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Así serán las significativas y polémicas joyas de Camilla de Cornualles cuando coronen al príncipe Carlos

Ha tardado, pero ya por fin la reina Isabel II se ha pronunciado a favor de su nuera, Camilla Parker Bowles, y le ha pedido a los británicos que, "llegado el momento" (es decir, una vez que ella fallezca, ya que tiene 95 años), la acepten como lo que está llamada a ser: reina consorte del ya nuevo rey, el príncipe Carlos de Inglaterra. Lo ha hecho con motivo de su Jubileo de Platino, sus 70 años en el poder, que se celebra este 2022 (si alcanza 2024 sería la monarca con datos fidedignos que más tiempo se ha sentado en un trono, superando a Luis XIV de Francia, el Rey Sol) y ha puesto así fin a los rumores que aseguraban que le pediría a su hijo que solamente fuese considerada princesa consorte por respeto a Diana de Gales, la madre del siguiente heredero, el príncipe Guillermo.

Precisamente por todo este ajetreo, dado que la soberana y líder de la familia real británica ha confirmado así las habladurías que dejaban entrever que su sucesión ya se estaba planteando como un asunto crucial, se va a mirar ahora con lupa cada acto, cada gesto y cada atuendo que la duquesa de Cornualles decida llevar en las grandes ocasiones. Hay que tener en cuenta que por primera vez en su historia una mujer divorciada será quien ostente el título de reina consorte y acapare el protagonismo junto a su marido en la ceremonia de coronación, en la cual se les colocarán sendas coronas.

Y precisamente este está siendo un tema que ya están tratando los medios locales. Camilla ha pasado de ser tremendamente impopular a un activo total de Buckingham Palace y el Daily Mail ha informado acerca de un cambio que se produjo hace cinco años: el príncipe Carlos cambió sus votos para el día de su coronación, haciendo una referencia a su esposa como "reina Camila".

El mismo periódico está ya barruntando cómo será dicho momento en la Abadía de Westminster. Según dicho medio, paseará por el crucero de la famosa iglesia gótica anglicana de Londres con una asombrosa corona consistente en una montura de platino engastada con 2.800 diamantes. Conocida como el Regal Circlet, se trata de una de las piezas de mayor valor y mayor carga histórica de todo el joyero real, dado que perteneció a la reina madre.

Es decir, que la célebre joyería Garrard & Co. la confeccionó expresamente para la Reina Victoria. De ahí que los diamantes estén dispuestos en forma de cojín, con algunas excepciones de otras dos tallas: rosa y brillante. La banda principal está diseñada formando cruces y rectángulos y está bordeada con filas individuales de diamantes de talla brillante. Sobre dicha banda hay cuatro flores de lis y cuatro cruces templarias (también llamadas cruces patadas). 

Los cuatro arcos ahusados son desmontables y acaban rematados con una réplica en cristal de roca del diamante de Lahore, el cual regaló la Compañía de las Indias Orientales a la Reina Victoria en 1851. Sin embargo, y dejando de lado el gorro de terciopelo morado y el arpiño, lo más impresionante de su diseño es lo que más destaca de ella: la controvertida piedra preciosa Koh-i-Noor, de nada más y nada menos que 109 quilates, aunque originariamente, y antes de ser tallado, eran 180.

Este superdiamante (así está considerado) fue un regalo hecho a la soberana a mediados del siglo XIX, concretamente en 1856, por el sultán turco Abdul Medjid, una relación que ha sido incluso llevada al cine. Le agradecía así, con una piedra cuyo valor es incalculable aunque se estima entre los 140 y los 400 millones de euros, a la tatarabuela de la actual monarca por el apoyo de Gran Bretaña en la guerra de Crimea.

Pero dicho presente ha sido después motivo de confrontaciones entre países, ya que India lo ha reclamado en varias ocasiones bajo el pretexto de que fue robado y sacado del país de forma ilegal. También Pakistán, Afganistán e Irán han exigido su devolución. Y es que fue descubierto hace siete siglos en el pueblo indio de Kollur, y desde entonces ha pasado por las manos de maharajás,sijs, mongoles y persas. Además, pesa sobre ella un mito, que reza: "Quien posea este diamante dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios o una mujer pueden llevarlo con impunidad". Quizá por ello, hasta ahora, solo mujeres de la realeza británica lo han lucido.

La corona, eso sí, se fabricó desde cero con joyas que ya pertenecían a la colección de Buckingham y, de hecho, desde hace unos años se puede ver en la Torre de Londres. Elizabeth Bowes-Lyon, la madre de Isabel II, la lució en varias ocasiones: cuando ella misma fue coronada reina consorte junto a su marido, el rey Jorge VI, en 1937, después de la abdicación, tras solo un año de reinado, de su hermano mayor, Eduardo VIII, así como en la coronación oficial de su hija, en 1953 (aunque ya llevaba un año, solo que la ceremonia no se podía celebrar por el luto tras la repentina muerte de su padre, de ahí que sea en 2022 su Jubileo de Platino), o en la apertura del Parlamento.

Asimismo, se espera por último que Camila de Cornualles también luzca en su mano el día de la coronación el Anillo de la Reina Consorte, una pieza de oro con diamantes y rubíes que fue confeccionada en 1831 para la misma ceremonia, aunque en este caso de la reina Adelaida, tía de la reina Victoria.