Indemnizada con 40.000 euros la mujer a la que separaron de sus hijas por error
- La Junta indemnizará a la madre y a su familia por los daños causados.
- Le retiraron la custodia de sus hijas en el año 2000 por error.
- El abogado que la representa ha calificado la sentencia de "miserable".
"No se puede pagar el sufrimiento que yo he pasado: 6 años sin ver a mis hijas, llorando día y noche. Sin poder dormir". Carmen Espejo, una mujer que se ganaba la vida como limpiadora municipal de Sevilla, se enfrentó hace nueve años a la peor experiencia que una madre puede vivir. La Junta de Andalucía la retiró del año 2000 al 2007 la custodia de sus dos hijas, tras unos supuesto "malos tratos" por parte de la madre y por las "condiciones marginales" en las que vivían.
Después de años de lucha, Carmen Espejo ha conseguido demostrar que todo fue un fatal error, y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha impuesto a la Junta el pago total de 140.000 euros a toda la familia por los daños causados.
La sentencia del TSJA, facilitada este lunes a los medios de comunicación, establece una indemnización de 40.000 euros para Carmen Espejo y la misma cantidad para cada una de sus hijas, que cuentan actualmente con 14 y 13 años, así como el pago de 20.000 euros para la abuela de las pequeñas, en cuyo domicilio vivían cuando fueron declaradas en situación de desamparo.
La menor de las dos hermanas, que padece una minusvalía psíquica, fue trasladada a un centro de menores, mientras que la mayor fue acogida por una familia en régimen preadoptivo.
Cúmulo de errores
Apoyándose en informes del perito judicial, la Audiencia Provincial de Sevilla determinó en enero de 2005 que la situación de las menores en el momento en que fueron separadas de su madre no podía calificarse como abandono y adoptó las medidas necesarias para devolver la custodia a su madre.
El psiquiatra de la Universidad de Sevilla, Pedro Benjumea, determinó que las heridas que presentaba la menor y que habían motivado la retirada de la custodia de su madre, respondía al síndrome de Cornelia, enfermedad genética que causó las lesiones. El