De Toledo a Manila

Tengo un disgusto espantoso. Nunca hubiera creído que Telma, la guapa Telma, se fuera a Manila. Con la ilusión que tenía yo de que fuera a vivir en la casa de Toledo que está justo enfrente de la mía.... Con todo lo que he presumido yo de que iba a ser mi vecina.... Hasta me inventé que la conocía de un día que vino a ver la casa.

Y ya no lo siento sólo por eso, que para mí que le hubiera venido más que bien estar en esta ciudad y ser mi vecina para quitarse todo el estrés que tiene. Después del año que lleva... Si hasta ha envejecido yo no sé cuánto en un año.

La verdad: no lo entiendo, y así se lo he dicho a mi marido, “yo no entiendo este desprecio. Porque digo yo ¿qué tiene Manila que no tenga Toledo?” Mi marido, que es muy entendido pero no tiene una pizca de paciencia, me ha mandado callar: “cállate, Conchita, que dices muchas tonterías”. “Bueno, pero explícamelo, para que yo lo entienda”. Me ha contestado que no me lo explica, porque no voy a entender nada, como siempre. Pues no, yo no entiendo nada, por eso quiero que me lo explique. Y encima me ha vuelto a reprochar leer revistas del corazón y ver programas de gente. “Tienes la poca cabeza que ya tenías llena de basura. Y con el poco espacio con que ya contabas...” Mi marido es así. Yo también le digo cosas a veces que molestan. Así que no se lo tomo en cuenta. Además es verdad que yo de eso de la cooperación o de lo que sea que haga y vaya a hacer Telma en Manila no me entero. “¿No puede hacerlo aquí en Toledo?”, le he insistido a mi Manolo. Y mi Manolo se ha levantado y sin decir ni media palabra, eso sí que es raro, se ha largado de casa. Yo supongo que no tardará en volver, así que eso no me preocupa mucho. Lo que de verdad me tiene en vilo es que esta Telma no venga ya nunca más a Toledo.