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Kevin Spacey alega que si no dijo antes que era gay fue porque su padre era "un supremacista blanco neonazi"

Si ya había caído en desgracia no solo por la denuncia pública, secundada por el #MeToo, del también actor Anthony Rapp sino también por la ingente cantidad de quejas anónimas de exempleados del Old Vic Theatre por sus comportamientos inadecuados, Kevin Spacey soltó hace cinco años una bomba que no gustó nada: su defensa fue que era gay y que no había sabido salir del armario en su momento, por lo que llevaba su sexualidad en privado.

Sin embargo, el juicio que está protagonizando ante un tribunal de Manhattan es por una presunta agresión sexual ocurrida en una fiesta 1986 cuando el oscarizado intérprete tenía 26 años y Rapp únicamente 14. En su defensa, Spacey, que ahora cuenta con 63 años, ha asegurado que no salió del armario hasta los 58 por culpa de su padre. O, más bien, por el miedo que le tenía a este.

"Crecí en una dinámica familiar muy complicada", ha afirmado el actor de Sospechosos habituales, L.A. Confidential o American beauty sobre su progenitor, Thomas Fowler. "Mi padre era un supremacista blanco y un neonazi", ha contestado en el interrogatorio sobre por qué no habló antes públicamente de su sexualidad. 

Asimismo, el actor ha explicado que durante su infancia no paraba de mudarse porque su padre estaba frecuentemente en el paro, lo que hacía que bebiera y le hiciera estar "aterrorizado" porque le "obligaba a escuchar" multitud de consignas racistas, homófobas, antisemitas e intolerantes. Cuando le dijo que quería ser actor, su padre le respondió con un "No seas gilipollas", y que eso le hizo sentir "vergüenza", aunque como le gustaba hacer reír a su madre continuó con su carrera.

En su testimonio, Rapp acusaba a Spacey de ser un fraude por haberse guardado su homosexualidad para acosar y abusar en el ámbito privado. Si bien es cierto que desde el colectivo siempre se explica que no hay que obligar a nadie a dar el paso de salir del armario si no se siente preparado, bien cierto es que no deben, por tanto, aprovecharse de su posición de poder.

Ante esto, Kevin Spacey ha respondido: "Decir que alguien es un fraude quiere decir que esa persona está viviendo una mentira. Y yo no estaba viviendo una mentira, solo me resistía a hablar públicamente de mi vida personal". De hecho, Kevin Spacey se ha arrepentido de haberse declarado homosexual de la forma en la que lo hizo en 2017.

Por ahora, eso sí, el juicio está siendo bastante parejo: si bien los abogados de Spacey han logrado desestimar uno de los cargos (el juez Lewis Kaplan consideró que estaba duplicado, pues los daños psicológicos ya entran en el de agresión sexual a menores), las palabras de uno de los testigos de Rapp, Andrew Holzman, han abierto otra acusación, pues él también fue una víctima de Spacey.