¿Ha comenzado el fin del 3D?

Las nuevas películas tridimensionales recaudan menos de lo esperado, las acciones de los fabricantes se desploman y Tim Burton renuncia al formato en su nuevo proyecto. ¿Estamos ante el ocaso de cine con gafas? Por CINEMANÍA
¿Ha comenzado el fin del 3D?
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¿Ha comenzado el fin del 3D?

“La gente es muy pesada: están los de ‘¡Todo tiene que ser en 3D!’ y los que dicen ‘¡El 3D es una mierda!”. Así se expresa Tim Burton al anunciar que su proyecto Dark Shadowsse rodará en el formato plano de toda la vida. Burton también ha afirmado que Frankenweenie, el remake en largo de uno de sus cortos primerizos, llegará a las pantallas de forma estereoscópica, y aboga por encontrar un punto intermedio entre los partidarios y los detractores de las tres dimensiones: “La cuestión no es ‘3D sí’ o ‘3D no’”, afirma, “sino ‘algunas películas sí, y otras no”. Pero no han faltado las voces que afirman que su decisión no es sólo una cuestión creativa, sino que marca el comienzo del fin de la moda 3D. Así como suena.

¿Una exageración? Desde luego que sí, porque las cifras cantan: en 2009, la industria de Hollywood lanzó 11 películas en formato tridimensional. Entre ellas, una tal Avatar, más que probable causante de que, el año pasado, tuviésemos que ponernos las gafas para ver la friolera de 24 títulos, incluyendo reestrenos. A lo largo de este año, sumando las películas ya estrenadas y las aún pendientes, las pantallas internacionales se verán inundadas por una avalancha de 45 películas en 3D (según las listas de Film-Releases.com), cifra que las previsiones de los grandes estudios mantienen, o incluso incrementan, a partir de 2012. Pese a ello, no conviene confiarse, porque las elucubraciones del marketing son una cosa… Y la calidad de los filmes, otra muy distinta.

En CINEMANÍA nos gusta recordar que es el público quien tiene la última palabra. Así que presentamos una lista de razones por las cuales el 3D podría estar jugándose su futuro comercial, y también el artístico. El veredicto, como de costumbre, es sólo vuestro.

* TIENE MALA PRENSA

Aunque la fama actual del 3D sea mucho más lucida que en sus primeros años, cuando se le consideraba un gimmick para películas de serie B, hemos de admitir que no ha ido mucho más allá. Espoleados por Avatar, los estudios grandes y pequeños han destinado el formato a películas de aventuras y de terror que muchas veces no ofrecen gran cosa además de un par de gafas. Por cada Werner Herzog, cada Scorsese y cada Coppola que prueban la estereoscopia, nos quedan aún por aguantar muchos productos como San Valentín Sangriento 3D, Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore y otras películas cuyo atractivo sería el mismo (es decir, ninguno) si se proyectasen en dos dimensiones.

* ES CARO…

Entre 8,90 euros y 10,50 euros (si vives en Albacete): ese es el precio que tendrás que pagar para ver una película en tres dimensiones en España. La generalización del sistema RealD, que permite convertir un proyector digital en una máquina estereoscópica de forma sencilla, no ha contribuido a abaratar costes para el espectador, generando además algunos problemas adicionales. Tal vez por eso, las acciones de la empresa homónima que lo comercializa (con sede en California) han caído en picado durante el último mes.

Y no es sólo el público de las salas, o los émulos de Gordon Gekko, quienes deben preocuparse por esto, sino también los directores y los productores: una cámara binocular para grabación 3D puede llegar a costar alrededor de 16.000 euros (hablamos de productos de gama baja) mientras que un camcorder profesional de una sola óptica ronda los 6.000 euros de precio. Ahora que cada vez más directores apuestan por rodajes baratos en pro de la calidad artística, como Gareth Edwards y su casi artesanal Monsters, auguramos que el romance entre el cine de autor y la estereoscopia será un affaire a muy largo plazo, con serias probabilidades de no consumarse.

