"Si preguntaba si me apetecía comer bocata de lomo, sólo yo sabía a qué se refería"

Era lunes, la semana acababa de comenzar y en el trabajo no me habían concedido las esperadas vacaciones. Triste de mí ¿tendría que pasar todo el verano trabajando…? El mundo se me venía encima hasta que, de pronto, conocí a un compañero de trabajo, llegaba de la piscina con aires de chulo de playa, vestía con bermudas, camiseta naranja y chanclas, creo que fue un flechazo.

Los cuerpos sudorosos enlazados como uno solo

Le pedí a una compañera que nos presentara y quedamos para tomar algo a la salida. Estuvimos hablando durante horas, el tiempo parecía haberse detenido, cuando quisimos darnos cuenta ya estaba oscureciendo. Nos despedimos con un beso, sus labios rozaron suavemente mi cuello, en aquel momento nos miramos y una corriente eléctrica sacudió nuestros cuerpos. Estábamos tan cerca el uno del otro que noté su dildo dilatándose.

Antes de que nos diéramos cuenta estábamos en su casa, los cuerpos sudorosos enlazados como uno solo, sus manos recorrían todo mi cuerpo como una cálida brisa de verano. Ambos nos movíamos simultáneamente, encajando a la perfección, como si del mecanismo de un reloj se tratase. Al volver al trabajo no quisimos que nadie se enterara de nuestra pequeña aventura; y fue muy divertido ya que teníamos que hablar en clave para que nadie se enterase, de modo que cuando me preguntaba si me apetecía comer bocadillo de cinta de lomo, solo yo sabía a qué se refería. Aún seguimos juntos y nadie nos ha descubierto, de modo que lo hace cada vez más excitante.

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