[Crónica Sitges 2011] ¡Actrices al poder!

Sí, hoy la cosa va de actrices. Nunca me cansaré de glosar las ventajas de la curiosidad mezclada siempre con una pizca de chafardería. Si el cronista festivalero afina el oído durante el desayuno, antes y después de las proyecciones, en absurdos tiempos muertos y en las fiestas borrachinas que de vez en cuando se mete uno entre pecho y espalda, puede descubrir datos tan suculentos como que el contrato de Marta Etura regula sus horas de descanso y de trabajo durante los periodos de promoción de su película Mientras duermes. O sea que estipula el número de horas que debe dormir para mantenerse en buena forma. Qué les parece? A mi me fascina el descubrimiento. Por un momento pensé en aquel mítico sistema de estudios del Hollywood de los años 40 y 50. Cuando la Warner guiaba el destino de Bette Davis, la Columbia el de Kim Novak y la Fox el de Jennifer Jones. No solo sus carreras estaban a buen recaudo, también sus vidas. En el caso de Etura celebro que esta glamurosa medida nos sirva a sus fanáticos para seguir admirando su delicada ductilidad y su impecable rostro –sin duda beneficiado por los curativos efectos del sueño- una película tras otra. Me encanta.

La segunda actriz de la que os quiero hablar se llama Brit Marling. Ella es los ojos, la presencia y la esencia de Otra tierra, presentada ayer y cuyo estreno está previsto para dentro de un par de semanas. Marling da vida a una joven marcada por las irreparables consecuencias de un accidente que provocó. Al reencontrarse con su víctima, descubrirá que merece la pena seguir viva, aunque sea en esa otra tierra del título, de la que mejor no revelar excesivos spoilers. Algo así como una mezcla entre Jennifer Lawrence y Maomi Watts, Marling posee un magnetismo alucinante, atrapa al espectador con su sola presencia y logra que pasemos por alto los ramalazos new age que chisporrotean a lo largo de todo el metraje. Puestos a fabular –es gratis- podría ser Otra tierra la tercera parte de una posible trilogía completada por Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras. Y es que la poética dramática de Isabel Coixet, la limpieza de su trazo sentimental, habita también en la epidermis de esta poderosa opera prima.

Y vamos con la tercera de las actrices anunciadas. Se trata de Alba García, acojonante revelación de Verbo, el debut de Eduardo Chapero-Jackson en el largometraje. García es, con mucha diferencia, lo mejor de esta película estrambótica y exagerada que reflexiona en voz alta sobre el destino y el más allá adoptando una cuestionable y a ratos ininteligible poética redentorista. Es tan naíf e inocentemente pretenciosa que acaba despertando ternura, acaba uno conectando con el viaje de conocimiento emprendido por la protagonista. Molesta un poco más ese discurso veladamente ecologista y combativo –esa brigada de limpieza moral y moralista-. No obstante, merece la pena quedarse con este nombre, Alba García. No hace falta ser un lumbrera ni un pitoniso para adivinarle un esplendoroso futuro.