Los secretos del 'Obama cut'

Barack Obama, un hombre que cuida su imagen.
Barack Obama, un hombre que cuida su imagen.
Reuters
Barack Obama, un hombre que cuida su imagen.

Últimamente las figuras más relevantes del panorama político internacional dan mucho de qué hablar. Y no sólo por las acciones que llevan a cabo o por las polémicas que se desatan en torno a ellos, sino también por cuestiones de imagen. Porque parece que lo que hacen para estar en forma acaba convirtiéndose en noticia y en ejemplo a seguir por otros tantos.

Basta con recordar, por ejemplo, que gracias a Sarkozy la mayoría de los mortales descubrimos lo que era la etiopatía, un protocolo integral para recuperar el equilibrio energético y que, al parecer, ayuda al presidente francés a mantener sus jaquecas a raya, tal y como confesó su doctor, Jean-Paul Moureau. O la reciente influencia que ha tenido su dieta y su afición por el deporte, haciendo que varios de sus compañeros de gabinete sigan sus pasos para perder algunos kilitos y tonificar su cuerpo (dicen que el marido de Carla Bruni ha perdido más de siete desde que llegó al Eliseo).

Barack Obama no podía ser menos. Desde que se convirtiera en presidente de Estados Unidos -o quizá antes-, sus rutinas deportivas han acaparado algún que otro titular (de hecho Zapatero le instó a "echar unas canastas"). Como también lo han hecho su cabello y esas sospechosas canas que aparecieron rápidamente tras su elección y que hizo pensar a muchos que se debían al estrés del cargo.

Ahora su peluquero de toda la vida, Zariff -un barbero de los tradicionales que corta el pelo en su salón de Hyde Park (Chicago) por 21 dólares- ha desvelado algún que otro detalle sobre el pelo de Obama en una entrevista concedida a la revista Essence. Cuenta, por ejemplo, que el denominado The Obama Cut nació en 2004, cuando Barack le comentó a Zariff que tenía que cambiar de look antes de su discurso en la Convención Nacional Demócrata. "Tenía que ser más corto. Antes lo llevaba más largo y más rizado. Quería que fuera más natural".

Respecto a las comentadas canas, Zariff busca justificación en los años. "Tiene las propias de un hombre de su edad". Canas a las que, por cierto, el propio Obama no da importancia. "No es vanidoso. Yo creo que no se fija demasiado en ellas", afirma el peluquero.

Y si nos preguntábamos qué conversación puede tener un presidente de gobierno con su barbero de toda la vida, Zariff despeja dudas: "Es la misma que tienen todos los hombres".

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