10 películas para niños que nos traumatizaron para siempre

¿Recuerdas a los monstruos de 'Cristal oscuro'? ¿Y a Luis Escobar vestido de Drácula? Pasamos revista a esos filmes que nos hacían mojar las sábanas.
10 películas para niños que nos traumatizaron para siempre
10 películas para niños que nos traumatizaron para siempre
10 películas para niños que nos traumatizaron para siempre

Los adultos suelen ignorarlo, pero los niños lo saben muy bien: en el cine llamado 'infantil' acechan más terrores que en todos los libros de Stephen King y H. P. Lovecraft juntos. Atraídos por carteleras coloristas, animalitos monos y el sello de calidad de ciertos estudios (sí, Disney, eso va por tí), innumerables papás y mamás a lo largo de la historia han cometido el fatal error de exponer a sus criaturas a estas verdaderas fuentes de mal rollo en Cinemascope, cuya visión suele dejar a los críos en un estado de shock y con la cabeza llena de pájaros.

Armándonos de valor, en CINEMANÍA repasamos nuestros terrores de infancia con este reportaje. Ojo: lo más terrorífico de estas películas no es su calidad (que suele ser muy alta), ni tampoco los pavores que contienen, sino que los niños que las ven acaban aficionándose a esto del Séptimo Arte. Algunos terminan, incluso, escribiendo sobre él.

¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988)

En dos palabras: Juez Doom. Los infantes que habían disfrutado (videoclub mediante) de Regreso al futuro se quedaron doblemente echos polvo al descubrir el lado oscuro de un Christopher Lloyd psicótico y asesino. El clima de frenético absurdo que llena la película tampoco ayudaba mucho, en general.

La historia interminable (1984)

Al espabilado de Michael Ende (autor de la novela) no le bastaba con poner de protagonista al tonto de la clase. Ni tampoco con presentarnos un mundo automáticamente entrañable (llamado Fantasía, nada menos) para condenarlo a la destrucción desde el primer minuto. El muy teutón remataba su recital de pesadillas con una escena capaz de romper en pedazos a cualquier niño (o ex niño) que soñase alguna vez con tener un caballo.

Pocahontas (1995)

Cuando constatabas que las canciones eran más bien malas, y que el mensaje ecolohippie cantaba a kilómetros, incluso a tu edad, esta producción de una Disney en horas bajas empezaba a oler mal. Pero cuando descubrías que la historia tenía todos los visos de acabar como el rosario de la Aurora, y que así sucedía, recibías una lección de las que duelen: cosas de la vida, la casa de Mickey Mouse nos enseñó que un happy ending es algo muy improbable, incluso en el cine de princesas.

Cristal Oscuro (1982)

Maestros en instruir deleitando, Frank Oz y Jim Henson nos metieron todo un gol con su cuento más tenebroso. Los creadores de Los Teleñecos, Barrio Sésamo y el maestro Yoda (que se dice pronto) sabían que el cuento que más se recuerda es el que más miedo da, así que nos reunieron frente a la pantalla para impartir una lección de fantasía chunga con genocidios, extinciones y mutaciones. El dúo repetiría la jugada en Dentro del laberinto (1986).

Orejas largas (1978)

Esta pionera producción de animación causó estragos en los videoclubes menos cautos. ¿Por qué? Pues porque está basada en La colina de Watership, una novela bélica, violenta... y protagonizada por unos conejos que se comerían a Bugs Bunny para desayunar. Atención, padres: si los ojos de los roedores son rojos (su color en la vida real) en lugar de negros, eso quiere decir algo. Y si un profesional del mal rollo como John Hurt presta su voz a la película, también.

Buenas noches, señor monstruo (1982)

Cinco años después de introducirnos en los intríngulis del franquismo con La guerra de papá (1977), el inefable Antonio Mercero nos inició en otro de los aspectos cruciales de la vida española: el cine casposo. Ante las evoluciones de Luis Escobar como Drácula y del licántropo Paul Naschy, un niño puede deducir fácilmente que lo que aparece en la pantalla no es de este mundo, sin necesidad de haber oído hablar jamás del grupo infantil Regaliz, de la familia Leguineche o de Waldemar Daninski.

La maldición de las brujas (1990)

La interacción entre Roald Dahl (Charlie y la fábrica de chocolate) y el director Nicolas Roeg (Don't Look Now) ya da mal rollo de por sí. Pero sólo viendo a esa Anjelica Huston con la nariz propulsada al infinito podremos entender por qué esta película es un semillero de traumas, y un poderoso impulso para la higiene dental: cualquiera se atreve a comer chocolate tras haberla visto.

Parchís entra en acción (1983)

El director Javier Aguirre era un tipo prolífico y polifacético: entre sus 79 películas hay sitio para los cortos experimentales, el destape puro y duro (Pierna creciente, falda menguante) y el cine político (Carne apaleada). Y también para cuatro películas con el grupo infantil Parchís, repletas todas ellas de un ternurismo no tan lejano al de las películas de Joselito y Marisol. Si escogemos ese título, el último de la serie, es por la pena que da ver a ese Manuel Alexandre encarnando al maestro Don Matías en sus últimas horas de vida.

Bambi

El clásico más traumatizante de Disney está en segundo lugar en nuestro ránking dada su antigüedad. Y también porque, gracias a décadas y décadas de spoilers, todos sabemos lo que le pasa a la mamá del ciervo protagonista. Aún así, y pese a darle un doble baño de suavizante al libro de Felix Salten, el resto de la película se sostiene por derecho propio como inspiración para futuros escritores de terror y mal rollo.

Toy Story 3

Os presentamos, lectores, al Bambi de la nueva generación, al Cristal oscuro que crea las pesadillas en nuestra década. Porque tras su alegre fachada y su esperanzador mensaje, el último clásico de Pixar (y la mejor trecuela de la historia) contiene elementos tan 'agradables' como campos de concentración, discursos nihilistas y, para colmo, una mirada a las mismas fauces de la muerte. Precisamente por eso, aconsejamos a todos los padres que lleven a sus hijos a verla.

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