Traducción MORTAL: el comodín de los títulos

Razones del uso y abuso del adjetivo mejor valorado por los encargados de traducir al castellano los títulos de las películas. Por JAVIER SÁNCHEZ NAGORE
Traducción MORTAL: el comodín de los títulos
Traducción MORTAL: el comodín de los títulos
Traducción MORTAL: el comodín de los títulos

La traducción de títulos de películas al castellano siempre ha dado que hablar. Hay casos rocambolescos tanto por exceso (Multiplicity aquí se llamó Mis dobles, mi mujer y yo) como por defecto (Eternal Sunshine of the Spotless Mind pasó a ser Olvídate de mí). En este estudio, sin embargo, quiero centrarme en un caso tan concreto como extendido: las "traducciones mortales”.

Y es que no hay mejor comodín que adjetivar algo como “mortal”. En algunos casos puede entenderse porque el título de la película en cuestión no tiene una traducción exacta al español (Flatliners [Joel Schumacher, 1990] que se estrenó como Línea mortal; Hush [Jonathan Darby, 1998] retitulada Relación mortal), pero en otros resulta sencillamente inexplicable.

Así, nos encontramos títulos que distan mucho de la idea original de su creador, como por ejemplo Juguete mortal, traducción libre de The Manhattan Project (Marshall Brickman, 1986), o Cumpleaños mortal, interpretación sin escrúpulos de Happy Birthday to Me (J. Lee Thompson, 1981). Objetivo mortal para Wrong is Right (Richard Brooks, 1982), Llamada mortal para Murder by Phone (Michael Anderson, 1982) o Abrazo mortal para The Children (Max Kalmanowitz, 1980) serían otros claros ejemplos de esta tendencia.

La “traducción mortal” encuentra su caldo de cultivo perfecto en películas para televisión y de un circuito relativamente minoritario. ¿Quiere usted distribuir una película de acción o terror y que el público la identifique rápidamente con estos géneros pero el título puede confundir? No es problema, titule con un sustantivo seguido del omnipresente “mortal” y problema resuelto. ¿Una película sobre serpientes mutantes titulada Venomous (Fred Olen Ray, 2001)? Veneno mortal y listo. ¿Carreras de aviones tal vez? Pues nada de Hyper Sonic (Philip J. Roth, 2002), llamémosle mejor Carrera mortal, así todo el mundo sabrá que se trata de carreras, y que éstas serán mortales.

La tendencia al “mortalismo” también ha alcanzado títulos con actores consagrados. Así, podemos encontrarnos al mismísimo Michael Caine protagonizando Angustia mortal (Deadfall, Bryan Forbes, 1968), a John Travolta en Atmósfera mortal (The Boy in the Plastic Bubble, Randal Kleiser, 1976) o a un joven Bruce Willis en compañía de una aún más joven Sarah Jessica Parker en la cinta de 1993 Persecución mortal (Striking Distance, Rowdy Herrington).

Traducción MORTAL: el comodín de los títulos

El caso de esta película es especialmente significativo, ya que el título Persecución mortal parece tener un especial magnetismo. No en vano, nos encontramos la misma traducción para la cinta italiana Il venditore di morte (Lorenzo Gicca Palli, 1976) y para uno de los últimos trabajos del fornido Jason Statham: Blitz (Elliott Lester, 2011).

Son todas las que están, pero ni mucho menos están todas las que son. Podríamos seguir mostrando aberraciones y más “traducciones mortales”, sin embargo el lector entenderá que es mejor parar en algún momento, ya que una lista entera acabaría resultando un ladrillo… mortal.

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