'El castillo en el cielo'

En 1986 Hayao Miyazaki era un nombre de sobra conocido entre los aficionados al cine de animación: por entonces ya había firmado la sobresaliente Nausicaa del valle del viento, además de El castillo de Cagliostro y tenía a sus espaldas una larga carrera dirigiendo series y mediometrajes para TV, muchos de los cuales han sido publicados en España por Divisa casi de tapadillo. Además, su socio en Ghibli Isao Takahata contaba con una impresionante carrera televisiva a sus espaldas, que incluía éxitos del calibre de Heidi, Ana de las tejas verdes (una historia que recientemente recuperó para el cine) o Marco, de los Apeninos a los Andes.

Sin embargo, no fue hasta entonces hasta 1986 (o más concretamente, hasta junio de 1985) que la pareja fundó Studio Ghibli con la ayuda del productor Toshio Suzuki. El castillo en el cielo supuso pues el primero de los éxitos de una “firma” que ha desarrollado la animación tradicional en un tiempo en que la pujanza de Pixar y DreamWorks y, posteriormente, de la tecnología 3D amenazaba con arrasar los dibujos animados tal y como los habíamos conocido hasta entonces. Una lista de títulos en la que se encuentran Mi vecino Totoro , La tumba de las luciérnagas, El castillo ambulante o la multipremiada El viaje de Chihiro -esencial en el reconocimiento de Ghibli entre audiencias adultas y (pongamos que) sesudas- habla bien a las claras de lo que supone a día de hoy la apuesta de los estudios.

El castillo en el cielo es una piedra angular en ese (valga la redundancia) castillo de naipes. Porque en ella encontramos las constantes del cine de Ghibli y más concretamente de Hayao Miyazaki: un escenario fantástico de ecos mitológicos (fortalezas voladoras, civilizaciones que se creían extinguidas y que guardan celosas sus conocimientos ancestrales), una historia de aventuras en la que dos jóvenes se enfrentan a graves peligros y a sorpresas inimaginables y el inevitable mensaje de conciencia ecológica que casa perfectamente con la mentalidad japonesa post II Guerra Mundial. Son claves que se repiten una y otra vez a lo largo de toda su obra. A propósito de este tema y durante la promoción de El castillo en el cielo Miyazaki comentaba en una entrevista: “No soy optimista sobre lo que nos deparan los próximos cincuenta años porque creo que vamos a enfrentarnos a más tragedias humanas según nos vamos convirtiendo en más estúpidos y haciendo cosas más peligrosas. Cuando pase ese tiempo y hayamos comprobado que efectivamente todo eso ha fallado , tal vez volvamos a intentar hacer las cosas de otro modo, mejor, y todo empiece a funcionar de nuevo”. Por desgracia si echamos la vista atrás a lo que han sido los últimos veinticinco años hay que reconocer que acertó plenamente.

La forma en que la obra de Miyazaki ha ido llegando a Occidente, lentamente como consecuencia de su popularidad progresiva, y la compra de la compañía por parte de Disney tiene mucho que ver con las diferentes versiones que existen de muchas de sus películas. Es el caso de El castillo en el aire, que conoció diferentes versiones internacionales hasta que Disney comenzó a distribuir internacionalmente –a España llegó en 2003- una copia con algunos cambios respecto a la versión original y que fue la que se publicó en nuestro país por vez primera en dvd, a cargo de Buenavista.

Sin embargo, la versión que ahora tenemos entre manos por primera vez en Blu-ray y que es el equivalente en alta definición a la que se publicó en dvd en febrero del pasado año, suprime la mayor parte de los cambios que sufrió la cinta en su versión norteamericana. El más obvio de ellos fue el cambio de la partitura original por otra de corte orquestal que se encargó también al autor de la primera, Joe Hishaishi, pero también los diálogos y hasta el subtitulado sufrió modificaciones. Ahora, en esta edición parece que definitiva, esas modificaciones han sido rectificadas en beneficio de la versión japonesa original.