Ambientes en blanco y negro

Estos dos colores son los eternos opuestos, el ying y el yang en la decoración. El blanco, se usa tradicionalmente para resaltar la luz del hogar, y el negro para aportar sobriedad, misterio e innovación. Se atraen y complementan creando espacios elegantes y equilibrados.

No hace falta que se mezclen en todas las estancias. Un recurso muy visual es poner una habitación entera blanca y otra negra por completo. El monocromatismo se usa mucho en los ambientes minimalistas.

Las últimas corrientes en decoración apuestan por el blanco sin mezclas, o con toques negros, y por el negro con pequeños detalles blancos.

En las baldosas, el juego de ajedrez es todo un clásico de la decoración tradicional y ahora se ha vuelto a recuperar en los salones más innovadores. En los dormitorios, la ropa de cama y las paredes suelen ser blancas porque es sinónimo de limpieza y crea una atmósfera de relax para dormir. Sin embargo, esto no significa que no se puedan poner pequeños detalles que aporten estilo como una lámpara de mesilla con el pie negro o una silla negra que rompa la monotonía de la ausencia de color.

Si eres de los atrevidos, prueba a pintar alrededor de los marcos de las puertas una franja negra gruesa. En contraste con el fondo blanco destaca más la luz y aporta elegancia. Si la estancia nos ha quedado muy oscura, se puede solucionar algunos puntos de luz y espejos, que reflejan la luz y amplían el espacio. También el cristal y las superficies brillantes rebotan la luz y dan la impresión de amplitud consiguiendo un aspecto impecable, limpio y amplio.