Las madres humanas también tienen instinto de nido

  • Es uno de los instintos primarios que perduran en los seres humanos.
  • Se traduce en la necesidad de limpiar o recoger el hogar y es un indicador de que el parto está próximo.
Una mujer embarazada, en una foto de archivo.
Una mujer embarazada, en una foto de archivo.
AGENCIAS
Una mujer embarazada, en una foto de archivo.

Los seres humanos son animales, mamíferos superiores para más señas, y pese a que muchos creen que los instintos afloran lo justo en nuestra especie controlados por el intelecto, lo cierto es que están más presentes de lo que creemos.

Una de las facetas en las que esos instintos primarios salen especialmente a flote es en todo lo que rodea la procreación. Con el sexo, embarazo y crianza del bebé (lactancia incluida) somos más animales, en el sentido instintivo del término, que nunca.

Uno de esos instintos primarios, común a casi todos los animales que cuidan de sus crías, es el instinto de nido.

Es algo en lo que coinciden tanto los manuales obstétricos como las abuelas: una de las señales de que se acerca el momento del parto es que en la mujer embarazada se despierta la necesidad de recoger, limpiar y tener todo preparado para la llegada del bebé.

A la misma mujer cansada por su embarazo, a la que le cuesta dar un paseo a buen ritmo,sorprendentemente de repente parecen nacerle energías renovadas que volcar en limpiar la casa, ordenarla o ir de compras para su bebé.

Este impulso forma parte de lo que se conoce como pódromos del parto, señales objetivas y subjetivas que indican que se aproxima el nacimiento, como un aumento de la sensibilidad, la expulsión del tapón mucoso, tener contracciones irregulares e interrumpidas o el descenso del abdomen.

Es importante saber reconocerlo y resistirse a su influjo. Puede estar muy bien calmar el instinto de nido preparando la bolsa para el hospital o colocando bien la ropita del recién nacido, pero ponerse a limpiar a fondo el horno, los baños o a limpiar todos los cristales de la casa no es lo más indicado en el último trimestre del embarazo. Es preferible reservar fuerzas para cuando llegue el momento del parto y del puerperio.

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