja si no se atiene a estas condiciones. Ojo: aunque el papel dominante pueda parecer tentador a algunos/as, los expertos señalan que lo de "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" no se aplica sólo a las historias de Spiderman.

Lo vimos en... Por más que buscamos otros ejemplos, no se nos va de la cabeza la imagen de Jason Biggs haciéndole cosas feas a una American Pie.

En la vida real... Para esto también hay un término técnico: food play o sitofilia. Según nuestras investigaciones, estos juegos están tan generalizados que pueden encontrarse referencias a ellos desde en foros de BDSM hasta (lo juramos) en webs sobre muñecas hinchables. Por cierto: los materiales más empleados son la nata, el chocolate y otros productos de repostería, aunque hay quienes tiran más por la vía de Los crímenes de Oxford y usan comidas saladas, aunque no necesariamente espaguetis.

Lo vimos en... ¿Recuerdas la escena de A la caza en la que Al Pacino observa, pasmado, cómo un señor introduce su puño en el ano de otro señor? Pues nos referimos a eso. Un dato: el director William Friedkin rodó el momento sin trampa ni cartón.

En la vida real... Desde los 70, el fisting se popularizó en las comunidades gays y lésbicas con afición por el sexo duro, y desde entonces su popularidad ha crecido hasta encontrárselo en el porno hetero más bestia. Donde, qué cosas, siempre se le aplica a las mujeres. Los consejos de rigor recomiendan cortarse y limarse las uñas, lavarse las manos y usar guantes de látex. La dilatación y lubricación del orificio destinatario (bien anal, bien vaginal) también son de todo punto fundamentales.

Lo vimos en... Los filmes de La saga Crepúsculo nos han enseñado lo sexy que puede resultar un chupasangres, pero también contamos con las innumerables peripecias de ese imán para las chatis llamado Drácula. Y eso por no hablar de series como True Blood...

En la vida real... Lo creas o no, el intercambio de hemoglobina también tiene su fetichismo correspondiente, denominado blood play o (nuestro término favorito) sanguinarian. La documentación en internet no abunda, y nosotros desaconsejamos la práctica dado el elevado potencial patógeno de la sangre.

Lo vimos en... Woody Allen y Gene Wilder (enamorado de una oveja) nos ofrecieron un ejemplo cachondo en Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo, mientras que en 2007 el documental Zoo causó sensación en Sundance relatando un caso real.

En la vida real... Señalemos que Zoo contaba la historia de Kenneth Pinyan, un ciudadano de EE UU que falleció a causa de las lesiones provocadas por un coito con un caballo. Sin llegar a casos tan brutos, tengamos en cuenta que la zoofilia no es expresamente ilegal en España (a diferencia de en EE UU, Australia, Suiza, el Reino Unido y otros países) aunque sus detractores la consideran una forma de maltrato animal. Por otra parte, señalamos que practicándola pueden contraerse zoonosis (enfermedades que, aunque endémicas de otras especies, pueden transmitirse al cuerpo humano).

Lo vimos en... El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, donde que Helen Mirren lo empleaba como una exquisita forma de venganza.

En la vida real... El término médico para describir la excitación ante la idea (o la práctica) de devorar o ser devorado por el objeto de nuestros deseos es vorarefilia. Por citar un caso ocurrido fuera de la ficción, recordemos la historia de Armin Meiwes, un informático alemán juzgado y condenado por devorar el cuerpo de otro hombre, cortando y cocinando su pene cuando su pareja (que había acudido a él de forma consensual y sabiendo lo que le esperaba) aún estaba viva. El suceso inspiró la película Rohtenburg (2003).