Análisis del Realme 7 Pro: puro equilibrio y sugerencia para hacerse notar en la competitiva gama media

20Bits prueba el Realme 7 Pro
20Bits prueba el Realme 7 Pro
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20Bits prueba el Realme 7 Pro
20Bits prueba el Realme 7 Pro.
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Como señalan las cuotas de mercado, las marcas chinas de móviles están al alza en España. Una de ellas es la joven Realme, cada vez más conocida y que se asocia a las prestaciones a buen precio. El Realme 7 Pro, uno de sus nuevos móviles de referencia, despierta sugerencia por sus alicientes y por su condición de gama media (299 euros) muy equilibrado.

Por su diseño y acabado, la trasera del Realme 7 Pro (color Espejo Azul) cautiva
Por su diseño y acabado, la trasera del Realme 7 Pro (color Espejo Azul) cautiva
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El dispositivo 4G (tiene un hermano con la conectividad de moda, el Realme 7 5G) parece un poco grueso, sensación que desaparece al tenerlo en la mano debido a la comodidad al manejarlo. Llama la atención por el diseño y el acabado de su trasera y, de hecho, uno no se cansa de mirarlo. En color Espejo Azul, con sus brillos al moverlo, cautiva. El factor antihuellas contribuye a ese realce.

Los bordes no molestan, si bien el panel podría haberse extendido un poco más, idea que aflora respecto al de la parte inferior. La pantalla, una Super Amoled con resolución FHD+, alcanza las 6,4 pulgadas y ofrece una estimable experiencia. Cuanto más se usa, más seduce. La cámara para selfis (32 MP) se ubica de manera discreta en el lado superior izquierdo, plasmación que favorece la inmersión. El sensor de huellas integrado funciona con rapidez y es una maravilla.

La estimable pantalla del Realme 7 Pro
La estimable pantalla del Realme 7 Pro
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Con este nivel de pantalla uno lamenta que, a diferencia del modelo estándar y de su variante con 5G, no se haya apostado por la tasa de refresco de 90 Hz o de 120 Hz. Aunque la ausencia no desmerece el panel, este pedía mayor fluidez, lo que habría redondeado el Realme 7 Pro.

El rendimiento y la carga rápida

El dispositivo, con el procesador Snapdragon 720G en su interior, rinde y sus 8 GB de RAM (+ 128 GB de almacenamiento interno) aseguran la cuestión en el futuro. Uno de sus grandes reclamos reside en la carga rápida de 65W. No resulta exagerado decir que vuela, virtud conjugada con la autonomía que ofrece la batería, de 4.500 mAh.

Las cuatro cámaras

El módulo de la trasera sobresale un poco, si bien en la práctica no importuna. Dentro de este figuran cuatro cámaras, la principal de 64 MP (Sony IMX682), una ultra gran angular con campo de visión de 119 grados (8 MP), una macro y una de retrato en blanco y negro.

Fotografía tomada con el Realme 7 Pro
Fotografía tomada con el Realme 7 Pro
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El apartado fotográfico y de vídeo enlaza con el buen recorrido del móvil. Al entrar en la Cámara, app que se maneja con sencillez, aparecen en primer término las opciones Noche, Vídeo, Foto, Retrato y 64 MP, a las que cabe añadir el time-lapse, la cámara lenta, el modo experto y la panorámica. No faltan los filtros retocar los retratos (afinar la cara, reducir nariz…).

El Realme 7 Pro funciona mediante Realme UI, personalización de Android 10 que destaca por su fácil uso, su carácter depurado y por un cierto minimalismo que se agradece.

El Realme 7 Pro, con su caja
El Realme 7 Pro, con su caja
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Ficha técnica del Realme 7 Pro (aspectos básicos)

  • Pantalla: 6,4 pulgadas (Super Amoled con resolución FHD+)
  • Configuración: 8 GB de RAM + 128 GB (almacenamiento ampliable mediante microSD)
  • Procesador: Qualcomm Snapdragon 720G
  • Cámaras: principal de 64 MP, ultra gran angular ( 8 MP), macro y retrato B/N
  • Cámara frontal: 32 MP
  • Batería: 4.500 mAh con carga rápida de 65W
  • Conectividad: 4G
  • Peso: 182 gramos
  • Sistema operativo: Android 10 (personalización Realme UI)
  • Otros elementos: espacio para dos SIM, sensor de huella dactilar integrada en la pantalla, Bluetooth 5.0, NFC (pagos móviles), altavoces estéreo duales
  • Precio: 299 euros

Puntuación 20BITS: 8/10

  • Lo mejor: la carga rápida, el rendimiento, el diseño de la trasera, el sensor de huellas y su equilbrio en cuanto a prestaciones.

    ​Lo peor: por su nivel, la pantalla pedía mayor tasa de refresco. Hubiera sido la guinda.

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