* …Y SI ES BARATO NO LUCE TANTO

¿Recuerdas Piraña 3D? Seguro que sí: la película de Alexandre Aja esgrimía virtudes como su sentido del humor destrozón, su desacomplejada actitud de serie B, Kelly BrookPero si hablamos del 3D en sí mismo, poca cosa. Y es que tanto esta como muchas otras películas presentadas como tridimensionales no han sido rodadas en formato estereoscópico, sino que se han visto sometidas a una conversión posterior, para abaratar costes en detrimento de la calidad visual. La mala reacción de crítica y público ante Furia de titanes y otros filmes igual de planos (en todos los sentidos) motivó que Warner se echase atrás en su intención de convertir Harry Potter y las reliquias de la Muerte: Parte I al formato de las gafas, al no poder garantizar un resultado óptimo por falta de tiempo. Según James Cameron, enemigo acérrimo de este procedimiento: “Uno termina de rodar una película, quedándose muy satisfecho, y cuando va a ver el copión recién convertido a 3D piensa ‘¡Esto es una basura!”.

* QUIENES PRUEBAN, ¿REPITEN?

Tim Burton, que afirma haberlo pasado muy bien rodando Alicia en el País de las maravillas, no es el único director que se ha apeado del carro del 3D. Tras negarse a una conversión tridimensional en Iron Man 2, Jon Favreau preparó Cowboys and Aliens, una película con buena pinta, buen reparto y un argumento prometedor… que se estrenará en 2D. Otro director tentado por la estereoscopia fue Zack Snyder, pero no debió quedar tan contento con la experiencia de Ga’hoole. Leyenda de los guardianes cuando ni se ha planteado rodar Superman: Man of Steel con este sistema. Nuestro caso favorito es el de Gore Verbinski: mientras que la saga Piratas del Caribe se ha puesto las gafas tras su deserción para En mareas misteriosas, este director y su amigo Johnny Depp se han aliado de nuevo para crear Rango, un filme en el que lo más parecido a unas gafas polarizadoras son los ojazos del camaleón protagonista.

* EL PÚBLICO EMPIEZA A CANSARSE

¿Cuál es el gran estreno de esta semana? Lo tenemos claro: X-Men: Primera generación. ¿Es una película 3D? Pues no, y pese a ello los espectadores la aguardan con ansias. Porque (aunque el espabilado de Bryan Singer planee rodar Jack the Giant Killer en este formato) el acrónimo ‘3D’ en el título de una película ya no es un gancho para la taquilla. Según informa el New York Times, el mayor pánico causado en Hollywood por los resultados de Kung Fu Panda 2 en su primer fin de semana no fue su ‘discreta’ recaudación, cerca de 54 millones de dólares, sino el hecho de que más del 60% de las entradas vendidas correspondió a proyecciones en 2D: el año pasado, Shrek: Felices para siempre arrojaba resultados opuestos, con sólo un 40% de entradas en 2D. Sumemos a esto el que Piratas del Caribe: En mareas misteriosas no ha supuesto el megabombazo que Disney esperaba en la cartelera de EE UU, y entenderemos el diagnóstico del analista financiero Richard Greenfield (citado por Deadline), quien sentencia que “el público está rechazando el 3D” y considera a Dreamworks y otras productoras que trabajan en el formato como activos inestables.

* ES UN PRODUCTO DE HOLLYWOOD

Nunca nos cansaremos de repetirlo: no todo el cine del mundo se produce en EE UU. Y eso incluye, por supuesto, el cine en 3D. Cineastas alemanes como Herzog y Wim Wenders, o franceses como el maestro de la animación Michel Ocelot han coqueteado con el formato, por no hablar de las florecientes filmografías de Japón, India o China (que se lanza al ruedo con una película erótica), pero los grandes canales de distribución no se dan por enterados. Por más que la Berlinale 2011 ofreciese una programación de cine europeo tridimensional, o que Sex and Zen: Extreme Ecstasy recaude en Hong Kong más que Avatar, parece que los cinematógrafos del mundo no terminan de arrancar su producción estereoscópica. En el caso español, tenemos el ejemplo de un clamoroso fracaso (Viaje mágico a África) y de Torrente 4, un blockbuster patrio que hubiese funcionado igual de bien en dos dimensiones. Si hablamos de cinematografías con menos recursos económicos, como la de Nigeria (el país de África donde más cine se rueda), está claro que el 3D es un artículo de lujo al que –por ahora- no pueden aspirar. Sólo se nos ocurre una fórmula para que el formato de las gafas salga de este previsible estancamiento, y sólo consta de una palabra: creatividad.

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