Dry Martini, el rey de los cócteles

  • Hay polémica sobre la paternidad de este cóctel.
  • Es una bebida helada y seca de corazón ardiente.
  • Uno es poco, con dos rozará el peligro, tres es un exceso.
La aceituna es una exigencia, la piel de limón, no (J. DE LAS MUELAS)
La aceituna es una exigencia, la piel de limón, no (J. DE LAS MUELAS)
JAVIER DE LAS MUELAS
La aceituna es una exigencia, la piel de limón, no (J. DE LAS MUELAS)
Para millones de personas, la palabra cóctel se refiere a una bebida en particular y mítica. Para ellos un cóctel es un Dry Martini y solamente un Dry Martini y la hora del cóctel es la hora del Martini.

Despierta
veneración y fanatismo estando sometido a continua discusión tanto en su origen como en la forma de prepararlo. Desde que se mezclaron por primera vez la ginebra y el vermut, de eso hace más de 150 años empezó ya la búsqueda... la búsqueda del mejor Martini.
El perfecto Martini.

Desde Jerry Thomas, el primer gran 'bartender' de la historia, pasando por Julio Richelieu, que oficiaba en Martinez (localidad próxima a San Francisco) y donde en 1992 un grupo de entusiastas inauguró un monolito con una placa de bronce para dar fe de su lugar de nacimiento, hasta el reconocido Martini di Arma di Taggia, que lo creó en el Hotel Knickerbocker para un Rockefeller de buen beber y de bolsillos cerrados, diversos han sido los progenitores a los que la historia ha otorgado la paternidad del Dry Martini; sin olvidar pasar por los fusiles utilizados por las tropas de su graciosa majestad británica en épocas colonizadoras llamados Martini&Henry o por la marca de vermuts italiana Martini&Rossi que algunos consideran le dieron su nombre. Como podemos comprobar en todo gran nacimiento existe la polémica.

Mi fórmula: el barman recoge la copa helada del congelador, con suavidad la deposita en una bandeja de plata cubierta con un paño de hilo, le añade una aceituna –verde sevillana-; escanciando a continuación sobre el vaso mezclador lleno de diamantinos cubitos de hielo dos copas de helada Bombay Gin y unas sonrisas de vermut seco (Noilly Pratt o Martini seco), lo acaricia durante 15 segundos con la cuchara removedora y agitándolo dos segundos más lo sirve en la copa y tras un 'twist' o no de piel de limón se ofrece al feligrés (en este caso a nuestro-a acompañante) entre almohadones, inmaculado, virginal, brillante.Así lo oficiamos en el Dry Martini Bar.

Y recuerde que el Dry Martini hace honor a su justa fama de bebida helada y seca de corazón ardiente, de bala de plata. Aunque claro está que la civilización consiste en resistir los embates de nuestras mejores creaciones, sin olvidar que la tentación y el placer siempre entrañan, es inevitable, aprendizaje y riesgo. Porque la última lección de este rey indiscutible de la coctelería es que cualquier aficionado puede intentar realizarlo pero sólo los maestros consiguen uno aceptable. Cosas de la sutileza y el buen gusto.

Un último apunte: un Martini es poco, con dos rozará el peligro. Tres un exceso imperdonable.

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