Madrid

La Policía detiene a 34 miembros de una banda que obligaba a niños a delinquir

Agentes de la Policía Nacional han detenido a 34 miembros de una organización internacional, controlada por el cabeza de familia que obligaba a mujeres y niños a delinquir, especializada en desvalijar viviendas. El Grupo de Menores se hizo cargo de 45 menores en situación de desamparo. La Policía sospecha que muchos eran obligados a robar desde muy pequeños.

Para la investigación se han realizado 11 registros en nueve domicilios y dos autocaravanas, donde han sido intervenidas numerosas joyas y diversos útiles para cometer robos, así como abundante documentación y diverso material informático.

Los arrestos se sitúan dentro del marco de la segunda fase de la operación Yugoslavia, que en junio culminó con la detención de otros 67 individuos y la recuperación de más de 20 kilos de joyas. Algunos de los individuos imputados o que consiguieron huir tras la primera intervención se habían asentado en los últimos meses en la Cañada Real y ahora han sido detenidos.

La organización extendía sus actividades ilícitas a otros países como Portugal, Italia y a algunos países del Este. Los agentes investigan ahora las diversas conexiones internacionales de la banda en una fase de la operación secreto del sumario. En este sentido, hubo un detenido en Alemania.

Además, se descubrió que otros miembros de esta banda, compuesta por croatas y serbios de origen gitano romaní, se habían asentado en la Cañada Real de Madrid, desde donde gestionaban los robos.

Grupo jerarquizado

El inspector jede del Grupo XI de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid, Juan Checa, explicó que la banda estaba perfectamente jerarquizada y fuertemente estructurada, de modo que cada uno de sus miembros tenía una misión claramente definida.

En el escalón inferior se hallaban las mujeres, que eran las encargadas de entrar en las viviendas y robar en su interior. Las ladronas aprovechaban que los propietarios salían de casa sin echar el cerrojo para llevar a los niños al colegio o comprar el pan por la mañana. Incluso, a veces se quedaban en los pisos superiores de los edificios para oír quién se marchaba de casa sin cerrar con llave.

Una vez llegaban al piso elegido, llamaban varias veces a la puerta hasta percatarse de que no contestaba nadie. Luego, la forzaban con un plástico duro o una radiografía, conocido como método del resbalón, aunque alguna que otra vez forzaban la cerradura haciendo palanca.

Ya dentro, sigilosamente, se dirigían a las habitaciones y a los cajones donde pensaban que los dueños iban a guardar las joyas y les desvalijaban sin revolver mucho. Si por un casual se encontraban con alguien en el piso, se marchaban precipitadamente sin emplear en ningún caso la violencia.

Las ladronas contaban con la cobertura de vigilantes que, apostados en el exterior, solventaban cualquier incidencia que pudiera surgir. Por encima de ellos se situaban las personas encargadas de suministrar los vehículos que utilizaban para trasladar a las mujeres a los domicilios, recoger los efectos sustraídos y facilitarles la huída.

En un nivel superior se hallaba el coordinador de todas las operaciones y encargado de dar salida al material robado. Incluso entre los arrestados se encuentran algunos peristas españoles que compraban los objetos robados.

La banda trabajaba con clanes familiares organizados piramidalmente que se repartían las zonas de la región. Incluso ya se habían trasladado a otros localidades españoles como Málaga o Fuengirola. Además, en esta fase también se descubrió que hombres de la banda habían robado bajo el método del escalo por la noche, forzando las ventanas de varias viviendas.

La Policía detectó que los clanes se compraban, vendían o se prestaban las mujeres o niños por un dinero o por un porcentaje de lo robado en régimen de matrimonio. Cuando más y mejor robaban, más valían. Así, según explicó el inspector, llegó a venderse una niña por 30.000 euros y 80 monedas de oro.

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